martes, 15 de febrero de 2011

PRD: HAY QUE RESOLVER

RODRIGO MORALES MANZANARES
La declinación de Lázaro Cárdenas Batel para encabezar al PRD, le pone fin a la ilusión de que la sola presencia del ex gobernador michoacano resolvería el problema político que supone el relevo de la dirigencia. En efecto, parece que al PRD le llegó la hora de enfrentar el reto de hacerse cargo de sus diferendos internos e intentar procesar de la mejor manera el cambio de dirigencia. Hasta antes de que Cárdenas fijara su posición, se había generado la sensación de que bastaba encumbrar a una figura aceptada por los principales caudillos para solucionar el problema de la sucesión. Como si con ello se garantizara la armonía interna. Hoy vemos que el problema es mucho más complejo.
De entrada, porque el PRD se ha vuelto un partido cada día más complejo. Es un agrupamiento que no cuenta con una visión única respecto a su participación electoral; hay voces que alientan y promueven las alianzas, así como quienes las reprochan; tampoco parece tener una sola estrategia para relacionarse con el Poder Ejecutivo; no ha desplegado un conjunto de políticas públicas que lo distingan en el ejercicio del poder; su agenda legislativa es dispersa, y no cuenta tampoco con una estrategia única de cara a los comicios presidenciales del próximo año.
Si esto es así, el reto de preservar la unidad sin duda pasa por una revisión programática de fondo. Los cálculos pragmáticos que han guiado su accionar en el pasado reciente no parecen ser suficientes para encarar el relevo de sus dirigentes. Es ineludible emplazar el debate en otros parámetros. Si el objetivo estratégico más relevante es frenar al PRI a toda costa, las alianzas electorales debieran ser el instrumento táctico central, y todo se tendría que alinear a dicho objetivo; la visión de 2012 debiera considerar seriamente formar un frente común lo más amplio posible. Si, en cambio, la estrategia dominante es construir y fortalecer un referente de izquierda, y a partir de ahí contender por la Presidencia, me parece que habría que revisar las prioridades y las tácticas empleadas hasta ahora. Insisto, lo que parece ineludible es debatir.
No es con la llegada de una figura de consenso como se solucionarán los diferendos; acaso sólo se supere el desgaste institucional que supone una contienda interna, pero las visiones diversas permanecen. Ahora, además de buscar otra figura que concite el consenso y pueda ser presentado como candidato de unidad, es necesario resolver en torno a qué idea política se articularía la unidad. No se ve sencillo.
Sin embargo, me parece saludable que el PRD entre en un proceso serio de deliberación, que empiece a trazar con claridad cuál será la oferta que podemos esperar en 2012, deje de evadir sus diferencias y se proponga afinar su nuevo perfil. Independientemente de cómo resuelvan sus diferendos, de qué directriz estratégica adopten, reitero que me parece saludable que los partidos vayan apuntando sus prioridades. El pragmatismo a ultranza tiene límites. En el caso del PRD, el tiempo lo alcanzó. No fue por la vía de encumbrar a una figura respetada por todos como se solucionarán las diferencias. Hay que discutir. Hay que resolver

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