jueves, 11 de febrero de 2010

DIÁLOGO DE NECIOS

JOSÉ WOLDENBERG KARAKOSKY

-Mira, en los últimos años hemos logrado que ninguna fuerza política pueda hacer por sí misma su voluntad. A través de los votos la composición del Congreso es plural y equilibrada. Reclama acuerdos para que las cosas puedan avanzar.
-Pero eso nos lleva al empantanamiento. Es un equilibrio catastrófico, paralizante. Todas las decisiones son grises, porque la negociación tiende a diluir los altos contrastes.
-Eso es bueno, reclama capacidad para escuchar, negociar, pactar. Somos un inmenso país y es deseable que sus diferentes corrientes se encuentren e intenten conjugar sus pasiones y sus políticas.
-Pero a fuerza de negociaciones ninguna de ellas se siente satisfecha y el (escaso) público que las acompaña tampoco.
-Peor sería forjar una mayoría artificial que no representara a esa emulsión amorfa, evanescente, contradictoria, a la que solemos llamar sociedad.
-Pero para lograr que el gobierno -cualquier gobierno- pueda hacer prosperar sus iniciativas en el Congreso se requiere de una mayoría, sin la cual la traída y llevada gobernabilidad en su sentido más pedestre se vuelve imposible.
-Bueno, si no se tiene la mayoría hay que construirla. Y para eso está la política, es decir, la capacidad de sumar a partir de plataformas que en principio no necesariamente son coincidentes.
-Pero eso pasa más en la teoría que en la realidad. En la práctica, cuando un gobierno no cuenta con una mayoría legislativa que lo apoye, las oposiciones hacen todo lo posible por colocar obstáculos, que al final -piensan- les pueden redituar a ellos.
-Es parte de la lógica democrática. Si por algo me gusta esa forma de gobierno es precisamente porque en su base está la capacidad de ofrecerle un lugar en los espacios de la representación a la diversidad de corrientes políticas.
-Pero todo con medida... como dice el comercial. Entre la pluralidad que coexiste en la sociedad y la que debe aparecer y comparecer en los cuerpos legislativos están las fórmulas de traducción de votos en escaños y las barreras legales de entrada para esa diversidad.
-Pero si esas barreras son muy altas y las fórmulas para la elección son refractarias a la variedad política puedes acabar desvirtuando el propio sentido de la representación.
-Siempre existe una tensión entre mayor representatividad y capacidad de construcción de una mayoría estable. Y dado lo que ha pasado en nuestro país en los últimos años creo necesario reforzar la segunda parte de la fórmula: la formación de una mayoría que apoye la gestión presidencial.
-Pues siguiendo tu misma fórmula, yo opto por la representatividad. Mucho le costó a México poder integrar al marco institucional a todas aquellas expresiones políticas con un cierto arraigo en el país. Militar contra ello es remar contra una de las corrientes principales del cambio democratizador.
-A ti lo que te gusta es el espectáculo de la diversidad: colorido, multiforme, contradictorio, expresivo, elocuente, pero desprecias la eficiencia, la eficacia, la capacidad de gobierno.
-Digamos que tú empiezas a correrte -en el sentido mexicano no en el español- hacia el aprecio a la disciplina, el orden, la capacidad de gobernar sin contrapesos, dándole la espalda a ese concierto de voces discordantes que no sólo están en las Cámaras sino en las escuelas, calles, bares, centros de trabajo y oficinas del país.
-Es que el desgaste de las instituciones políticas -por su incapacidad para tejer acuerdos- tiende a menguar el aprecio que las personas tienen por esas mismas instituciones. A estas alturas el sentido común instalado desprecia a nuestros políticos, a nuestros partidos, al Poder Legislativo. Y eso es peligroso.
-Pero no es cercenando a la pluralidad como podremos remontar esas pulsiones. Por el contrario, imagínate lo que sería hoy el país si en los circuitos de gobierno y legislativos no estuviese asentada, de alguna u otra manera, la variedad de ideologías y sensibilidades que lo cruzan.
-Hombre, en muchos países democráticos para que un partido tenga asientos en el Congreso se requiere de 4 o 5 por ciento de los votos. Y en Estados Unidos y la Gran Bretaña la fórmula de elección es a través de distritos uninominales, lo que posibilita y facilita la edificación de una mayoría. ¿No es eso democrático?
-No obstante, en la mayor parte de los países europeos y en la inmensa mayoría de los latinoamericanos el método de integración de los congresos es a través de la representación proporcional, y en Alemania esa representación es estricta: obtienes el 20 por ciento de los votos tienes el 20 por ciento de los escaños. ¿No es eso más democrático?
-Creo que será difícil ponernos de acuerdo.
-De acuerdo.
-Quieres una cerveza.
-Órale.

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