sábado, 24 de julio de 2010

¿EN QUÉ QUEDAMOS POR FIN?

RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS

Como dice la canción popular: "En qué quedamos por fin..." Y yo añado: ¿me mientes o no me mientes? Es muy delicado para un gobierno que sus voceros digan primero una cosa y después otra, lo que revela sin duda desorganización y falta de control, de conducción. Lo digo porque Felipe Gómez Mont, pocos días antes de presentar su renuncia como secretario de Gobernación, declaró que el gobierno y en concreto el Presidente de la República estaban dispuestos a cambiar de estrategia en la llamada lucha contra la delincuencia organizada, agregando que en vez de criticar negativamente habría que hacer propuestas concretas. Pero ahora resulta que Francisco Blake Mora dice exactamente lo contrario, que en la guerra contra el crimen organizado el gobierno de Felipe Calderón no variará su estrategia porque está perfectamente definida y en marcha. Definida no lo dudo, aunque mal definida, y en marcha por supuesto, en plena y reiterada marcha, pero con resultados funestos: más de 24,826 muertos en lo que ha transcurrido del sexenio, según informa la Procuraduría General de la República, y hasta el 30 de junio del año en curso más de 200 miembros de la Policía Federal que han perdido la vida en esa lucha. Lo que no se vale es informar y desinformar, decir y desdecir, confundir a la opinión pública. Yo no creo que Gómez Mont hablara en su momento sin la autorización del Presidente, ni tampoco que Blake Mora lo hiciera. ¿Qué pasa entonces? Desde luego y en principio, ojalá que sólo en principio, seguirá el país sufriendo la estrategia equivocada: la de la acción directa y la de una pésima reforma constitucional que se llevó a cabo en 2008. Es desolador a mi juicio el panorama político, sobre todo por la falta de un rumbo claro. La confrontación de intereses en el seno del PAN así lo pone de manifiesto, lo que no excluye que suceda lo mismo en otros partidos que no son los "gobernantes". La salida de Gómez Mont se ventiló de sobra, durante varios días o semanas, revelando una serie de conflictos de intereses políticos que se centran en la selección, anticipada, del aspirante y suspirante de Calderón para ser su candidato en las elecciones de 2012. Es innegable al efecto el choque que tuvo con el Secretario del Trabajo.
Y algo más. Yo no tengo ningún interés en abogar por Gómez Mont. Incluso muchas de sus decisiones y acciones me parecieron negativas, contradictoras. Sin embargo siento que su pensamiento, para decirlo de alguna manera, estaba dividido. Me explico. En el caso del Sindicato Mexicano de Electricistas, y dejando a un lado a sus subsecretarios, dio la impresión de dudar: ser o no ser. En su calidad de abogado conocía y conoce los alcances de los derechos labores (artículos 5º y 123 en su Apartado B de la Constitución y Ley Federal del Trabajo) y las consecuencias de desconocerlos o violarlos. Ciertos mensajes que emitió en su despacho de Secretario de Estado y encargado de la política interna del país no coincidían con las declaraciones y manifestaciones del Presidente. ¿Su amigo? Los medios de comunicación lo registraron. ¿Por qué llegó al Palacio de Covián? Por las circunstancias, condiciones y reglas no escritas de la política. Pero no era el hombre ideal para el Presidente. ¿Por qué? Porque hay señales de sobra de que a éste le gusta, la satisface, el acatamiento y subordinación, la condescendencia: "yo hago o haré lo que me diga el Presidente". Por eso es que no hay un rumbo claro en el manejo del timón de la República. El rumbo acertado ha sido y es siempre la suma -convenga o no- de opiniones disímiles o coincidentes, pero diversas. El autoritarismo carece de rumbo. ¿Y si no cómo interpretar que Gómez Mont haya dicho una cosa y Blake Mora la opuesta? Aparte de los hombres que pueden pensar muy a su gusto o a su disgusto se trata aquí de los funcionarios, de los servidores públicos, del Secretario de Gobernación del Presidente, sea quien sea.
En suma, se seguirá con la misma estrategia en la guerra contra el crimen organizado. Y quiero insistir en que el gobierno en turno es una manifestación o expresión política del Estado de Derecho (¿qué Estado no lo es o debe serlo ya que su composición es jurídica?). El Estado es una entidad jurídico-política -territorio, población, soberanía, gobierno- con un ordenamiento legal que identifica a un grupo de personas. En tal virtud es una grave contradicción que el propio Estado utilice instrumentos dizque jurídicos, que en realidad no lo son, para enfrentar a la criminalidad. Es una negación de su razón de ser. La reforma constitucional de 2008 está allí, y Gómez Mont, por ejemplo, la defendió literalmente con tres palabras. El Secretario de Gobernación, el encargado de la política interior del país, el que vigila y organiza la aplicación de la ley del Estado de Derecho, debería decir más de tres palabras acerca de ella. ¿El nuevo Secretario de Gobernación se dará cuenta, me pregunto, de la mala reforma, pésima, que tiene entre manos? No basta con afirmar que el gobierno de Felipe Calderón no variará su estrategia porque está perfectamente definida y en marcha. Hay que explicarlo, es su obligación y es nuestro derecho.
¿En qué quedamos por fin, me mientes o no me mientes?

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