JAVIER CORRAL JURADO
Cuando se verificó la parte más pública de la guerra de los mastodontes de la radiodifusión y las telecomunicaciones, esto es, el pleito entre el duopolio televisivo contra Telmex a propósito de las tarifas de interconexión, apareció con toda claridad una de las consecuencias más funestas que sobrevendrá, de confirmarse la autorización de la Comisión Federal de Competencia (Cofeco) a la fusión de Televisa-Iusacell en el negocio de la telefonía móvil: la colusión entre las televisoras para expulsar-censurar de la pantalla (tanto en contenidos informativos como publicitarios) a sus competidores.
Este es un hecho muy grave que de entrada no mereció sanción alguna por parte de la Cofeco, más bien su complicidad, siendo que en un país como el nuestro la televisión abierta es la principal fuente de información, entretenimiento y difusión de campañas publicitarias y, por lo tanto, la principal arena mediática de la competencia entre las telefónicas.
Televisa echó a Telmex de su pantalla cuando incrementó exponencialmente las tarifas de publicidad y ahora transmite anuncios de Iusacell (empresa de TV Azteca). Por su parte, TV Azteca expulsó de su pantalla a Dish, cuya meteórica y exitosa presencia en el mercado de la televisión satelital afecta a Sky (empresa de Televisa), éxito marcado sobre todo porque la empresa de los “platitos rojos”, perteneciente a la familia Vargas Guajardo, ofreció precios muy baratos y paquetes donde ofertó “lo que nunca te quisieron dar”, en clara alusión a la transmisión del noticiero de Carmen Aristegui a través del canal 52 de MVS, que en Sky fue censurado cuando éste se transmitía en W Radio, bajo el pretexto de una falla técnica.
Esa vertiente de censura no escapó al conflicto entre Telmex y las televisoras pues, quién lo diría, alcanzó al mismísimo Carlos Slim, en el momento de la inauguración del museo Soumaya, hecho que no existió para la televisión pese a la relevancia social y económica de esa obra de filantropía cultural.
Sin duda, el efecto más pernicioso de esa fusión entre las televisoras en el negocio de telefonía, es el de la concentración que se refuerza en quienes ya acumulan una gran cantidad del espectro y varias plataformas de transmisión de contenidos por virtud de las autorizaciones que el órgano “antimonopolios” les ha regalado. Entre las concentraciones más recientes autorizadas a Televisa están, en 2006, el 49% de Televisión Internacional TVI. En 2007, el 99.99% del capital social de Alvafig, empresa tenedora de 49% de Cablemás. En 2008, el 100% de Bestel, operador con la segunda red de telecomunicaciones de mayor tamaño en el país. En 2010 “resulta” ganador de la licitación de dos hilos de fibra óptica de la red de la CFE y en 2011 se engulle el 51% restante de Cablemás. Y ahora también tendrá el 50% de Iusacell.
Pero la complicidad de Cofeco por la que Televisa ha visto incrementar sus negocios y extender sus tentáculos tiene como argumento uno de los mayores absurdos no sólo en lo económico, sino también en lo técnico: considerar que el espectro de radiodifusión es distinto al de telecomunicaciones, esto es, no distinguir entre bienes del dominio de la nación, y servicio público concesionado. El recurso esencial (el espectro) es el mismo para ambos servicios, además que parece ignorar —¿o lo hace de mala fe?— el fenómeno de la convergencia tecnológica por el que se imbrican redes con servicios. Ésta fue la base con la que Eduardo Pérez Motta resolvió canalizar el espectro en la licitación 21, diseñada a la medida de Televisa.
La Cofeco tendría que tomar en cuenta el espectro radioeléctrico que ya controla Televisa gracias a los 321 canales de televisión que se encuentran en sus manos.
Raúl Trejo Delarbre lo señala con su característica contundencia: “No sería admisible que la autoridad considerase que las frecuencias concesionadas a Televisa son solamente para televisión y que la banda ancha controlada por Iusacell sirven sólo para telefonía. La convergencia tecnológica permite usos similares de todas esas bandas. La inversión en Iusacell-Unefon además significa la asociación de Televisa y TV Azteca para profundizar juntos su presencia en el mercado de las telecomunicaciones. El duopolio sería monopolio”.
Televisa es el acaparador más grande de frecuencias en México: tiene 257 concesiones para televisión abierta y el mismo número de frecuencias digitales en operación y reservadas hasta 2021. Con la intentona de Cofetel de modificar la política digital para autorizar la “multiprogramación” en estas frecuencias, esa empresa puede expandirse en cada plaza hasta por cinco canales adicionales en cada una de sus frecuencias. Televisa tiene tres cadenas nacionales y una regional, representa 60% de todas las concesiones, posee 71% de participación de audiencia y se lleva 70% del mercado publicitario de televisión, y gracias a la Cofeco tiene 50% del mercado de televisión restringida. Como su voracidad es insaciable, ahora van por más. Por supuesto, con la complicidad de las autoridades, en la época de mayor debilidad del Estado.
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