sábado, 24 de julio de 2010

EL INSTITUTO NACIONAL DE NUTRICIÓN

FERNANDO SERRANO MIGALLÓN

Para vivir y prosperar, los estados requieren instituciones; éstas, basan su fortaleza en varios elementos, algunos concedidos y, otros, conquistados. Para cumplir con su tarea, una institución debe fundamentarse en una práctica incuestionable o una disposición jurídica. Por ejemplo, conceder a los trabajadores el 2 de noviembre como feriado es una práctica que nadie cuestiona, es una institución social. Otras tienen su origen en un mandato legal que deviene hasta la Constitución. Así, la Universidad Nacional Autónoma de México nace de la obligación constitucional del Estado que se cumple a través de la Ley Orgánica y del Estatuto de la casa de estudios. Pero no basta con que una institución haya tenido un origen incuestionable para que sea efectiva y, más todavía, que su fuerza y prestigio le permita cumplir con la función para la que fue creada. Existen una legitimidad y un poder que se ganan día a día, con eficiencia, probidad, solidaridad y empeño. Aunque el ideal sería que todas nuestras instituciones gozaran de credibilidad y aun de afecto ciudadanos, lo cierto es que sólo algunas pueden preciarse de alcanzar este lugar privilegiado en el servicio a la población. Todos conocemos el enorme prestigio de que goza el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, al que todos conocemos como el Hospital de Nutrición. Una institución así, es de aquellas que han conquistado el afecto y el reconocimiento de los ciudadanos. Instituciones así son las que prestigian al Estado en su conjunto. Hace unos días, por razones personales, tuve contacto cercano con el Instituto. Aun cuando la fama de sus instalaciones, su personal y su servicio es patrimonio común, lo cierto es que supera toda expectativa y sin duda merece el reconocimiento y el agradecimiento de todos. Hay una historia de excelencia en este Instituto, una historia en la que las vocaciones de su personal tienen mucho que ver, en la que el servicio y el sentido humano han ido de la mano, un afán de ayudar a conquistar una sociedad mejor a través del más preciado de sus bienes: la salud. Son las instituciones como ésta las que nos muestran que es el trabajo de los individuos, el esfuerzo de cada uno de nosotros, el que puede construir un país mejor. El Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán es un magnífico ejemplo de ello.

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