lunes, 7 de noviembre de 2011

LAS CONSULTAS POPULARES Y EL DULCE ENVENENADO

JAVIER CORRAL JURADO

Distante del ideal democrático que alberga una auténtica Reforma Política en materia de empoderamiento ciudadano, pero de innegables avances en esa ruta, las reformas constitucionales aprobadas finalmente este viernes pasado en la Cámara de Diputados tocaron 13 artículos de nuestra carta magna, y por esa virtud no podemos demeritar su importancia.
He señalado en varias colaboraciones anteriores que al eliminarse la posibilidad de la reelección consecutiva de legisladores federales y locales, la reforma perdió el calificativo de trascendental toda vez que esa figura sí nos hubiera colocado en un rediseño más o menos inmediato de nuestras instituciones, incluido por supuesto el sistema de partidos. Varias de las reformas constitucionales recién aprobadas deberán esperar a la legislación secundaria para hacerlas efectivas en el campo de la realidad. Sin embargo, es fundamental recalcar que aun con la mutilación de la reelección, las reformas tienen rasgos significativos y colocan el orden constitucional en una mejor posición frente al mundo.
Sin embargo, se han hecho afirmaciones falsas en estos días por parte de legisladores priístas sobre el verdadero contenido de lo aprobado, que además de dolosas pronto mostraran su ineficacia en términos del propósito distorsionador y caerán por el propio peso del procedimiento legislativo contenido en el artículo 72 constitucional, pues aún no concluye el proceso definitivo de aprobación.
El artículo 72 de la Constitución señala con toda claridad que un proyecto de ley o decreto que sea desechado total o parcialmente, o modificado en sus términos por la colegisladora se devolverá a la cámara de origen con las observaciones correspondientes, ante lo cual esa cámara —que en este caso es el Senado—, podrá aceptarlas o ratificar su minuta en los términos originales, y en este último supuesto regresará a la Cámara de Diputados para volver a discutirla.
En estricto sentido si el Senado ratificara su minuta original volvería íntegro todo el contenido, ni la reelección consecutiva de legisladores estaría definitivamente eliminada. Por eso digo que es una falacia lo que están diciendo algunos diputados del PRI en el sentido de que "el PAN y el PRD enterraron la figura de las consultas populares", al votar en contra de la propuesta del dictamen y por ese hecho no obtener las dos terceras partes que se requiere para modificar cualquier artículo de la Constitución. Hay que recordar que aún cuando el PRI tiene mayoría simple en el pleno de la Cámara de Diputados, no tiene la "mayoría calificada" como se le conoce a los dos tercios.
Es importante que la gente conozca las razones por las que, finalmente, a la hora de la votación en el pleno de sesiones decidimos no convalidar la propuesta del dictamen en materia de consultas populares, pues a diferencia de lo que se está diciendo no se trató de ningún error o mal interpretación del procedimiento, sino por una revaloración en el sentido de que los términos de la minuta del Senado, aun con mayores umbrales de firmas de solicitantes y participación de electores, contenía el mejor elemento para hacer factibles, útiles, eficaces y obligatorias las consultas populares en temas de trascendencia nacional: realizarlas en el mismo momento en que se celebre la jornada electoral federal, cada tres años, como sucede prácticamente en todo el mundo.
El proyecto de dictamen de la Cámara de Diputados ofrecía en este tema de la reforma al artículo 35 —derechos del ciudadano—, un dulce envenenado; si bien es cierto bajó el número de solicitantes equivalente al uno por ciento de los ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores para solicitar la consulta popular (en la minuta del Senado es el 2%), y también bajó el porcentaje de la participación ciudadana equivalente al 25 por ciento de la lista nominal de electores, para hacer vinculatorio el resultado para los poderes Ejecutivo y Legislativo federales y para las autoridades competentes, lo cierto es que al desligarla de la jornada electoral, le quitó el mayor aliciente e impulso a esa participación. El 25% de la lista nominal de electores representa en número de votantes, 20 millones. Ni siquiera un candidato a la Presidencia de la República los ha obtenido jamás.
Además bajo el pretexto de que cada tres años es mucho tiempo para escuchar al pueblo soberano, incorporaron el criterio de que se podrá realizar una consulta popular por año "y no podrá coincidir con el desarrollo del proceso electoral federal". Nuestro razonamiento es que ésta fórmula no sólo ocasionará un enorme gasto al erario, pues habrá que organizarlas como elecciones nacionales en todo el país, sino que terminaremos desprestigiando a estas figuras de la democracia semidirecta por la baja participación ciudadana —como le sucede a los partidos con el abstencionismo—, y además sin ningún valor en términos de su obligatoriedad.
No sólo es el estímulo a la participación de los ciudadanos en las consultas hacerlas coincidir con la jornada electoral constitucional, hay un ingrediente adicional tan importante como el anterior y es comprometer a las mismas campañas electorales, llámese partidos o candidatos, con definiciones esenciales de carácter doctrinal o ideológico, es volver las contiendas más programáticas y no sólo mediáticas en la promoción de imagen mediante la mercadotecnia.
Nadie debe tener duda de que los legisladores de Acción Nacional estamos apostados por este mecanismo de participación ciudadana, tanto en su vertiente de referéndum como de plebiscito, lo hemos impulsado en muchos estados del país, desde nuestro esfuerzo pionero en Chihuahua en 1992 cuando el PAN tuvo mayoría en el Congreso local. Pero queremos una figura que sea útil, y no un mecanismo de simulación que termine volviéndose contra las aspiraciones de los propios ciudadanos.
Es falso pues que esté enterrada o sepultada la consulta popular. Es menester recordar frente a la intentona de manipulación que en el Senado no sólo se consiguieron sobrepasadas las dos terceras partes de la votación, sino que en varios casos como el que nos ocupa, el consenso fue unánime. A ese consenso estamos regresando, con una variante: buscaremos que los senadores bajen los porcentajes requeridos en su minuta para que los ciudadanos soliciten una consulta y también el porcentaje para hacerla obligatoria a las Cámaras del Congreso, pero que mantengan su liga con la jornada electoral.
Si todo lo anterior no fuera suficiente para atajar la falacia, debo precisar que dentro de lo aprobado por la Cámara de Diputados que contó con las dos terceras partes de los votos, sí está contenida la Consulta Popular. Entre los artículos que se modificaron está también el 36, en materia de obligaciones de los ciudadanos mexicanos y entre éstas quedó contenida en la fracción III. "Votar en las elecciones y en las consultas populares, en los términos que señale la ley..."
De ratificarse en el Senado sólo lo aprobado por la Cámara de Diputados, la Constitución ya tendría incorporada la figura de las consultas populares, base suficiente para que la ley reglamentaria desarrollara todos los supuestos y emitiera los requisitos.

Posdatas:
1.- Sin asidero desde siempre para emprender contra mi persona alguna campaña de desprestigio, Televisa se solaza ahora reproduciendo en todos sus noticieros los insultos que el pasado jueves me lanzó el diputado Emilio Chuayffet Chemor en su errático, triste y penoso papel de Presidente de la Cámara de Diputados. Burdos en el manejo sesgado de la información sobre esa confrontación verbal, en la que por supuesto respondí, pero jamás descendiendo al lodo como lo hizo el exsecretario de Gobernación, la empresa de Emilio Azcárraga tuvo el buen cuidado de censurar mi participación en la tribuna, como lo hace desde años y prodigarle tiempo como jamás se imaginó el también exgobernador mexiquense. Ya es difícil que Televisa engañe a la gente, o por lo menos a toda la gente: frente a la burda manipulación de esa empresa, me llama la atención la reacción generada en redes sociales, de conciencia sobre el hecho, de denuncia y de afectuosa solidaridad. Las tres cosas las reconozco como frutos de una batalla colectiva.
2.- Estoy en Morelia, Michoacán, invitado personalmente por Luisa María Calderón, la Cocoa como la llamamos sus amigos, para acompañarla en varios cierres de su campaña a la Gubernatura. Con algo de experiencia electoral y mucho de vena periodística en la tarea de preguntar, escarbar, escrutar, detecto desde que llegué el ambiente de cambio. Aquí se huele, se siente, se palpa, que el PAN obtendrá la victoria el próximo 13 de noviembre.

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