Yi más que tocable para quienes lo tocan con todos sus sentidos. Pero el hecho es que la sociedad despierta, pregunta, cuestiona. Ya no es o ya no está siendo la sociedad de tiempo atrás, pasiva, prudente, resignada, pusilánime. Hay señales alentadoras de la que bien se puede llamar reivindicación social y ciudadana, en que se comienza reclamando aquello a lo que se cree tener derecho. Lo que pasa es que al margen de las reclamaciones públicas que se vuelven marchas, mítines, manifestaciones, hay algo específico que guarda relación con el Derecho, lo que es muy importante, excepcionalmente importante. En efecto, cuando un país recurre a la ley en vez de las armas es señal de un progreso civilizador y cultural, como lo es igualmente una auténtica vida parlamentaria para discutir, proponer y actuar. Mucho se habla de la fuerza coercitiva del Estado explicándola o justificándola como una facultad, atributo o función propia de éste. Lo que sucede es que ante tal fuerza no hay otra de semejante naturaleza que se le oponga, salvo en los levantamientos armados o en la revolución. Sin embargo lo sintomático es que la llamada sociedad civil recurra a una fuerza distinta de la física, que es la de la ley y el Derecho, con el objeto de enfrentar aquélla. Por lo menos ya hay aquí un equilibrio de poderes, una especie, toda proporción guardada, de justicia social con su balanza y su fiel.
Pero vayamos a hechos concretos que coinciden o se relacionan con las precedentes observaciones. Hay noticias de que en el caso de la guardería infantil ABC algunos padres afectados y que son sin duda víctimas han pensado interponer juicio político a los ministros de la Suprema Corte de Justicia. Hay noticias de que en el caso del Sindicato Mexicano de Electricistas se piensa también interponer juicio político a los ministros. Hay noticias de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y el Instituto Federal Electoral han decidido hacerle un severo extrañamiento o reconvención al Presidente de la República por violar la ley en el pasado proceso electoral, a lo que el Presidente ha dicho que se defenderá. Hay noticias de que la decisión de la Suprema Corte sobre las disminución de las pensiones a los jubilados que cotizan en el Instituto Mexicano del Seguro Social ha levantado tal ola de protestas e inconformidad que legisladores de distintos partidos proponen un juicio político a los ministros. Retrocedamos en el tiempo. Hace apenas pocos años, y ni qué decir en la época del floreciente presidencialismo-imperialismo mexicano, hubiera sido una locura pensar siquiera en incoarles juicio político a los ministros de la Suprema Corte o en increpar al Presidente de la República. México ha cambiado. El poder político era intocable. ¿Lo sigue siendo? La democracia se ejerce y practica de muchas maneras, pero la de la vía del Derecho es la más perfecta aunque implique lucha precisamente a favor del Derecho y por el Derecho. Y lo es por una razón muy simple: las fórmulas jurídicas y legales son la expresión de una normatividad cultural que entraña un grado superior de evolución social e individual. El acuerdo civilizado y culto es que vivamos y convivamos conforme a reglas claramente definidas en el Derecho, en la Constitución y en las leyes que de ella derivan. Y no tiene nadie -no debe- por qué desoírlas o desacatarlas. Con motivo del extrañamiento al Presidente, al que me he referido antes, se han escuchado distintas voces alegando que es exagerado, inoportuno, estridente, innecesario. Y en lo que no se repara es en que la ley lo permite y es facultad del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y del Instituto Federal Electoral recurrir en la materia a la ley y en último extremo aplicarla. No es una invención ni tampoco una arbitrariedad. Y no se dan cuenta los críticos de la medida, los inconformes con ella, de que al dejar a un lado al Derecho favorecen la violencia, la impunidad, la negligencia y la apatía. Son voluntaria o involuntariamente defensores de la indiferencia. No obstante, los hechos prevalecen sobre las desviaciones de la realidad y las especulaciones. Son hechos que van más allá de la mera noticia. Son síntomas. ¿De qué? De que en medio de la tragedia que vive el país, de la falta de conducción y orientación, de la equivocada política de seguridad que ya es de inseguridad, hay un recurso de legalidad. Es una señal, un aviso. Estamos descontentos con algo que se puede remediar o empezar a remediar. No con la abstinencia del voto o con las protestas públicas que paralizan el tránsito vehicular y peatonal o con la agresividad parlamentaria. No con las amenazas. El Derecho es fuerza y hay que saber usarla. No estamos habituados porque en el país sólo ha predominado el Derecho escrito, en la doctrina, en la Constitución y en la ley, el Derecho "citado" y también el acomodado o adecuado para defender los intereses de los grupos privilegiados; y ya se sabe que en un elevado índice el ejercido con "apuntador" que emite consignas. Y como aguja en un pajar de tarde en tarde hemos visto jueces, magistrados o ministros excepcionales.
Por eso es impresionante y revelador, ¿esperanzador?, que "los intocables" de la política mexicana sean señalados, por lo menos señalados, como posibles responsables -la Justicia dirá- de las irregularidades que han lacerado la moral y la conciencia de México.
Pero vayamos a hechos concretos que coinciden o se relacionan con las precedentes observaciones. Hay noticias de que en el caso de la guardería infantil ABC algunos padres afectados y que son sin duda víctimas han pensado interponer juicio político a los ministros de la Suprema Corte de Justicia. Hay noticias de que en el caso del Sindicato Mexicano de Electricistas se piensa también interponer juicio político a los ministros. Hay noticias de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y el Instituto Federal Electoral han decidido hacerle un severo extrañamiento o reconvención al Presidente de la República por violar la ley en el pasado proceso electoral, a lo que el Presidente ha dicho que se defenderá. Hay noticias de que la decisión de la Suprema Corte sobre las disminución de las pensiones a los jubilados que cotizan en el Instituto Mexicano del Seguro Social ha levantado tal ola de protestas e inconformidad que legisladores de distintos partidos proponen un juicio político a los ministros. Retrocedamos en el tiempo. Hace apenas pocos años, y ni qué decir en la época del floreciente presidencialismo-imperialismo mexicano, hubiera sido una locura pensar siquiera en incoarles juicio político a los ministros de la Suprema Corte o en increpar al Presidente de la República. México ha cambiado. El poder político era intocable. ¿Lo sigue siendo? La democracia se ejerce y practica de muchas maneras, pero la de la vía del Derecho es la más perfecta aunque implique lucha precisamente a favor del Derecho y por el Derecho. Y lo es por una razón muy simple: las fórmulas jurídicas y legales son la expresión de una normatividad cultural que entraña un grado superior de evolución social e individual. El acuerdo civilizado y culto es que vivamos y convivamos conforme a reglas claramente definidas en el Derecho, en la Constitución y en las leyes que de ella derivan. Y no tiene nadie -no debe- por qué desoírlas o desacatarlas. Con motivo del extrañamiento al Presidente, al que me he referido antes, se han escuchado distintas voces alegando que es exagerado, inoportuno, estridente, innecesario. Y en lo que no se repara es en que la ley lo permite y es facultad del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y del Instituto Federal Electoral recurrir en la materia a la ley y en último extremo aplicarla. No es una invención ni tampoco una arbitrariedad. Y no se dan cuenta los críticos de la medida, los inconformes con ella, de que al dejar a un lado al Derecho favorecen la violencia, la impunidad, la negligencia y la apatía. Son voluntaria o involuntariamente defensores de la indiferencia. No obstante, los hechos prevalecen sobre las desviaciones de la realidad y las especulaciones. Son hechos que van más allá de la mera noticia. Son síntomas. ¿De qué? De que en medio de la tragedia que vive el país, de la falta de conducción y orientación, de la equivocada política de seguridad que ya es de inseguridad, hay un recurso de legalidad. Es una señal, un aviso. Estamos descontentos con algo que se puede remediar o empezar a remediar. No con la abstinencia del voto o con las protestas públicas que paralizan el tránsito vehicular y peatonal o con la agresividad parlamentaria. No con las amenazas. El Derecho es fuerza y hay que saber usarla. No estamos habituados porque en el país sólo ha predominado el Derecho escrito, en la doctrina, en la Constitución y en la ley, el Derecho "citado" y también el acomodado o adecuado para defender los intereses de los grupos privilegiados; y ya se sabe que en un elevado índice el ejercido con "apuntador" que emite consignas. Y como aguja en un pajar de tarde en tarde hemos visto jueces, magistrados o ministros excepcionales.
Por eso es impresionante y revelador, ¿esperanzador?, que "los intocables" de la política mexicana sean señalados, por lo menos señalados, como posibles responsables -la Justicia dirá- de las irregularidades que han lacerado la moral y la conciencia de México.
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