miércoles, 24 de junio de 2009

ÚLTIMA LLAMADA

ALEJANDRO GERTZ MANERO

En el año 2000, el Instituto Federal Electoral era lo más cercano a un órgano independiente y ciudadano, cuyos consejeros venían fundamentalmente de la sociedad civil y no estaban vinculados umbilicalmente con los grandes partidos políticos; y en ese momento se dio la única elección masiva, transparente y reconocida por todos los factores políticos y sociales que ha tenido la historia reciente del país.
Como consecuencia de esa calidad ciudadana en la institución electoral, la votación fue confiable y aceptada, y los fraudes y acarreos del partido en el poder no pudieron superar a la ola electoral ciudadana que se impuso para dar lugar al primer gobierno nacional electo democráticamente.
En ese momento los grandes partidos sintieron que el botín político nacional se les estaba yendo de las manos, ya que el antiguo partido único había perdido la cabeza de la pirámide de corrupción e impunidad que estaba significada en la Presidencia de la República, y empezó la gran maniobra política, económica y mediática para recuperar el monopolio del pillaje nacional, y la primera andanada se lanzó en contra del Instituto Federal Electoral para que los grandes partidos oligopólicos fueran los que nombraran a los consejeros del IFE y así recuperar por la vía legaloide y tramposa el territorio que estaban perdiendo.
Al mismo tiempo se dio un fenómeno lógico en la estructura del poder para que pudiera quedar esencialmente intocada y continuara siendo la viva imagen de la dictadura perfecta, que es dueña de todo, no le rinde cuentas a nadie y se reparte el país con sus socios y sus cómplices en medio de una gran fiesta de cinismo mediático y de manipulación en todas las esferas.
Esto se fue demostrando a través de los últimos años, al comprobar que sea quien sea el que represente en la Presidencia y en las gubernaturas a los grandes partidos, habrá de clonarse con la imagen repetida del autoritarismo dictatorial del sistema que inventó Plutarco Elías Calles en los años 30 del siglo pasado; y fue así como pasamos de tener un presidentazo a tener 32 presidentitos, que al quedar liberados de la tutela absolutista del dictador muchos de ellos se han convertido en monstruos de impunidad, con un presidente disminuido, pero que sigue gozando de los mismos fueros de impunidad que en el pasado; sólo que ahora se debe circunscribir únicamente a las competencias federales, mientras la inmensa mayoría de los dictadores locales chantajean y negocian con el jefe del Estado y actúan en sus territorios como déspotas caciquiles, en razón de su pequeñez, su ceguera, su irresponsabilidad y su compulsión por la rapiña.
Repugnancia sentimos la inmensa mayoría de los mexicanos por ese sistema, sostenido por un cinismo gatopardista, escandaloso y oportunista, que está llevando a la vida electoral del país a un rechazo masivo de los ciudadanos a su gobierno, al Congreso —que es el coro de la impunidad partidista—, así como también al Poder Judicial, que no pierde oportunidad de exhibirse, amparando desde automovilistas borrachos hasta mapaches electorales o funcionarios criminales y corruptos, en una verdadera orgía de cinismo, en el que no hay expresión gubernamental que no ponga “su granito de arena” para hacer el ridículo, exhibir su desvergüenza, y con ello seguir socavando lo poco que nos queda de viabilidad en la vida pública del país.
Frente a este proceso de demolición en aras de la corrupción y de la impunidad en la vida pública nacional, y antes de que acabemos de destruir los restos de la economía, los exiguos territorios de la educación de calidad y la paz pública en el país, sólo nos queda esperar que la pasividad de la inmensa mayoría de los mexicanos frente al aniquilamiento de nuestra patria se pueda convertir en una acción masiva de rechazo que salga a las calles como en Irán, siguiendo los principios éticos de Gandhi en India, para que en una censura masiva y en un gran plebiscito nacional rechacemos la política de la corrupción y de la impunidad, y abramos la puerta a la verdadera rendición de cuentas del poder a la ciudadanía, para así expulsar y castigar a todos aquellos que han destruido a México.

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