GENARO DAVID GÓNGORA PIMENTEL
El poder absoluto corrompe hasta aquel más humilde hombre con principios, y trae como consecuencia la represión, sufrimiento y coacción de la libertad a quienes pone en sujeción.
El concepto de seguridad hace referencia a aquello que tiene cualidad de seguro o que esta exento de peligro o daño. En este sentido, la seguridad pública es un servicio que debe brindar el Estado.
La sociedad tiene la necesidad de tener un gobierno que le de seguridad tanto interior como pública, en tiempos de guerra o paz. Sin embargo, hemos optado por ser nosotros quienes elijamos la forma en que nuestro gobierno nos brinde esa protección, desde el momento de estar en un país democrático y constitucional.
A través de los años se han librado muchas guerras, en donde hombres, mujeres y niños han dado su vida para hacer valer sus derechos de libertad e igualdad, así como firmado una cantidad de tratados internacionales para hacer valer los derechos humanos a nivel mundial.
Es cierto, que en la actualidad estamos combatiendo una guerra contra el narcotráfico, que se nos está yendo de las manos, pues lejos de que disminuya la cifra de muertes, la inseguridad va en aumento y lo más impactante es que no incluyen solo a los involucrados, sino también a víctimas inocentes que han perdido la vida, o han desaparecido, solo por estar en el lugar y momento equivocado, o ser puesto en mira por una simple sospecha de los militares, por la estrategia de ofensiva que tiene el gobierno, la cual no esta funcionando.
¿Quiénes son los que realmente sufren las consecuencias de esta guerra sangrienta? ¿Son acaso sólo aquellos que se sientan cómodamente en sus curules, en una silla presidencial, quienes tienen en sus dos extremos custodios o andan en transporte particular blindado? O, son a los que realmente afecta, aquellos civiles que no pueden dejar de ir a trabajar o a la escuela, para trasladarse, usan el transporte público o el medio que tengan a su alcance, y tienen que pasar por zonas que se han convertido peligrosas por que ya no importa si es marginada, urbana o de gran tránsito en su ciudad, ésta no tiene abasto para brindarles protección o seguridad mediante la policía estatal o federal, y necesita el auxilio del Ejercito, y que a pesar de ello, tampoco se logra obtener con éxito. Pues ya no solo estamos en peligro por los criminales, peor aún, por los que deberían de darnos protección y seguridad nuestra propia policía. ¿Qué se espera dándole al Ejercito el mismo poder? ¡Es lógico! Corrupción e impunidad, la cual abunda y lo que resulta en un pueblo totalmente oprimido.
Realmente a todos nos afecta estar en un ambiente de inseguridad y que el gobierno no esté haciendo el papel que le corresponde de garantizar la integridad física de los ciudadanos y sus bienes.
Hay una necesidad imperante de reforma de la ley por los acontecimientos actuales, una que de atención a las victimas, que regule la actuación y estrategias del Ejercito en su combate contra la delincuencia organizada.
Permitir leyes que vayan en contra de nuestros derechos humanos y las garantías individuales, eso tan solo no debemos contemplarlo. Por que son tan importantes que nuestra Constitución solo prevé y regula que suceda en casos excepcionales.
Sería un retroceso a nuestra historia, no hay que cansarnos de defender nuestros derechos y exigir que se hagan valer, no a la forma que solo a una persona o grupo les beneficie, sino a todos los mexicanos. Si es para el pueblo, preguntemos al pueblo
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