jueves, 15 de julio de 2010

COALICIONES Y DES-PEÑADERO

JORGE ALCOCER VILLANUEVA

Al calor del festejo por las victorias en Puebla, Oaxaca y Sinaloa (tres de doce gubernaturas en disputa) César Nava y Jesús Ortega anunciaron que buscarán repetir la experiencia aliancista en los estados con elección de gobernador en 2011, especialmente -es obvio- en el estado de México, la estrella que anhelan bajar del cielo el próximo año. Otra vez tendrán que remontar la oposición de Andrés Manuel López Obrador, quien ya se destapó para el 2012, la crítica de Cuauhtémoc Cárdenas, y las resistencias internas en segmentos nada despreciables del PAN y del PRD.Si la negociación de las alianzas derecha/izquierda para 2011 se limita al estado de México, la incógnita a despejar es el candidato idóneo. No hay en el escenario una figura propia -de cualquiera de los dos partidos- que aparezca con la trayectoria y empuje como para establecer, desde el inicio, una expectativa firme de victoria; es cierto que esa posición se puede alcanzar en el camino, pero tenerla en el arranque del proceso les daría un punto de apoyo nada despreciable.A diferencia de sus derrotados colegas en Oaxaca y Puebla, el gobernador Enrique Peña Nieto aparece en las encuestas -que no por criticadas dejan de ser punto de referencia- con altos niveles de aceptación y popularidad, dentro de su terruño y fuera de él. Con mucho, Peña Nieto es, hasta hoy, la figura más relevante y con mejores posibilidades de alcanzar la candidatura presidencial de su partido; el año pasado obtuvo victorias electorales que le permiten disponer de mayoría absoluta en el Congreso local y que su partido gobierne los principales municipios. Cuenta, además, con la bancada estatal más numerosa en San Lázaro. Su reto es seleccionar al candidato a sucederlo, que le asegure, al mismo tiempo, posibilidad de triunfo y férrea unidad del PRI local. La fuga a la oposición de uno de los suspirantes, o de otra figura priista con trayectoria y relevancia propias, sería letal para sus planes.En dos estados, Nayarit y Coahuila, la alianza PAN/PRD podría transitar sin mayores dificultades; en el primero, ambos partidos tienen el antecedente de la victoria que llevó al gobierno a Antonio Echevarría, cuya gestión terminó en saqueo y desfiguros de todo tipo, incluyendo la pretensión de heredar el cargo a su esposa. En Coahuila está también el remoto y fallido antecedente de la candidatura común de Juan Antonio García Villa, y el dato duro que es el estado de mejor resultado para el PRI en 2009. Un perredista en Nayarit y un panista en Coahuila podría ser la salomónica fórmula que pavimente el camino de la alianza.El obstáculo es que en tres de los estados con elección de gobernador el próximo año el PRD detenta, al menos en el terreno formal, el Poder Ejecutivo local. Si de terminar con caciques, y propiciar la alternancia que abra paso al cambio se trata, en Baja California Sur la congruencia del PAN -o lo que de ella quede- debería llevarlo a aliarse con el PRI. Mientras que en Guerrero y Michoacán, hablar de "alternancia" es, para el PRD, como escupir al cielo.En Guerrero, por decisión de la Corte, la jornada electoral será el 30 de enero; las tribus perredistas están en pie de guerra, entre ellas y todas contra el gobernador. El PAN está en el subsuelo, por lo que quizá pueda admitir la coalición o adoptar como candidato a alguien que se fugue del PRD, o del PRI. En Michoacán, que salvo decisión de la Corte tendrá jornada comicial hasta noviembre, está cuesta arriba que el cardenismo admita compartir candidato con el PAN. Y para Felipe Calderón, sumarse al candidato perredista, en la tierra que lo vio nacer, es como romper la cuna. Ya Marcelo Ebrard descartó alianza en esos dos estados, y pone el acento en el vecino.El problema mayor para las coaliciones de dos alas está en 2012. En ambos flancos descartan la posibilidad de candidato único a la Presidencia, lo que conducirá a revivir, a partir de octubre de 2011, la confrontación entre PRD y PAN, de la que serán rehenes sus respectivos candidatos presidenciales.En lo inmediato, el objetivo del PRD y del PAN es llevar al despeñadero a quien ven como el adversario a vencer en 2012. Si fracasan, los despeñados serán ellos.

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