MARÍA AMPARO CASAR
Sabemos que las elecciones 2012 no están definidas y que, aún con la gran ventaja que siguen manteniendo el PRI y su candidato, el triunfo no está garantizado.
Pero lo que no puede negarse es que la posición privilegiada con la que arrancan el PRI y su candidato no les fue regalada: se la han ganado en buena lid. Dice Peña Nieto y dice bien que sus adversarios le tienen miedo al PRI: a su cohesión y unidad, a su organización y a su capacidad de movilización. Cada una de estas características tienen sustento y no encuentran paralelo en otros partidos.
Independientemente de los errores de sus adversarios que han sido bien aprovechados, lo cierto es que en los últimos seis años y con mayor éxito en los últimos tres, los priistas han trabajado de manera eficaz para construir el lugar que hoy ocupan. Sus ventajas hacia el 2012 son muchas y bien ganadas.
Su primera hazaña fue remontar el desprestigio del partido. En junio de 2006 el PRI era el partido con mayor porcentaje de rechazo entre los electores. Llegó a acumular 36%. Hoy es el partido con mayores opiniones positivas: por encima del 40%. Mientras que en 2006 solo el 23% se identificaba con ese partido, hoy el porcentaje de identidad partidista para el PRI fluctúa entre el 30 y el 39%.
Durante 5 años evitaron o lograron superar pleitos internos de forma tal que, por primera vez en los últimos 18 años, produjeron una sucesión interna tersa con un candidato de unidad cuya aprobación y popularidad son indiscutibles.
Desde que en este país se instalaron las condiciones de equidad indispensables para ser catalogado como una democracia electoral, no ha habido para partido o candidato alguno una ventaja electoral tan abultada como la que presentan hoy las encuestas. A seis meses de las elecciones, el PRI tiene una ventaja de alrededor de poco más de 20 puntos sobre su más cercano competidor y Peña Nieto una de 25%. Con toda seguridad la diferencia irá disminuyendo pero el comienzo es notable.
Estos son sólo algunos de sus aciertos. Quizá ya muchos lo olvidaron pero el PRI arrancó en septiembre de 2006 siendo la tercera fuerza electoral en la Cámara de Diputados y la segunda en el Senado. A pesar de esa posición desventajosa, logró dominar la agenda legislativa a través de una eficaz operación política en ambas Cámaras con Manlio Fabio Beltrones en el Senado y Emilio Gamboa en la Cámara de Diputados. Para 2009 había remontado su poco honroso tercer lugar y pasó a ser la bancada más numerosa en la Cámara de Diputados con el poder para decidir el destino de las iniciativas por sí mismos o con sus aliados del PVEM.
Del 1o. de diciembre de 2006 a esta fecha logró recuperar siete gubernaturas y controla la gran mayoría de los congresos locales. Hoy gobierna 20 estados que dan cuenta del 54.5% del padrón y de un porcentaje mayor de los recursos que ejercerán directamente los gobiernos estatales (sin incluir aportaciones federales). Estas cifras no son triviales. Estamos hablando de una sólida estructura territorial, política y financiera que a la hora electoral representa una superioridad importante en términos de movilización de recursos humanos y materiales y a la hora de gobernar una enorme ventaja política.
El desempeño electoral de los priistas en el último quinquenio les ha significado prerrogativas en los medios y recursos para actividades ordinarias y campañas políticas por encima de cualquier otro partido o coalición.
El PRI recibirá por sí solo 1,075 millones de pesos a los que habría que sumar los 313 millones para el PVEM y los 230 del PANAL. Lo mismo ocurrirá con los promocionales a los que tendrá derecho ya que, como en el caso de los recursos financieros, éstos se distribuyen 30% de manera igualitaria y 70% de manera proporcional. Para el PRI se asignarán 1.6 millones de spots en el periodo de precampañas y 5.8 millones para el periodo de campañas.
Las ventajas referidas no pueden tomarse como dadas. Representan en efecto un gran capital político pero, como todo capital, éste puede ser dilapidado. Si el PRI aspira a ganar, tendrá que seguir trabajando y cuidar lo que pacientemente y con tanto éxito ha construido en los últimos años. Crisis mal manejadas, errores de campaña o adversarios que hagan bien su chamba pueden dar al traste con las ventajas reseñadas. Lo que hoy parece ser una elección ganada mañana puede ser una elección muy competida y/o una elección a tercios.
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