Los partidos políticos que han trabado alianzas suicidas en contra del PRI tal vez no se han percatado, pero están jugando temerariamente con el nivel de hartazgo del electorado. ¿Acaso estarán perdiendo de vista que en las elecciones intermedias de 2009 el voto nulo obtuvo el quinto lugar en las preferencias electorales muy por arriba de diversos partidos políticos? ¿Qué significa el voto nulo? El voto nulo es el rechazo ciudadano masivo a los legisladores y funcionarios que incumplen con sus obligaciones, se desentienden de sus responsabilidades nacionales en aras de cuidar sus intereses personales políticos y económicos, ignoran abiertamente las solicitudes y airadas reclamaciones de sus representados, a los cuales sólo les deben la curul o la secretaría, así como los gigantescos emolumentos que injustificadamente perciben del erario abastecido contra la voluntad y con los recursos de los contribuyentes. La ciudadanía exige la segunda vuelta electoral, el plebiscito, el referéndum, la cancelación inmediata de los plurinominales, la reforma del Estado, la reducción del número de diputados y senadores, así como de sus escandalosas dietas, la disminución del financiamiento a los partidos, la reelección, además de otras exigencias. ¿Resultado de estas rabiosas demandas del electorado? El desprecio, la desconsideración, la altanería, la displicencia, la arrogancia, la soberbia, la indiferencia, el menosprecio y la subestimación, como si a nosotros, los ciudadanos de a pie, no nos debieran los lujos, las canonjías, los honores, los privilegios, las dietas y los bonos que perciben echando mano de las arcas públicas sin entregar cuentas a nadie o entregándolas escondidas tras espesas cortinas de humo…
No hay enemigo pequeño y de verdad que la nación ofendida e ignorada no es, en modo alguno, un enemigo menor: ¡Cuidado! La tercera revolución no será similar a la de 1810 ni a la de 1910, no, ¡qué barbaridad!, no, la de 2010, la del Bicentenario, será pacífica, inteligente y metódica, una versión actualizada del voto nulo que espantó severamente a los partidos e instituciones de la República. Se trata de anular los procesos electorales de 2010 en adelante mediante la presencia de electores en urnas y casillas que tachen furiosamente sus boletas con el ánimo de invalidar todo el proceso. El electorado asiste ahora a alianzas entre PRD, PAN, Panal, PT y Convergencia, una burla, una auténtica burla, una gravísima ofensa ante la ciudadanía, que a sus ojos es un fantasma que nunca ha existido, un conjunto de cuadrúpedos incapaces de respuesta alguna. Se equivocan. El PAN se alía ahora con el PRD y compañía, una serie de partidos que jamás ha reconocido la legitimidad de Calderón como jefe de la nación. ¿Qué van a construir juntos si no tienen agendas comunes ni plataformas políticas similares ni objetivos parecidos? Trabar una alianza con quien está en contra de las reformas estructurales que urgen al país sólo puede entenderse a la luz del sindicato de mineros que exige el perdón, la repatriación y la reinstalación en el cargo de quien los desfalcó y dispuso ilegalmente de todo su patrimonio. Es el México costumbrista que Kafka hubiera descrito a la perfección. ¿Una alianza con Elba Esther, la mujer que tiene secuestrada la educación y, por ende, el futuro de México? ¿López Obrador ahora acepta alianzas con el partido que supuestamente le robó la elección? ¿Ahora sí saldrá la reforma fiscal integral cuando no hay un solo punto de encuentro entre los aliados? El electorado se percata de la perversidad de las alianzas. Lo único que no se aquilata es el supremo interés de la nación. Quedan expuestas las ambiciones desbridadas, la putrefacción del aparato político, el egoísmo, la voracidad y el miedo a perder posiciones políticas. La atención de las necesidades ciudadanas se pospone; la solución de los graves problemas nacionales se difiere; el desempleo, la inseguridad, el estado prerrevolucionario que vive el país, la existencia de 45 millones de mexicanos sepultados en la miseria, la erosión del poder de compra, la parálisis nacional y la economía sofocada y agónica no parecen importar a quienes traban alianzas que nunca van respetar, una realidad que no escapa a los ciudadanos… De ahí que, más que nunca, los mexicanos debamos estudiar las posibilidades de dar un golpe de timón para exhibir el poder de una ciudadanía unida que, alejada de la idea del México bronco, pueda instrumentar los cambios requeridos por la sociedad, una sociedad mucho más avanzada que puede descarrilar los planes de los jerifaltes de los partidos políticos que creen poder engañar con alianzas inviables y absurdas a una nación que cuenta con una herramienta muy eficaz para dar una lección a los sordos, ciegos y desmemoriados que han olvidado la deuda política contraída con el pueblo de México. Ya quedó claro que no se trata de protestar por medio del ausentismo electoral, sino de asistir a los respectivos distritos para tachar las boletas de un lado al otro con el objetivo evidente de anular la elección, inclusive la del Presidente de la República. ¿La nación es un fantasma? Lo veremos… La sabiduría inglesa acepta que a veces un problema se resuelve empeorándolo…
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