jueves, 14 de abril de 2011

SE LO DIJO UN PAJARITO

RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS
En la página 6A de la primera sección de El Sol de México del 7 de abril de 2011, donde se daba la terrible noticia de que en San Fernando, Tamaulipas, hallaron ocho fosas clandestinas con cincuenta y nueve cadáveres (con posterioridad se ha confirmado que el número aumentó a ciento diez y seis o posiblemente más) y se daba igualmente la de la protesta masiva en veinte Estados de la República por el asesinato artero de Juan Sicilia y de sus acompañantes, se leían las siguientes palabras del Presidente de la República pronunciadas durante la inauguración del evento "The Real State Show 2011, Infraestructura Sustentable, un Nuevo Ciclo en el Desarrollo Inmobiliario": "Es un muy buen momento para invertir en México. Las perspectivas económicas son bastante positivas y parece que las cosas van a venir así por un buen rato, según me dijo un pajarito...". Yo no acabo de entender si junto a una verdadera tragedia nacional, que nos hunde en el desaliento y en el pesimismo, se vale como jefe de Estado y de gobierno ser optimista a ese grado. Puede que sí, puede que no. De cualquier manera la metáfora, a mi juicio, es extraña y poco oportuna. Pero siguiendo el curso de ese tropo yo quisiera, y millones de mexicanos también, que ese pajarito u otro (su pariente) me dijera cosas gratas al oído, o por lo menos consoladoras en medio del desastre que se vive en el país. Reconozco, no obstante, que el Presidente tiene una mínima responsabilidad de ser optimista. Es como el capitán de un barco que en medio de la tormenta no debe perder el control, sirviendo de apoyo moral a su tripulación. Sin embargo el optimismo ha de tener sus límites. O sea, por más que los "entendidos" en la materia económica avizoren a corto plazo buenos tiempos para México, qué trabajo cuesta creerlo y asimilarlo por una serie de razones entre las que destacan las convenientes a ciertos intereses. Yo no digo de ninguna manera que no vayamos en el camino de una recuperación (¿a qué paso?). Lo que sucede es que en medio de un guerra, de secuestros, muertes y hasta desavenencias políticas de muy marcado tono, con una política o estrategia contra el crimen que ha demostrado a todas luces su rotundo fracaso, con duras críticas a la misma provenientes del extranjero, aparte de las nacionales, es francamente muy difícil asimilar el mensaje de los buenos tiempos. Los políticos manejan ardides, ellos los llaman tácticas, que causan asombro por aquello de darle a uno atole con el dedo. Ya ve usted en Morelos donde el Gobernador panista releva a dos funcionarios importantes. ¿Para paliar el crimen del joven Sicilia? ¿Para resolverlo? Si nos azota la feroz tormenta por los cuatro costados, ¿cómo pedir que aceptemos que nos va bien? Y volviendo a la metáfora, ¿dónde queda el pajarito con tanto rayo que hay, con tanto trueno, lluvia despiadada y oleaje atroz? En la realidad, aunque no todavía en el calendario electoral, ya entramos de lleno en la campaña de 2012. ¿Qué dirán o plantearán los candidatos o precandidatos? ¿Con qué ideas? ¿Con qué palabras? ¿Conservarán los del PAN el optimismo porque un pajarito les habló o cantó al oído? ¿No aparecerán por allí en los entresijos de los corrillos políticos nuevas aves? Ojalá que no de rapiña (para comerse al pajarito). Lo evidente es que el país necesita de la verdad, no de la política sino de la social, de la que corresponde a la realidad inocultable y no maquillada o mal disimulada. Se desprecia y con razón la retórica política, que no el discurso de fondo y contenido. Queremos saber y para saber hay que escuchar lo que se dice, lo que se habla, siendo que hablar sin ideas es pura demagogia. ¿Será mucho pedirles a los políticos, candidatos o precandidatos, que piensen? Necesitamos el discurso depurado y patriota. Hay que recuperar la palabra que han deteriorado los malos políticos. Hay ocasiones en que preferiríamos que éstos hicieran nada más gestos. Aunque quién sabe. Lo cierto es que hemos llegado casi al límite, al tope de la paciencia. Las ideas son vitales en la política y en su ejercicio. Pero todo indica que los partidos y sus respectivos equipos se aprestan a la guerra sin cuartel de las injurias, de los insultos, de las descalificaciones viscerales. Unos y otros atacan al contrario. No queremos que regreses al poder o no queremos que permanezcan en él, se dicen altisonantemente. Y abundan en sus dichos hasta aturdir al pueblo. ¿Por qué en vez de esto no escuchamos el análisis de un proyecto, de un programa, para que se confronte con el de los contrarios y luego el pueblo decida? En fin, el panorama es sombrío a pesar del trino o canto de algunos pájaros. Hay que medir con mucho cuidado el optimismo tanto como el pesimismo, y son formas antidemocráticas del uno y del otro los arrebatos coléricos que solo denuestan. En conclusión y a propósito de la metáfora que me ocupa yo la quiero tomar como símbolo de información política, que no adivinación. No se trata, no se debe tratar, de esos pajaritos enjaulados que en las ferias de pueblo toman con su pico un papelito en el que viene la suerte del que recurre al dueño del ave. Sin embargo sería mejor que el Presidente diera siempre una información exacta, precisa y perfectamente documentada. Sobre todo en los momentos por los que atraviesa el país, en que parece que incluso las aves canoras han sido exterminadas. Por último, sin excluir que las críticas de toda clase de deban dirigir principalmente a los delincuentes y narcotraficantes, lo que más se critica es la estrategia, hasta ahora insuficiente, para enfrentarlos. ¿No se retirará el ejército de las calles, desoyendo -entre otras- recomendaciones muy enérgicas de las Naciones Unidas, sino cuando los Estados y los municipios cuenten con una policía a la altura del enorme reto de la criminalidad? ¿Y esto será a corto plazo, lo que es imposible, o falta otro sexenio de amarguras y sinsabores? Que lo aclare el pájaro adivino.

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