ISSA LUNA PLA
En el centro de las elecciones de la isla de Sicilia, Italia, en el 2006, se discutía el vínculo del gobierno con la mafia. Recuerdo las noticias de esas elecciones en los diarios nacionales e internacionales y describieron una situación excepcional en el territorio. De manera abierta y por primera vez los sicilianos se plantearon la pregunta de elegir o no un líder vinculado a la mafia.
Esta apertura coyuntural solo fue posible porque en el 2005 Rita Borsellino anunció que contendería en las elecciones. El diario español El País tituló un reportaje “Rita Borsellino, sola contra la mafia”, y relató que Rita llevaba una década recorriendo Italia para hacer conciencia entre la sociedad civil sobre la necesidad de regenerar la política y el tejido social. Le llamaron el fenómeno Rita anti-mafia.
En la contienda electoral se dió un cara a cara entre el candidato demócrata cristiano Salvatore Cuffaro y Rita Borsellino. Cuffaro fue librado de diversos juicios por corrupción y vínculos con la mafia solamente un año antes de contender por el gobierno de Sicilia en mayo de 2006. Por esas fechas, Romano Prodi nombró como ministro de justicia a un político controversial que confesó estar vinculado a la mafia.
Las elecciones ofrecieron una exclusiva posibilidad a los sicilianos. Elegir el cambio radical, buscar la reestructura de las instituciones y limpiar el gobierno de corrupción. Rita era ícono del movimiento anti-mafia y víctima, sufriendo la pérdida de su hermano en 1992 mientras participaba en una cruzada para limpiar el gobierno de mafia. El sentimiento social del momento podría ser descrito como el momento de la verdad, donde la sociedad elegiría entre el cambio o la perpetuidad.
Al término de las elecciones El Independiente proclamó en su nota “Sicilia elige a gobernador vinculado con la mafia”. La contienda fue definitivamente reñida, Cuffaro ganó con el 53.1% de los votos y el fenómeno Rita había conseguido sacudir los comicios, pero no alcanzó los suficientes votos para ganar.
La ganancia de Rita fue amplia. Fortaleció la corriente progresista dentro del partido social demócrata y motivó la conciencia social, sembrando la semilla de la posibilidad de que la mafia podría perder el poder en algún momento. Vendió la idea de que un gobierno sin funcionarios corrompidos por la mafia era una expectativa válida.
Pero también develó la realidad más cruda de los sicilianos; una sociedad terriblemente atemorizada por las consecuencias de quitarle el poder a la mafia, porque lo ha vivido durante su historia y porque sus víctimas lo pueden contar. Porque es un pueblo que ha constatado que cada funcionario de gobierno que se enfrenta a la mafia lo hace solo y remando contra corriente arriesgándolo todo. Por que hablar del coraje y valentía de una sociedad entera, capaz de enfrentarse a la inseguridad, llega a ser una utopía, algo imposible de generalizar e inestático.
Cuffaro finalmente fue encontrado culpable en el 2008 por divulgar información de las investigaciones anti mafia al líder de la Cosa Nostra y recibió una condena a 7 años de prisión, después de haber sido gobernador y senador. Rita Borsellino es una diputada en el Parlamento Europeo del grupo de los social demócratas progresistas. Y los sicilianos tienen una vida tranquila mientras la mafia gobierne.
Las elecciones del 2012 en México tiene muchas semejanzas con las elecciones de Sicilia en el 2006. Aunque a muchos no les guste, el tema central de las elecciones es elegir un gobierno del narco o uno de anti-narco. En las estrategias de campaña de los partidos se intenta no comprometerse con este dilema, pero la “nostra cosa” está muy clara. Porque en esta materia o se está a favor o se está en contra. O se sacrifica la seguridad, o se garantiza a costa de todo, incluso de obtener un gobierno de corrupción sistémica vinculado al narcotráfico.
Los mexicanos por vez primera en el 2012 nos enfrentaremos a una elección donde discretamente se nos planteará este dilema. Estos últimos años conocimos las consecuencias de gobernar contra el narco; nos trajo desintegración institucional, cacerías de brujas, impunidad, cientos de miles de muertos y desaparecidos, e inseguridad en general, por supuesto.
Pero México se parece a Sicilia excepto por un elemento fundamental: aquí no hay un fenómeno Rita. Hay un movimiento de paz, de alto a la violencia, de exigencia de justicia. Carecemos de un movimiento de reestructura, una alianza progresista con una propuesta viable y sin errar, que haya surgido de una conciencia social y una convicción común sobre la necesidad del cambio. No hemos tenido tiempo de construir esa conciencia. Aquí, el tejido social no se regenera; sobrevive y quiere sobrevivir solamente.
La gran oportunidad que nos ha brindado la tragedia del fracaso estratégico y político del gobierno, era una única en nuestros tiempos: la de recapacitar y elegir lo mejor para nuestras instituciones y para la rendición de cuentas democrática. Sin embargo, la oportunidad tampoco significa tal, cuando las opciones políticas carecen de liderazgo, compromiso con el cambio y posibilidad de controlar el desajuste heredado. Así, si los sicilianos se enfrentaron al dilema de dejar de ser gobernados por la mafia; los mexicanos nos debatimos entre tener lo mínimo asegurado (la seguridad) o tener narco gobiernos corruptos. La disyuntiva es un falso dilema del cual no es fácil salir sin un fenómeno Rita.
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