martes, 9 de agosto de 2011

TELÉFONO DESCOMPUESTO

JORGE ALCOCER VILLANUEVA

El diálogo, para serlo, requiere de un piso común de información veraz, a partir del cual las partes manifiestan sus exigencias y se empeñan en resolver las discrepancias. Eso es lo que ha faltado en las pláticas entre el movimiento que encabeza Javier Sicilia con el Ejecutivo y con los legisladores, especialmente con los de oposición, que por no hacerlo enojar juegan al teléfono descompuesto.
Así lo ha reconocido el propio Sicilia: "Hubo un problema de comunicación, (los legisladores) dicen 'procedimientos legislativos', sí, pero nosotros no sabemos de eso, nosotros sabemos de la dignidad, de la humanidad y de la exigencia de la paz" (reforma.com, 7/08/11). Ante tal hecho, lo aconsejable es ayudar a componer el teléfono, al menos en el tema que produjo el enojo del Poeta.
La iniciativa de reformas a la Ley de Seguridad Nacional fue presentada ante el Senado (Cámara de origen) por el presidente Felipe Calderón el 23 de abril de 2009; después de varios meses de análisis, senadores de todos los partidos propusieron modificaciones sustanciales, con el objetivo de asegurar que la participación de las Fuerzas Armadas en el combate al narcotráfico y la delincuencia organizada se realice con apego a los derechos humanos, así como para que en la eventual declaratoria de "estado de excepción", que el Ejecutivo puede efectuar, no se suspendan ni vulneren derechos fundamentales, y además exista la intervención inmediata del Congreso.
El 27 de abril de 2010 -más de un año después- el Senado aprobó, por 105 votos a favor, 1 en contra y 1 abstención, el dictamen respectivo. La votación es prueba de un amplísimo consenso, no solo entre los senadores sino también con los organismos defensores de derechos humanos y destacados juristas. La Minuta respectiva fue turnada ese mismo día a la Cámara de Diputados, y desde entonces está en espera de turno al pleno. No es que en San Lázaro no haya pasado nada en más de un año; el problema es que el proyecto de dictamen, elaborado por diputados del PRI, propone retomar y aprobar varias de las propuestas presidenciales que fueron rechazadas o modificadas en el Senado.
Coordinadores y presidentes de comisiones de la Cámara alta informaron a los diputados que no admitirían tales cambios. El pasado periodo de sesiones ordinarias cerró sin acuerdos.
Realizado el encuentro con Javier Sicilia y su movimiento en el Castillo de Chapultepec, los diputados que integran las comisiones dictaminadoras aprobaron en lo general (con 1 voto en contra y 1 abstención) el mismo proyecto -que no tiene el visto bueno del Senado- reservando todos los artículos que integran el proyecto de Decreto. Aunque la aprobación en lo general permitirá discutir cada artículo en lo particular, resulta un absurdo que los diputados hayan admitido como base, así sea en lo general, un dictamen que ha sido incapaz de generar consensos en más de un año.
Hay un dilema de fondo: Sicilia y su movimiento exigen que las Fuerzas Armadas sean retiradas del combate al que fueron metidas hace décadas; mientras que la discusión legislativa sobre la Ley de Seguridad Nacional gira en torno a los límites que tendrán en ese combate, visto lo ocurrido en los últimos cuatro años. Si se atiende lo primero, lo que procede es desechar la Minuta y reformar la Constitución. Pero si se acepta que nuestras Fuerzas Armadas sigan participando en tareas de seguridad pública, al menos por un tiempo perentorio, el debate pertinente es el segundo.
No pocos legisladores optaron por lo "políticamente correcto": quedar bien con Javier Sicilia, ignorando el debate y los acuerdos previos, o incluso negando lo que habían aprobado. Por ser Cámara revisora, los diputados tienen la posibilidad de admitir o rechazar -en su totalidad- o modificar la Minuta del Senado; pueden pronunciarse a favor de la exigencia del Poeta y su movimiento, para lo cual requieren presentar una iniciativa de reforma a la Constitución. Todo se puede, dentro de los límites de los artículos 72 y 135 de la Constitución.
En todo caso, lo primero es hablar con la verdad. Los legisladores están obligados a dejar de jugar al teléfono descompuesto; Sicilia y su movimiento a ser claros en lo que proponen, y a tener un abogado conocedor del procedimiento legislativo... y de los tiempos del proceso electoral.

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