miércoles, 17 de junio de 2009

RECTA FINAL

JORGE ALCOCER

Salvo una, las encuestas publicadas coinciden: el PRI será el partido de más alta votación; le seguirá el PAN, a una distancia de entre 4 a 6 puntos porcentuales, y en tercer lugar el PRD, cuya debacle será en función directa del tamaño del boquete que le abra su ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, dedicado de tiempo completo a dar oxígeno al PT y Convergencia.Queda un margen de duda sobre la conformación de la siguiente legislatura de la Cámara de Diputados; me refiero a la posibilidad, remota pero no imposible, que el PRI alcance 251 diputados. Según las estimaciones de la revista Voz y Voto, en colaboración con la empresa encuestadora que dirige Federico Berrueto (GCE), el tricolor podría tener entre 160 y 180 diputados de distrito; por debajo de la primera cifra más distante es su probabilidad de obtener mayoría absoluta, ya que la Constitución determina un límite de 8 puntos porcentuales a la sobrerrepresentación. Es decir, si un partido obtiene el 40% de los votos, lo más que podrá alcanzar es el 48% del total de curules en San Lázaro.Para el PAN las perspectivas son desfavorables; su apuesta ha terminado siendo una especie de control de daños, minimizar las pérdidas. Empeñado en marcar el tono y la tonada del debate en campaña, su actual jefe nacional decidió, por sí o por instrucciones desde Los Pinos, aplicar una táctica para blindar al presidente Felipe Calderón de las críticas opositoras. Para tal fin se subió al ring de manera tempranera y agotó en el primer round el repertorio de golpes bajos en contra del PRI. Eligió el terreno minado del narcotráfico y lo politizó a grado extremo, polarizando la confrontación con el viejo y conocido modelo de Goebbels (conmigo o contra mí). Salvo que tenga un golpe sorpresa de último minuto para noquear a su adversario, ha dado todo lo que podía.Contra viento y marea, críticas internas de por medio, la táctica de silencio de Beatriz Paredes ha rendido frutos. Especu- lar sobre los efectos que habría tenido la respuesta inmediata y virulenta al PAN es posible, pero ocioso. Lo que está a la vista es que el PRI mantiene una ventaja, nada despreciable, a menos de dos semanas del fin de la campaña. La tlaxcalteca juega ajedrez, sus adversarios -internos y externos-, damas chinas. Despreció el debate cuando le convino, lo convocó cuando era demasiado tarde, no para ella, sino para quien ella misma calificó de muchacho pendenciero, al que ha propinado una lección de estrategia.En el PRD hay llanto y crujir de dientes. Salvo por su sorprendente fortaleza en el DF, casi todo lo demás es Cuautitlán. La niña cocinera puede cautivar a los de su edad, despertar ternura entre los abuelos, pero no le da un solo voto al partido que le paga. Perdidos en el laberinto de los pleitos y guerras tribales, los chuchos tienen como única esperanza no caer por abajo del 15 por ciento de la votación nacional. No por su futuro en San Lázaro, sino por el vendaval que López Obrador les tiene preparado, para expulsarlos o poner casa aparte. La suerte del PRD está en manos de un tercero, se llama Marcelo Ebrard, quien podría convertirse en uno de los ganadores de la jornada, si es que logra derrotar al PAN en las delegaciones Benito Juárez y Miguel Hidalgo.De los partidos chicos, parece que el negocio verde continuará boyante. La alianza entre el PT y Convergencia dará, en mi perspectiva, para salvar a uno de los dos, que servirá, llegado el caso, como casa alterna para su protector. Nueva Alianza y los Socialdemócratas (PSD) por motivos diferentes tendrán a sus dirigentes mordiéndose las uñas, están al borde la desaparición.Casi todo está sobre la mesa. Falta la participación ciudadana, la elección libre por el partido y candidato de la personal preferencia. Aunque predomina el pesimismo y la predicción de elevada abstención, creo que veremos cifras muy parecidas a las de 2003; incluso, por paradójico que suene, la campaña por el voto nulo podría empujar al alza el porcentaje de participación ciudadana.

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