martes, 23 de febrero de 2010

LA REELECIÓN LEGISLATIVA

JAVIER CORRAL JURADO

Tanto el PRI como el PRD se aprestan a presentar esta semana en el Senado, sus iniciativas de reforma constitucional y legal en materia política. Ello marca un compromiso para entrar a discutir y complementar el conjunto de las iniciativas presentadas por el Presidente que, en un primer momento, recibieron como respuesta una descalificación casi total, al menos del PRI. El PAN ha hecho suya la propuesta presidencial, de ahí que, al quedar formalizada la visión de los tres principales partidos sobre cómo debe ser la reforma, es de esperarse que el debate se torne más preciso sobre las propuestas específicas, en un marco de negociación abierto y transparente a la sociedad pues no es admisible suponer a los partidos como actores exclusivos de tales transformaciones. El ciudadano es el sujeto esencial del sistema democrático, debiera ser por lo tanto el destinatario final del esfuerzo legislativo. Si esta visión fuese realidad, se espera que la coincidencia mayor sea la reelección consecutiva de legisladores. Sería un buen inicio para la búsqueda de acuerdos que rediseñen el entramado constitucional de la actual división de poderes, para una mejor colaboración entre ellos. Sólo un poder legislativo fuerte, profesional e independiente puede colaborar con los demás poderes. Las cámaras débiles no son eficaces y por lo tanto, ni colaboran, ni funcionan, sólo se someten. Soy un convencido de la reelección legislativa, que es diferente a la presidencial. El Congreso hace las leyes y el ejecutivo dirige la administración pública que gobierna en función de esas leyes. El ejecutivo como suprema autoridad administrativa sí influye dentro de las esferas de actividad del Estado, y ahí sí, puede generarse un mecanismo de perpetuación del poder. Por ello el estado de Derecho establece mecanismos de acotamiento del poder supremo administrativo, entre ellos la no reelección. La naturaleza de las funciones del poder legislativo es diferente, por lo que su reelección sería una consecuencia natural del principio de la soberanía popular. Es el ciudadano quien tiene o no el derecho de elegir a sus representantes. Esta reelección fortalecería el poder de la ciudadanía y le daría un mecanismo de sanción al desempeño de sus representantes. Lo que el Presidente propuso es reinsertar a la Constitución una figura que ya existía hasta 1933, la reelección consecutiva, sólo que limitándola hasta por 12 años. Frente al mundo democrático, México y Costa Rica son los únicos países que no permiten a los legisladores ser reelectos de manera inmediata. En México esta condición tiene su origen en que se buscó fortalecer el poder del Presidente quien acostumbraba ser jefe de partido y por tanto elector único de los candidatos a cargos electivos. La reelección consecutiva favorecería la profesionalización y especialización de los legisladores, su permanencia incrementaría su conocimiento sobre lo que legislan. Además, los legisladores electos de manera consecutiva podrían transmitir su experiencia a los nuevos. Así habrá mayor calidad y eficiencia. La experiencia dicta que esta figura le daría un contrapeso al Ejecutivo, independientemente del partido que gobierne las cámaras. Los legisladores deben ser influyentes no sólo frente a sus adversarios en el parlamento, tienen que ser también equilibrio dentro de sus partidos y frente a sus gobiernos. La reelección daría al ciudadano representantes de ellos y no de las clases dirigentes de los partidos políticos. En tanto el poder legislativo es un poder fragmentado en diversas personas a diferencia del ejecutivo, por ejemplo, la exposición comunicacional es menor y por ello tiene menor impacto en los ciudadanos. Esto origina que se tenga la percepción de que los legisladores no sirven o que simplemente no trabajan, aunque los asuntos más decisivos para la nación se discutan en el Congreso. La reelección incentivaría la rendición de cuentas y fortalecería la legitimidad del poder legislativo. Una percepción positiva es básica para que funcione la democracia representativa. Habría mayor continuidad en los proyectos y podrían realizarse proyecciones que valoren más la calidad que la urgencia de la inmediatez. Existirían legisladores que serían un puente estable y continuo de comunicación con otros poderes, esto es muy valioso para la gobernabilidad en un contexto de gobiernos divididos.

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