CIRO MURAYAMA RENDÓN
El domingo 1 de julio 79.4 millones de mexicanos tendremos la oportunidad de votar en las elecciones federales. Para hacerlo, deberemos de acudir con nuestra credencial de elector con fotografía a la casilla que nos corresponda. El IFE va a instalar 143 mil casillas a lo largo y ancho del territorio nacional.
Esta tarea de organización de la autoridad electoral, la de instalar casillas para hacer viable el voto, ha sido realizada desde hace más de dos décadas por el IFE con toda precisión y con el aval irrestricto de los actores políticos. Elección tras elección, los ciudadanos encontramos una casilla cercana a nuestro domicilio, y ahí están nuestros vecinos recibiendo el voto y los representantes de los partidos políticos.
Sin embargo, ahora comienza a circular la especie de que en este 2012 existe algo sospechoso en la distribución de las casillas. Cito la fuente de la desconfianza: en el portal SDPnoticias.com, Bolívar Huerta publicó el artículo “Las raras aritméticas demográficas del IFE”, donde afirma: “En 2006 había 131 mil casillas, de las cuales 75% eran urbanas y 25% no urbanas. El censo del 2000 del INEGI arrojó que la población urbana era 75% y la rural 25%. En 2012, el IFE reporta 143 mil casillas, de las cuales ahora 64% son urbanas y 36% no urbanas. El censo del 2010 del INEGI afirma que la población urbana es 78% y la rural 22%... ¿Por qué difiere el IFE tan brutalmente con el INEGI? ¿Acaso ha crecido la población rural y disminuido la población urbana?” y concluye: “Aquí hay gato encerrado”.
En realidad no hay ningún misterio. Solicité ayer (6/6/12) información actualizada de las casillas a la Secretaría Ejecutiva del IFE. Las estadísticas son éstas: el IFE clasifica las casillas electorales no en dos sino en tres categorías: urbanas, mixtas y rurales. En 2006 hubo 59.3% de casillas urbanas (77 mil 421), 13.9% mixtas (18 mil 175) y 26.8% (34 mil 892) rurales. Para 2012 se plantea instalar el 59.8% de casillas urbanas (85 mil 655), 15% mixtas (21 mil 491) y 25.2% rurales (36 mil 10).
Si comparamos el número de casillas de 2006 frente a las de 2012, vemos que el número de casillas urbanas crece en 8 mil, de mixtas en 3 mil y de rurales en mil. Obviamente, el crecimiento se concentra en las casillas urbanas, no en las rurales. Y es falso que en 2012 vaya a disminuir el número de casillas urbanas frente a 2006.
Por otro lado, cabe decir que el diseño de la instalación de casillas en el IFE se hace con la participación de ciudadanos y partidos en cada uno de los 300 distritos electorales en que se divide el país. Así, a partir de la lista nominal de electores —revisada por los partidos hasta la saciedad y, por cierto, aprobada hace unas semanas con el respaldo de todos ellos—, los consejos distritales —donde votan seis consejeros electorales que son ciudadanos independientes y donde tienen voz los partidos— analizan y deciden la ubicación de cada una de las casillas a instalar. Los partidos conocen muy bien dónde estará cada casilla y enviarán ahí a sus representantes el día de la jornada electoral. Si hubiese alguna anormalidad en la distribución de casillas, los propios partidos se inconformarían de inmediato, pero no ha ocurrido así porque el proceso se hace una vez más con transparencia y pulcritud.
Es importante señalar que la lista nominal de electores por casilla no puede rebasar los 750, pero, obviamente, por debajo de ese número hay variaciones normales: existen asentamientos rurales donde viven acaso 150 o 200 electores y ahí debe instalarse una casilla. Como la dispersión de la población rural es mayor, en términos relativos se instalan más casillas que en zonas urbanas para hacer posible que todo ciudadano mexicano, por remoto y aislado que sea el lugar donde viva, pueda votar.
Como se ve, al gato de la desconfianza se le debe poner el cascabel con información verídicamente comprobada y clara.
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