Las Naciones Unidas han publicado su balance sobre la situación económica mundial y sus perspectivas para 2011 (World Economic Situation and Prospects 2011). En dicho reporte se explica que la frágil e incierta recuperación iniciada hacia el final de 2009 se tornó en la segunda mitad de 2010 en un nuevo episodio de desaceleración. Se espera que 2011 y 2012 sean años de menor crecimiento del PIB mundial (3.1% y 3.5% respectivamente).
Para Naciones Unidas, la salida de la crisis inició en 2009 como fruto de la acción de los gobiernos y sus programas de estímulo (gasto) para reactivar la economía. Sin embargo, el debilitamiento de esas medidas en 2010, así como los intentos para contener la expansión de los déficit públicos y la deuda van a dificultar la vuelta al dinamismo.
Si bien se han despejado algunos de los problemas de índole financiera que precipitaron la crisis, continúan vigentes riesgos importantes, como son la alta volatilidad cambiaria y el aumento de flujos de capital de corto plazo, que engendra inestabilidad, hacia los países emergentes. Además, las políticas de depreciación de las monedas para ganar competitividad ha generado nuevos flancos de tensión entre los países y, con ello, se debilita la coordinación internacional de las políticas a favor de la recuperación general. Mientras tanto, el crédito productivo no crece y permanece alto el desempleo.
En Estados Unidos, por ejemplo, si bien en 2011 se alcanzará un nivel de PIB equiparable a lo que se tenía antes de la crisis, el empleo tardará en recuperarse cuatro años más. En Europa y Japón el crecimiento se mantendrá en bajas tasas. El mejor desempeño es protagonizado por las economías en desarrollo —no todas, habría que apuntar, pues México no crece a los ritmos de Brasil por no hablar de Asia—.
El actor principal del crecimiento seguirá siendo China, mas no alcanza a convertirse todavía en el motor de la economía mundial aunque su buena marcha beneficiará a los países que le exportan materias primas —Brasil, algunas naciones de África y ex repúblicas soviéticas—.
El empleo en el mundo sigue experimentando serios problemas. Entre 2007 y el fin de 2009 se destruyeron 30 millones de puestos de trabajo y pesar de la creación de empleo en ciertas regiones, el mundo necesita crear 22 millones de puestos de trabajo para recuperar los niveles pre-crisis. Al actual ritmo de recuperación, ello tomará cinco años más.
Y no sólo es que haya disminuido la tasa de ocupación mundial, sino que la creación de empleo, ubicada de nuevo sobre todo en economías emergentes, ha sido con frecuencia en la economía informal y en puestos de baja retribución, por lo que la calidad del trabajo también ha caído. Un aspecto negativo más es que se amplía el desempleo de larga duración.
Hay que agregar que el hecho de que los gobiernos estén poniendo el énfasis en la consolidación fiscal —reducir déficit— antes que en la meta del crecimiento, va a tener como consecuencia que la recuperación del empleo sea aún más incierta.
En este panorama, las Naciones Unidas descartan que la inflación sea un riesgo a la vista —salvo en algunas zonas de Asia—.
En lo que toca al comercio internacional, éste continuó su recuperación en 2010 pero fue más lento en la segunda parte del año. Mientras que las exportaciones de las economías emergentes se han recuperado, no lo han hecho por completo las de las naciones industrializadas. Se estima que la expansión del comercio sea de 6.5% en 2011 y 2012, por debajo del 10.5% de 2010. El valor de las importaciones de las tres mayores economías del mundo continuaba, en agosto de 2010, por debajo de los niveles pre-crisis.
Para los países exportadores de petróleo, si bien el precio por barril se situó en 2010 en 78 dólares frente a los 62 de 2009, la estimación es que se dé una nueva caída en el precio en 2011.
En cambio, se espera que crezcan los precios de los alimentos que ya vienen repuntando desde la segunda mitad de 2010. Además, las malas cosechas de la última temporada, así como movimientos especulativos que hacen que se estén comprando cosechas a futuro en los mercados financieros, hacen previsible una alza mayor en los precios de los alimentos en el año en curso.
En materia financiera, los países en desarrollo continúan transfiriendo ingentes montos de capital hacia los desarrollados. El cálculo neto para 2010 es de 557 mil millones de dólares. Lo anterior confirma que se mantienen los patrones de desequilibrio comercial y en las finanzas internacionales pre-crisis.
Los flujos privados netos de capital son positivos hacia los países en desarrollo, donde las más altas tasas de crecimiento ofrecen mejor retorno de la inversión pero, como ya se dijo, parte significativa de estos flujos constituye capital de corto plazo.
Para Naciones Unidas, la salida de la crisis inició en 2009 como fruto de la acción de los gobiernos y sus programas de estímulo (gasto) para reactivar la economía. Sin embargo, el debilitamiento de esas medidas en 2010, así como los intentos para contener la expansión de los déficit públicos y la deuda van a dificultar la vuelta al dinamismo.
Si bien se han despejado algunos de los problemas de índole financiera que precipitaron la crisis, continúan vigentes riesgos importantes, como son la alta volatilidad cambiaria y el aumento de flujos de capital de corto plazo, que engendra inestabilidad, hacia los países emergentes. Además, las políticas de depreciación de las monedas para ganar competitividad ha generado nuevos flancos de tensión entre los países y, con ello, se debilita la coordinación internacional de las políticas a favor de la recuperación general. Mientras tanto, el crédito productivo no crece y permanece alto el desempleo.
En Estados Unidos, por ejemplo, si bien en 2011 se alcanzará un nivel de PIB equiparable a lo que se tenía antes de la crisis, el empleo tardará en recuperarse cuatro años más. En Europa y Japón el crecimiento se mantendrá en bajas tasas. El mejor desempeño es protagonizado por las economías en desarrollo —no todas, habría que apuntar, pues México no crece a los ritmos de Brasil por no hablar de Asia—.
El actor principal del crecimiento seguirá siendo China, mas no alcanza a convertirse todavía en el motor de la economía mundial aunque su buena marcha beneficiará a los países que le exportan materias primas —Brasil, algunas naciones de África y ex repúblicas soviéticas—.
El empleo en el mundo sigue experimentando serios problemas. Entre 2007 y el fin de 2009 se destruyeron 30 millones de puestos de trabajo y pesar de la creación de empleo en ciertas regiones, el mundo necesita crear 22 millones de puestos de trabajo para recuperar los niveles pre-crisis. Al actual ritmo de recuperación, ello tomará cinco años más.
Y no sólo es que haya disminuido la tasa de ocupación mundial, sino que la creación de empleo, ubicada de nuevo sobre todo en economías emergentes, ha sido con frecuencia en la economía informal y en puestos de baja retribución, por lo que la calidad del trabajo también ha caído. Un aspecto negativo más es que se amplía el desempleo de larga duración.
Hay que agregar que el hecho de que los gobiernos estén poniendo el énfasis en la consolidación fiscal —reducir déficit— antes que en la meta del crecimiento, va a tener como consecuencia que la recuperación del empleo sea aún más incierta.
En este panorama, las Naciones Unidas descartan que la inflación sea un riesgo a la vista —salvo en algunas zonas de Asia—.
En lo que toca al comercio internacional, éste continuó su recuperación en 2010 pero fue más lento en la segunda parte del año. Mientras que las exportaciones de las economías emergentes se han recuperado, no lo han hecho por completo las de las naciones industrializadas. Se estima que la expansión del comercio sea de 6.5% en 2011 y 2012, por debajo del 10.5% de 2010. El valor de las importaciones de las tres mayores economías del mundo continuaba, en agosto de 2010, por debajo de los niveles pre-crisis.
Para los países exportadores de petróleo, si bien el precio por barril se situó en 2010 en 78 dólares frente a los 62 de 2009, la estimación es que se dé una nueva caída en el precio en 2011.
En cambio, se espera que crezcan los precios de los alimentos que ya vienen repuntando desde la segunda mitad de 2010. Además, las malas cosechas de la última temporada, así como movimientos especulativos que hacen que se estén comprando cosechas a futuro en los mercados financieros, hacen previsible una alza mayor en los precios de los alimentos en el año en curso.
En materia financiera, los países en desarrollo continúan transfiriendo ingentes montos de capital hacia los desarrollados. El cálculo neto para 2010 es de 557 mil millones de dólares. Lo anterior confirma que se mantienen los patrones de desequilibrio comercial y en las finanzas internacionales pre-crisis.
Los flujos privados netos de capital son positivos hacia los países en desarrollo, donde las más altas tasas de crecimiento ofrecen mejor retorno de la inversión pero, como ya se dijo, parte significativa de estos flujos constituye capital de corto plazo.
La deuda externa total de los países en desarrollo repuntó en 2009, hasta alcanzar el 24.8% del PIB. La razón deuda externa sobre exportaciones pasó de ser 62.1% en 2008 a 84.2% en 2009.
En suma, la austeridad fiscal puede profundizar la recesión, se mantiene como un riesgo la volatilidad de los tipos de cambio y es evidente la descoordinación de las políticas para la recuperación.
Ante este escenario, para Naciones Unidas, es necesario continuar y coordinar las políticas de estímulo; rediseñar el estímulo fiscal hacia objetivos como el empleo y el medioambiente. Se necesita, también, una política monetaria más efectiva, lo que incluye hacerse cargo de la agenda de regulación de los mercados financieros. Además, es pertinente dar mayor certidumbre en el acceso al financiamiento para el desarrollo. Y, por último, definir metas más concretas y enérgicas de coordinación de la política económica internacional.
Continuar con el estímulo, tener una política monetaria adecuada y regular a los mercados financieros. Aunque es una agenda obligada, poco tiene que ver con el tipo de conducción económica que se lleva a cabo en nuestro país.
En suma, la austeridad fiscal puede profundizar la recesión, se mantiene como un riesgo la volatilidad de los tipos de cambio y es evidente la descoordinación de las políticas para la recuperación.
Ante este escenario, para Naciones Unidas, es necesario continuar y coordinar las políticas de estímulo; rediseñar el estímulo fiscal hacia objetivos como el empleo y el medioambiente. Se necesita, también, una política monetaria más efectiva, lo que incluye hacerse cargo de la agenda de regulación de los mercados financieros. Además, es pertinente dar mayor certidumbre en el acceso al financiamiento para el desarrollo. Y, por último, definir metas más concretas y enérgicas de coordinación de la política económica internacional.
Continuar con el estímulo, tener una política monetaria adecuada y regular a los mercados financieros. Aunque es una agenda obligada, poco tiene que ver con el tipo de conducción económica que se lleva a cabo en nuestro país.
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