jueves, 10 de febrero de 2011

EQUIDAD, POR SU PUESTO

JOSÉ WOLDENBERG

Esperando encontrar nuevamente a Carmen Aristegui en el espacio informativo.

1. No está mal acudir al diccionario para saber qué significa la palabra equidad. Pero incluso sin esa consulta (creo) cualquiera puede comprender que tratándose de elecciones se hace alusión a las condiciones en las que transcurre la contienda. Esas condiciones pueden ser más o menos parejas o de tal manera asimétricas que desnaturalicen los comicios.
2. En México no debería ser tan difícil entenderlo porque pasamos de elecciones profundamente inequitativas a otras medianamente equilibradas. Veamos. En 1988 los dos principales noticieros de la televisión (24 Horas y Día a día) distribuyeron de la siguiente manera su tiempo en la cobertura de las campañas: PRI: 83.14 por ciento, PAN 3.15, PMS 1.95, FDN 1.62, PDM 0.43, PRT 0.36 y otras noticias electorales 9.34. (Pablo Arredondo. "Opacidad en la ventana electrónica" en Así se calló el sistema. UdeG. 1991. P. 157). En el 2006, la cobertura de las campañas en los noticieros nocturnos de los canales 2 y 13 fue la siguiente. En el 2: Coalición por el Bien de Todos 32.41 por ciento, PRI-PVEM 27.31, PAN 29.44; y en el 13: CBT 34.34, PRI-PVEM 28.96 y PAN 27.42. (Raúl Trejo D. Simpatía por el rating. Cal y Arena. 2010. P. 219).
Durante los comicios de 1994 -primeros para los que se cuenta con datos- el PRI gastó 71 centavos de cada peso "invertido" en las elecciones presidenciales, 77 en la de senadores y 81 en la de diputados. (Ricardo Becerra, et. al. La mecánica del cambio político en México. Cal y Arena. 2000. P. 350). En el 2006 el porcentaje de gastos reportados fue el siguiente: Alianza por México 34.2 por ciento de los egresos de las tres principales fuerzas, Coalición por el Bien de Todos 33, PAN 32.8. (IFE. Unidad de Fiscalización de los recursos de los partidos políticos).
3. No hubo magia en esas transformaciones. Diferentes disposiciones constitucionales y legales ayudaron a equilibrar las condiciones de la competencia. Dos terrenos fueron rediseñados: el del financiamiento y gasto de los partidos, así como la fiscalización de sus recursos y el del acceso de los mismos partidos a la radio y la televisión.
4. Fue interesante observar cómo se establecía la distribución del financiamiento estatal y el acceso a los medios. En el inicio había quienes pugnaban porque fueran igualitarios y quienes demandaban que fueran proporcionales a la fuerza demostrada de cada partido. A la pretensión de igualdad se le enfrentaba la muy desigual inserción social de los partidos, y el reclamo de proporcionalidad, que de esa manera se beneficiaba a los más grandes en detrimento de los chicos. Fue por ello que se construyó una solución pragmática: ni plena igualdad ni proporcionalidad absoluta, sino una fórmula a la que se llamó equitativa: 70 por ciento distribuido de acuerdo con el número de votos obtenidos en la última elección federal y 30 por ciento repartido de forma igualitaria. Por supuesto no existe una respuesta totalmente satisfactoria de por qué esas proporciones y no 60-40, 80-20 o 50-50, pero su virtud consistió en que moduló dos pulsiones inicialmente antagónicas y fue un acuerdo entre las partes. Por cierto, en cualquier legislación se encuentran normas similares. ¿Por qué el IVA es de 15 por ciento y no de 12 o de 17?
5. La barroca legislación mexicana en la materia se justifica por el objetivo perseguido: la construcción de una cierta equidad. Sobre el financiamiento hay regulaciones para el dinero que reciben los partidos del Estado, los particulares, y existen prohibiciones diversas. Ni las dependencias públicas ni las empresas ni las iglesias ni los extranjeros ni siquiera los mexicanos en el extranjero pueden financiar a los partidos. Y las personas que deciden cooperar con recursos tienen un tope y el gasto de los partidos también. Nadie ejerce una libertad absoluta. Lo mismo sucede con el acceso a los medios. Si los partidos y candidatos a partir de 2007 no pueden comprar espacios, sería una insensatez permitir que cualquier otro lo pudiera hacer. No debería ser muy difícil entenderlo. Hay una limitación al comercio de los tiempos de radio y televisión.
6. Esas prohibiciones no crean ciudadanos de primera y segunda. Lo que sí podría hacerlo es que 15 personas lograran un amparo contra una norma constitucional y entonces sólo ellas podrían comprar tiempo en radio y tv.
7. Hay otros circuitos de comunicación, cada vez más relevantes, donde el debate comicial se incrementará. A través de internet, Twitter, etcétera. muchos podrán hacer sentir su voz y qué bueno que así sea. Pero precisamente por ser pistas donde el espacio no se compra no es necesaria regulación en la materia.
8. La reforma de 2007 tuvo una derivación retorcida: la llamada spotización de la comunicación política. Ojalá los legisladores corrijan. ¿Cómo? Manteniendo la prohibición de la compra de espacios en radio y televisión, pero construyendo formatos para el debate o por lo menos para la recreación de los diagnósticos y propuestas de los partidos.

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