martes, 29 de noviembre de 2011

PAGAR DE MÁS

MARÍA AMPARO CASAR

Como era previsible se registraron las dos coaliciones que se venían cantando. ¿Cómo juzgarlas? Hace tiempo la política no se trata de principios y congruencia así que no queda más que hacerlo desde el punto de vista de los dividendos que se esperan. Como toda decisión, ésta acarrea costos y beneficios. El balance entre unos y otros inclina la balanza y sólo el resultado final dirá si la decisión fue la correcta.
Debe asumirse que se coaligan para maximizar sus posibilidades de triunfo en las urnas. Ya luego verán si eso se traduce en fuerza política a la hora de gobernar o de legislar porque las alianzas electorales no son sinónimo de alianzas parlamentarias.
De la coalición PRD-PT-MC (Movimiento Progresista) no hay mucho que decir. Hace tiempo vienen jugando juntos y su asociación, aunque más conveniente para los partidos chicos, le suma votos al PRD. Más cuestionable es la coalición Compromiso por México del PRI-PVEM-Panal.
Los costos y beneficios pueden verse desde tres perspectivas: la electoral, la de la militancia y la de la distribución del poder político que resulte de las elecciones.
Desde lo electoral la pregunta clave es cuánto suma al PRI su coalición con el Verde y el Panal. Difícil saberlo. Las pocas y más recientes encuestas que miden la intención de voto por partido para la elección de Presidente dan 2% al Verde y el Panal no alcanza siquiera a marcar (Buendía y Laredo, noviembre del 2011). Para diputados no les va mejor. Consulta da una preferencia de 1% al Verde y de 0.7% al Panal. A esto habría que agregar que la reputación de ambos partidos entre los ciudadanos es atroz. Las opiniones que no les son favorables rondan el 42% (BGC).
Se ha argumentado que el Verde tuvo en la elección del 2006 el 6.6% de los votos. Nada más alejado de la realidad. Ése fue el porcentaje que se le asignó por un convenio que establecía que si el PRI se llevaba hasta el 30% de los votos al Verde se le computarían el 6.6%. Por su parte, el Panal -que por ley tuvo que competir sin alianza- consiguió en la presidencial menos del 1%.
La otra lógica es que más allá de los votos que eventualmente podría llevarse el PRI gracias a la coalición, son votos que se le quitarían a otros partidos. Aquí hay un mal cálculo. En el escenario no estaba la posibilidad de que ni el Verde ni el Panal se aliaran con el PAN y mucho menos con el PRD. De no haberse juntado con el PRI habrían tenido que jugar solos.
No me queda más que pensar que lo que el PRI valoró, sobre todo en el caso del Panal, y con razón, fue su capacidad de operación política en los estados.
Pero lo más importante no es la decisión de ir coaligados sino los términos en que se pactó. ¿Pagó el PRI un precio demasiado alto? Creo que sí. Desde el punto de vista de la militancia y su estructura territorial en los estados, los términos de la coalición han generado un gran descontento por lo que se considera una desmedida cesión de candidaturas que impide la realización de procesos democráticos internos o la concreción de aspiraciones políticas de dirigentes priistas que habían venido trabajando esas candidaturas de años atrás, que de golpe se ven anuladas y que los llevaría a buscar otros horizontes.
Pero más allá de las divisiones internas que esta situación pueda producir, está el hecho de que a pesar de ser solamente una coalición parcial (126 de los 300 distritos de mayoría y 20 fórmulas para senador en 10 entidades), el PRI ha guardado para sí mismo 72 candidaturas a diputados cediendo 30 al Verde y 24 a Nueva Alianza. Para el caso del Senado, se reservó 11 y dio 5 a los verdes y 4 al Panal.
Esta cesión de puestos contrasta con lo que ocurrió en el 2006 en donde los verdes eran más valiosos pues el PRI tenía una posición mucho menos competitiva que la que tiene hoy en día. En el 2006 el convenio de coalición le asignó al Verde 24 puestos de 300 posibles y hoy le asigna 30 de 126. Así, si el Verde ganara en los puestos que compite en coalición (sin contar los que ganarán por sí mismos) tendría una bancada de 30 diputados contra una de 17 que tuvo en el 2006 o de 21 en el 2009. El Panal pasaría de 9 diputados en el 2009 a 24 en las próximas elecciones. Vaya negocio.
La pregunta es por qué si el candidato del PRI está por la formación de mayorías en las urnas, permitió un convenio de esta naturaleza. Imagino dos respuestas. O estará seguro de que su coalición se mantendrá todo el sexenio y actuará como una sola fuerza política. O está dispuesto a pagar el precio que quieran cobrar estos dos partidos por sus votos parlamentarios a expensas del proyecto que ha presentado ante la nación. Mal negocio.

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