domingo, 15 de enero de 2012

ISABEL

JAVIER CORRAL JURADO

Así como trocó su vida de una casi anónima profesora escolar a la de una ostensible activista social contra la delincuencia, así ha vuelto a sorprendernos Isabel Miranda de Wallace con el nuevo sentido que imprime a su vocación de servicio al decidirse contender por el Gobierno del Distrito Federal a través del Partido Acción Nacional.
Porque he tenido la oportunidad de conocer de su propia voz la valoración que hace de la disputa electoral, me imagino el difícil proceso por el que tan singular personaje de la llamada sociedad civil atravesó para resolver enrolarse en el sistema de partidos —tan vilipendiado por estas fechas—, y me entusiasma encontrar que en sus primeras explicaciones ha puesto el acento en las libertades que hemos conquistado y que, Isabel, contempla aún frágiles y en peligro de perderlas si regresara el PRI.
En estricto sentido no me impacta como a otros su tránsito hacia la búsqueda del poder, habida cuenta del impulso y empeño que demostró para la aprobación de una auténtica reforma política que incluyera las candidaturas ciudadanas, la reelección consecutiva de legisladores y la revocación del mandato, asuntos los tres vinculados con el empoderamiento ciudadano para acceder a los cargos públicos y someterlos a una clara rendición de cuentas. Lo que me llama la atención y, gratamente, es que mientras llegan esas figuras de la democracia participativa, ella decida no esperar hasta entonces (2015) para postularse candidata y que lo haga precisamente por el PAN. Es un gran mensaje de esperanza el que brinda ella y uno de apertura y renovación el que lanza el PAN al darle cauce a esa aspiración.
No faltará quienes —reconociéndole su gran valor en el activismo social—, ahora le critiquen el paso a la política-electoral. Dirán acaso, los de genuina voluntad que, al abandonar la neutralidad partidista pierden las organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil a un referente esencial. Sin conceder que su lucha pueda demeritarse, me parece que la ganancia es mucho mayor para la política en sentido amplio, y que ahí es donde su empuje, la estrategia de su arrojo, el valor individual con el que se enfrentó al mayor peligro y la ética de su convicción, son ahora más necesarios que nunca. Ahí está el verdadero atorón del desarrollo económico, político y social de México, en una clase política incapaz de enfrentar el riesgo, que casi todo lo determina bajo el cálculo electoral. Tomar decisiones desde la óptica del interés público, con valor y sin complejos es lo que necesita el país.
El de Isabel Miranda de Wallace me parece un razonamiento lógico cuando concluye que si no nos abocamos a las soluciones de fondo, la lucha de las mismas organizaciones sociales estará destinada a un largo, penoso batallar y que, aunque dudó asumir una agenda de partidos, ha puesto como condición al PAN respetar su libertad y autonomía, "tengo carta abierta para construir mi proyecto". Dice que tampoco declina la lucha social: “Lo único es que ahora tendré el poder, el presupuesto para hacerlo y eso es lo que los ciudadanos estamos buscando, si no para qué queríamos candidaturas independientes, para qué queríamos la reforma política”.
En realidad el paso de Isabel es el proceso natural de todo aquel que sirviendo a los demás se encuentra a así mismo, obviamente si es genuino el ideal de que las cosas sucedan, para lo cual no hay como el ejercicio del poder. Ella recuerda a muchos activistas —y con más dedicatoria a los que se alzan contra la política y los políticos—, que para que haya mayores frutos y nos cobije la sombra a todos, al árbol se le riega por la raíz y no por las ramas.
En el activismo social, al que la tragedia del secuestro y muerte de su hijo, el empresario Hugo Alberto Wallace Miranda, la volcó para enfrentar ese terrible delito y transformar su dolor en coraje y solidaridad por los demás, Isabel descubrió el vía crucis de la burocracia que viven quienes luchan por la justicia, los enredos en el entramado institucional y la negligencia oficial que retrasa soluciones. Por eso se hizo cargo ella misma, tras 5 años de denuncias e investigaciones, de dar con el paradero de los secuestradores de su hijo y hacerlos detener. De esa experiencia estoy casi seguro ha sacado de nuevo el temple para enfrentar un nuevo reto: gobernar a la ciudad más poblada del mundo.
Ese fue el mismo impulso con el que creó la Asociación Civil "Alto al Secuestro", desde la que combate ese tipo de crimen que es de los que más lastiman a la sociedad mexicana, ya que no solamente daña la víctima, sino a toda su familia, a sus ingresos y su entorno cotidiano. Gracias al trabajo de Isabel, el Congreso de la Unión con el apoyo unánime de todos los partidos aprobó la LEY GENERAL DE PROTECCIÓN A LAS VÍCTIMAS DEL DELITO DE SECUESTRO, lo cual representó uno de los mayores triunfos ciudadanos de los últimos años. Me enorgullezco de haber contribuido a ello porque, esta ley, a decir de la propia asociación de Isabel, "ofrece un enfoque integral y amplio a la figura de víctima del secuestro, considerando como víctimas directas aquellas en las que recae la conducta delictiva, y como víctimas indirectas a los familiares o personas cercanas a la primera. Este nuevo concepto permitirá brindar diversos derechos a la familia de las víctimas, ya que en algunos casos la atención se brinda solamente a la víctima directa, dejando a un lado su entorno familiar".
"Se crea la obligación de garantizar por todos los medios el derecho a no ser víctima del secuestro, ya que es un delito que flagela a la persona en todos los aspectos, por tal motivo, el Estado mexicano, en sus tres ordenes de gobierno, deberá crear programas encaminados a prevenir la comisión del secuestro y además que esos programas puedan ser supervisados, con el fin de garantizar su efectividad. La prevención del delito toma un aspecto integral y transversal en las políticas públicas y criminales de la autoridad, con esto se busca su efectividad en la aplicación".
Asimismo, dentro de los elementos de mayor relevancia se encuentran los beneficios para la víctima, los cuales van desde la interrupción de los procedimientos administrativos y judiciales en su contra, ya sean civiles, fiscales o mercantiles, hasta la asistencia especializada en materia de salud para que la víctima pueda tener una rehabilitación óptima. La interrupción de los procedimientos se da bajo el argumento de que la víctima se encuentra privada de su libertad injustificadamente o en que la situación de la familia es tal, que no puede ocuparse de otro asunto, que no sea el hecho de hacer todas las acciones posibles para ver de regreso a su familiar con vida.
Así también, se considera que los pagos de rescate sean deducibles de impuestos considerando que el ciudadano cumple puntualmente con el pago de sus impuestos y por su parte el Gobierno Federal o local, incumple con la obligación de proporcionar y de garantizar sus derechos fundamentales, que en este caso son la vida y la libertad".
Acción Nacional envía también un mensaje a la sociedad y recupera una de sus características fundacionales: ser instrumento y no fin de si mismo. El vértice por el que se pueden encontrar las aspiraciones más legítimas con las necesidades sociales más apremiantes.
Signo inequívoco de apertura, no sólo por la postulación de una candidata externa, esto es, que no es miembro del partido, sino por los términos convenidos: respeto absoluto a sus convicciones y a su posición de mantener y avanzar en los derechos logrados por las minorías y las mujeres en el distrito federal. “Dudé porque yo no quería tener una agenda de partido, esa fue una de las cosas que primero solicité y fui pidiendo algunas cosas para poder tener mi libertad y mi autonomía y se concretó”. Es fundamental que así haya sido; los partidos necesitan albergar biografías y ejemplos como los de Isabel.
Como lo dijo el Presidente de la República al entregarle. el 15 de diciembre de 2010, el Premio Nacional de Derechos Humanos: "Con su tenacidad, con su fortaleza de espíritu, con su elevada estatura moral, la señora Wallace ha enviado un mensaje fuerte y claro a toda la sociedad: que nadie, bajo ningún motivo, bajo ningún pretexto, bajo ninguna circunstancia, debe escapar de la acción de la justicia. La imagen que todos tenemos de Isabel Miranda de Wallace es la de una mujer íntegra, una mujer valiente y una mujer decidida".
Estoy convencido que con ese talante irá a la contienda electoral y será para bien del Distrito Federal y para salud de la República.

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