lunes, 8 de agosto de 2011

LEY DE SEGURIDAD NACIONAL Y EXTREMISMO DOGMÁTICO DE LOS MÁRGENES

JAVIER CORRAL JURADO

A Fernando Belauzarán, batallador contra el fanatismo.

De enorme singularidad, por el preponderante trazo de su biografía y su dolorosa circunstancia personal, el movimiento social de Javier Sicilia pretende ser arrinconado y —quizá fracturado— por el segmento de los actores políticos que están metidos en él, de manera particular por aquellos que se vinculan al lopezobradorismo, entendido éste a la vez como la expresión más acabada de radicalismo, dogmatismo e intolerancia política que ha caracterizado a este sector de la izquierda mexicana.
Sostengo que eso está en el fondo de la reacción pública que tuvo Sicilia frente a la aprobación en lo general del proyecto de dictamen sobre las reformas a la Ley de Seguridad Nacional en la Comisión de Gobernación el martes 2 de agosto pasado y que se han aprovechado del desconocimiento específico que el poeta tiene sobre los proyectos que estaban a discusión.
De ahí su radicalismo verbal al llamar traidores a los legisladores y suspender el diálogo con el Congreso, como una forma de responder a esa presión interna de quienes ven en cualquier acercamiento con el Ejecutivo o con el Congreso —y sobre todo en la concreción de acuerdos— un rotundo fracaso de su estrategia de polarización y de la raja político-electoral que pretenden sacar de la causa de las víctimas de la guerra contra el narcotráfico. Bandera que ellos directamente no pudieron alzar con la fuerza moral que sí lo ha hecho Sicilia, pero que quisieran arrebatársela a la primera oportunidad.
Por eso también creo que si el movimiento de Sicilia está al margen de una intencionalidad político-partidista, en realidad sólo está administrando con esta medida la ruptura con ese grupo radical, porque así como ahora fue la Ley de Seguridad Nacional, vendrá después otro tema que, si no se plantea en los términos que quiera el fanático de López Obrador, el mote de traidor y de vendido se lo van a colocar al mismísimo Sicilia. Eso y no otra cosa ha hecho Andrés Manuel con su propio partido, al que lo tiene permanentemente amenazado con la ruptura si no se pliegan a sus designios y por supuesto que ha llamado traidores, vendidos y paleros a los legisladores perredistas que han osado contradecirlo.
Refiero todo lo anterior porque en realidad no había motivo para la reacción que se tuvo frente a lo aprobado por la Comisión de Gobernación y menos para llamarse engañados, y traicionados en acuerdo alguno. En el encuentro del Castillo de Chapultepec jamás se tomó la decisión de detener el proceso legislativo, ni de desechar en su totalidad las reformas a la Ley de Seguridad Nacional, es más, no hubo respuesta alguna al planteamiento de Sicilia sobre darle otro enfoque a esta reforma, que yo mismo expuse como una preocupación mía, por ese silencio tan ostensible de todos los actores políticos, toda vez que se sabía de la tensión creciente entre nosotros los legisladores por la existencia de dos proyectos que tomaban senderos distintos en la materia a legislar. Pero al mismo tiempo dije que no coincidía con la petición de Sicilia de "detener la Ley de Seguridad Nacional". Porque de hecho el poeta cree que se trata de una nueva ley de seguridad nacional y no es así, es una reforma que abarca una treintena de artículos a la vigente ley de Seguridad Nacional que data del año 2005.
De los ocho acuerdos del Castillo de Chapultepec no aparece por ningún lado la Ley de Seguridad Nacional. Eso fue una invención, un pretexto. De alguna manera ya se ha reconocido.
Luego se ha decidido introducir, ante el error, otro agravio. El que la decisión de la Comisión de Gobernación significó un desdén, un rechazo absoluto a su punto de vista y a su petición de ser escuchados, una cerrazón al diálogo. Lo cual también es, por lo menos inexacto, para no llamarlo falso.
El problema de fondo en esta interpretación de lo acontecido es que como varios de los integrantes del movimiento de Sicilia y de algunas de las organizaciones de derechos humanos que se presentan como "neutrales" o "apartidistas" han depositado su confianza en los diputados de Lopez Obrador y han hecho de ellos una correa de transmisión de sus posiciones, recibieron la peor lectura y descripción de la sesión de la comisión y dieron por sentado que así como les dijeron, así era. Que estaba aprobada la Ley de Seguridad Nacional.
Ni siquiera se aprobó en lo general un dictamen, sino un proyecto de dictamen conforme el artículo 173 del reglamento de la Cámara de Diputados, toda vez que son tres las comisiones a las que se turnó la minuta del Senado. Esa votación en lo general tuvo el enorme significado de optar por uno de los dos proyectos que estaban puestos en la comisión, y que en varios artículos que he publicado en El Universal he denominado a uno como el del Senado y al otro como el de la Sedena; éste último que había hecho suyo el grupo parlamentario del PRI, pero que evidentemente ha rectificado. Se votó partir de la minuta del Senado para la discusión y de inmediato quedaron reservados todos y cada uno de los artículos. Por eso en mi carácter de presidente de la Comisión dije durante la sesión: "A diferencia de lo que aquí algunos han opinado en donde ya dan por hecho ciertas actitudes o decisiones, creo que si algo relata y da cuenta de esta discusión, es que apenas empieza el debate a las reformas a la Ley de Seguridad Nacional... Y eso señala con toda claridad que vamos a ir a una discusión seria, responsable, minuciosa de los contenidos de la minuta con esos referentes".
¿A qué referentes aludía? Me vuelvo a citar: "Por supuesto que con el mayor referente que tiene la Cámara de los Diputados que es la Reforma Constitucional en Materia de Derechos Humanos, que después de mucho tiempo logró trasladar al artículo 29 de la Constitución parte de la Convención Americana de Derechos Humanos, que en su artículo 27 señaló cuáles de los derechos humanos y de las medidas de protección son absolutamente irrestringibles e insuspendibles en cualquier modo, de cualquier manera, y ese es un referente fundamental, como es un referente fundamental la decisión aquí referida de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Todo está abierto a la discusión de nosotros".
Luego agregué: "Pues miren compañeros, hay voces que vamos a tomar en cuenta, por supuesto que sí. La semana pasada se reunieron miembros de las organizaciones que conforman el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza el poeta Javier Sicilia, y centralmente pusieron como una de sus impugnaciones y preocupaciones el tema de la Ley de Seguridad Nacional. Por supuesto que recogemos esas voces de preocupación, como la de los ponentes que se presentaron y que nos otorgaron sus puntos de vista especializados. Vamos a hacer un trabajo minucioso, vamos a atender las voces ciudadanas. Lo que no se le puede pedir al Congreso y a los legisladores, en un momento como este, es no legislar, es no cumplir su trabajo, es no cumplir su deber".
"¿Es posible compatibilizar una reforma a la seguridad nacional con la Constitución y los derechos humanos? Es absolutamente compatible, es posible y ese va a ser el rigor, el cuidado con el que lo queremos hacer. Así queremos actuar. Por supuesto que está abierta la discusión, está abierto el debate, y compañeras y compañeros coloquemos por encima de nuestras diferencias naturales, de partido, o de formación filosófica o política, una realidad a la que no podemos eludir. Lo único que no puede seguir sucediendo en nuestro país es que la disposición del 89 constitucional, en su fracción VI, que autoriza al Presidente de la República el uso omnímodo del uso de la Fuerza Armada Permanente carezca de un marco legal que lo encuadre, y si lo encuadre que lo acote, y si lo acota que lo someta a los límites de la Constitución. Estoy absolutamente convencido de que todo lo que hagamos para encuadrar legalmente esa facultad omnímoda, hoy discrecional, será una ganancia para el sistema de los derechos humanos si lo hacemos con cuidado, como creo que con cuidado y equilibrio lo hizo el Senado de la República".
Estoy seguro que tras la decisión que hemos tomado con el Senado de la República de trabajar conjuntamente en la revisión de toda la reforma a partir de la figura de la Conferencia Parlamentaria, podemos reencauzar el diálogo con las organizaciones sociales, incluido por supuesto el movimiento de Sicilia. Lo que incluso puede derivar en otro enfoque o una enmienda más amplia al contenido de la reforma.
Lo curioso de todo este lamentable episodio es que, la globalización, la era de la comunicación y los valores liberales, no han logrado detener las posiciones extremistas tan peligrosas para una democracia. A pesar de las críticas, en muchos casos fundadas a los tres fenómenos sociales antes citados, es claro que han transformado la esfera pública y el intercambio comunicativo entre el gobierno y la ciudadanía.
El consejo en este contexto es ser responsables en nuestra participación activa en la esfera pública, no escudarnos en el anonimato para abusar del maravilloso derecho a la libertad de expresión, este abuso es frecuente por los extremistas de izquierda o de derecha.
Los extremistas, cualquiera que sea la ideología que profesen, se distinguen por su intransigencia; es decir, porque no buscan acordar entre dos puntos de vista diferentes, sino imponer a todos lo que a su juicio consideran justo; aunque a la vista de otros grupos no parezca. Se ostentan como poseedores de una verdad absoluta, viven abrazados a un dogma que nubla su entendimiento y les impide disfrutar de los mayores deleites de la democracia: el diálogo y la conciliación.
Por el contrario, el demócrata debe estar abierto a ceder, en reconocimiento de una pluralidad y de un mosaico cultural, para llegar a un punto intermedio entre las posturas en conflicto. La tolerancia es un valor fundamental muy pregonado pero a veces poco practicado.
La politóloga belga Chantal Mouffe, reconocida mundialmente por sus aportes en la revalorización de la doctrina marxista a la luz de las transformaciones de la sociedad contemporánea, ha identificado a lo político como aquello que cruza a todas las relaciones humanas; es decir, las diferencias y el antagonismo producto de la natural pluralidad social.
Sin embargo, la estudiosa pone como núcleo de entendimiento entre estas diferencias naturales a la actividad política. La política organiza la coexistencia humana en condiciones que son siempre conflictivas. Por ello es tan importante que la actividad política se aleje de los dogmas, mismos que deben permanecer sólo en lo religioso, pero nunca en la política o en la ciencia.
¡Qué remedio! Responsabilidad y tolerancia, además del consuelo que brinda uno de los ensayistas de la posmodernidad más famosos, Gilles Lipovetsky: "... Extremismo dogmático de los márgenes: lo que es más significativo es la fuerte estanqueidad existente entre esos dos polos, la impermeabilidad de las mayorías silenciosas a las presiones ultras. Los movimientos radicales se muestran incapaces de abarcar el todo colectivo, de arrastrar tras sus pasos a las masas afectas a valores de autonomía y prudencia. Los márgenes extremistas agitan las democracias en la superficie, poco en la profundidad, pero ya ninguna corriente mística está capacitada para apartar a la sociedad civil de su fuerte inclinación, los extremismos sacuden a la opinión en todas partes, pero fracasan al subvertir el ethos del individualismo tranquilo, ampliamente tolerante de la gran mayoría.”

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