jueves, 12 de enero de 2012

MÉXICO: UNA DEMOCRACIA DE ELECTORES, NO DE CIUDADANOS

GENARO DAVID GÓNGORA PIMENTEL
 
En nuestro país se confunde muy a menudo que ser solamente electores nos hace verdaderos ciudadanos y esto suma un déficit de calidad a la democracia, porque dicha calidad exige como imperativo que se pase de una democracia de electores a una democracia de ciudadanos. La construcción de ciudadanía otorga eficacia a la democracia.
En México a las personas se les conciben como un mecanismo que puede llevar a ganar en una contienda a un partido político, a un recortado número de personas con intereses propios, una práctica reprobable que sumada a muchas más han dejado a muchos partidos políticos en el descrédito ante la sociedad.
Desgraciadamente la forma en que se pretende resolver los desafíos en México, es restringiendo las libertades ciudadanas, protegiendo a los partidos y consolidando un sistema en el que la ciudadanía está ahí para servir a los políticos y no al revés.
Uno de los indicadores con los cuales trabaja la calidad democrática es el respeto de los derechos y la seguridad ciudadana, lo que está pasando hoy en nuestro país demuestra que la inseguridad, la violencia y la impunidad están marcando el rumbo de desastre del país, no solo por la delincuencia organizada sino también por el actuar de los cuerpos de defensa nacional en el ámbito de seguridad pública.
A finales del año pasado, Human Rights Watch dio a conocer el informe “Ni Seguridad, Ni Derechos: Ejecuciones, desapariciones y tortura en la ‘guerra contra el narcotráfico’ de México”; una investigación correctamente documentada en la que se expone la terrible realidad que enfrenta México en el tema de Seguridad Ciudadana, la cual se perfila como uno de los retos más grandes y urgentes que tendrá que enfrentar y resolver nuestra futura administración federal.
La democracia en México, es poco profunda, superficial y turbulenta. La participación política, aunque amplia en momentos electorales, no trasciende al voto. La alternancia en el poder parece que no hace más que transferir los problemas nacionales de un desventurado lugar a otro.
La educación es un valioso punto de partida de cualquier cambio en cualquier tiempo, el conocimiento es la base para que los súbditos de este país se comporten como ciudadanos, que exijan sus derechos, que demanden rendición de cuentas, que pidan transparencia. Tal vez pueda tomar tiempo conformar una masa crítica de ciudadanos que constituya un verdadero contrapeso a la empequeñecida clase política que reina en el país, pero no es imposible todo radica en que nos decidamos a empezar.
Necesitamos una ética ciudadana que nos lleve a todos de común acuerdo a hacer lo que nos corresponde hacer a cada uno, para levantar y reconstruir una democracia de ciudadanos en nuestro país, la libertad siempre debe servirnos para ser mejores.
No olvidemos que “Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir” José Saramago.

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