MIGUEL CARBONELL
El pasado lunes Jorge Carpizo presentó la propuesta de la UNAM en materia de combate a la inseguridad pública. Se trata de un documento amplio y complejo, que agrupa una serie de cuestiones indispensables para construir una política de Estado en materia de seguridad pública.
Es un documento que desnuda y evidencia los errores han cometido por autoridades federales y locales. Tiene razón Mauricio Merino cuando señala, desde estas mismas páginas de EL UNIVERSAL, que el documento presentado por la UNAM contiene la mejor definición del problema que se haya conocido, en términos de políticas públicas, así como la mejor propuesta democrática, ya que conjuga medidas para detener la impunidad, siempre respetando los derechos humanos y alentando la participación social.
El documento mide de la enorme dimensión que ha tomado la delincuencia en años recientes, el acelerado incremento de la violencia en la sociedad mexicana (sobre todo entre varones jóvenes) y el impacto que ello tiene no sólo en el respeto a los derechos humanos, sino también en la economía nacional. El tema de la inseguridad, aunque a algunos no les guste reconocerlo, ha impactado en el desempeño económico y ha lastrado nuestro crecimiento económico. Hay muchos países que compiten por atraer inversiones y es natural que aquellos con un entorno de violencia e inseguridad tan marcado como el nuestro estén en la última fila de destinos para los inversionistas.
También se señala que las autoridades no han sabido definir con precisión los temas que hay que analizar. Se utilizan sin ningún tipo de rigor o preocupación los conceptos de seguridad pública, seguridad nacional, seguridad interior, seguridad humana, etcétera. Cada autoridad entiende una cosa distinta y apela a un concepto diferente para explicar lo que hace.
Para comprender el origen del deterioro que sufrimos no hace falta ser vidente: hay responsables políticos muy claros e identificables. La UNAM señala que, en el combate a la inseguridad, “la confrontación entre los partidos termina por reducir las posibilidades de la acción colectiva”. Por eso millones de ciudadanos están hartos de ver día tras día los dimes y diretes de los políticos y su enorme egoísmo al momento de encontrar soluciones para nuestros problemas. Han prevalecido los intereses políticos y los proyectos de corto plazo, por encima de los intereses nacionales y las visiones de mediano y largo plazo. Los resultados están a la vista.
La propuesta abarca muchos temas que deberán ser analizados con detenimiento; quizá valga la pena destacar el asunto del lavado de dinero. Según señala la propuesta, el 10% del sistema financiero mexicano opera con dinero proveniente del narco. Éste mueve casi 30 mil millones de dólares al año. Frente a este fenómeno, el gobierno no parece haber reaccionado. En 2007 hubo sólo cuatro sentencias condenatorias por lavado de dinero en todo el país. En 2008 fueron 28 y en 2009 la cifra fue de 19, según datos del Cuarto Informe de Gobierno del presidente Calderón. ¿Y el resto del dinero que se lava en nuestros bancos, en la compra de inmuebles y vehículos, en la apertura de empresas con giros más que dudosos?
El documento culmina con la propuesta de 30 acciones que se pueden y deben tomar ya para combatir la inseguridad la impunidad. Su puesta en marcha exige nuevas actitudes de los políticos y la activación de una agenda social que ha brillado por su ausencia lo mismo en Ciudad Juárez que en Guerrero, Michoacán o Durango. Se apuesta por el desarrollo del empleo juvenil, la prevención de adicciones, una mayor fiscalización del gasto en seguridad, la prevención de la violencia contra las mujeres, una evaluación integral de nuestro deteriorado sistema de justicia penal, un diagnóstico objetivo de lo que pasa en las cárceles, etcétera.
Pero además la UNAM se pone tareas a sí misma para acompañar el proceso de puesta en marcha de todo lo anterior y para apoyar a los jóvenes en su búsqueda de un mejor futuro.
La UNAM vuelve a demostrar su compromiso con los temas que preocupan a la sociedad mexicana y, como lo ha hecho por décadas, aporta ideas, confecciona propuestas, genera discusiones, analiza alternativas y llama a la acción. Es eso lo que debe hacer toda gran Universidad. Bienvenido el debate.
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