viernes, 20 de marzo de 2009

18 DE MARZO

RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS

Ayer se celebró un aniversario más de la expropiación petrolera o nacionalización del petróleo. Sus fundamentos jurídicos fueron el artículo 27 de la Constitución que prohibía y prohíbe los contratos y la Ley de Expropiación de 1927, los cuales se aplicaron por el Presidente Lázaro Cárdenas del Río el 18 de marzo de 1938 a las compañías petroleras extranjeras. Es de recordar que distintos contratos colectivos regían las relaciones laborales en aquellas compañías. La consecuencia de la expropiación fue que la riqueza petrolera que explotaban las mismas se volvió propiedad de la nación mexicana. En la teoría, en el texto constitucional. ¿También en la realidad? Hace poco menos de un año se organizó en el Senado de la República un foro para analizar las iniciativas del Presidente Calderón en materia petrolera, en especial lo concerniente a un nuevo artículo 6º de la Ley Reglamentaria del Artículo 27 Constitucional, autorizando contratos, siendo que el párrafo sexto del citado artículo 27 los prohíbe expresamente. Los resultados del foro se conocen de sobra, habiéndose aprobado la Ley Reglamentaria propuesta por el Presidente de la República. El hecho es que el aniversario del que hablo debió ser en mi concepto luctuoso. Con la crisis de inseguridad pública encima y sin resolverse, con la crisis económica agobiándonos, propietarios los mexicanos de una riqueza muy importante pero con claras y descaradas filtraciones disfrazadas de contratos en la Ley Reglamentaria que cito, violadoras de nuestra soberanía e independencia, ¿se pudo festejar honestamente el pasado 18 de marzo? La verdad es que pocos, muy pocos, auténticos "privilegiados", líderes o no, políticos o serviles y rastreros funcionarios con careta de administradores, han gozado de los beneficios de PEMEX. Y para colmo el asunto se ha vuelto botín de partidos políticos con fines exclusivamente electoreros.Ahora bien, lo grave, lo preocupante, es la noticia, aparte de su veracidad o no, de que el hoy director de PEMEX, Jesús Reyes Heroles González.Garza, cuando en 2005 fue presidente del Consejo de Administración del Grupo de Economistas Asociados (GEA), cabildeó a favor de los intereses de la compañía norteamericana "Mexssub". Se dice que sus gestiones no prosperaron entonces pero que ahora, en su calidad de director de la paraestatal, ha reactivado con éxito sus antiguas diligencias. Es necesario, impostergable, aclararlo y sin que quede el menor resquicio de duda. De cualquier manera el panorama general del país es desolador, y agrego que en casos así el optimismo ciego y exagerado es una irresponsabilidad. ¿O no es desolador acaso constatar cotidianamente la creciente e incontrolable ola de violencia, la inmoralidad y deshonestidad rapaz de ex funcionarios y funcionarios, la violación del fondo y de la forma de la Constitución, la promulgación de leyes que de nada sirven ni han servido para detener a la delincuencia? Y ya aparecen en carteles de propaganda política los nombres de los aspirantes a cargos de elección popular. Sus promesas asombran. ¿Por qué? Porque como tales llevan sexenios, decenios, de ser exactamente las mismas. ¿Resistirá tanto nuestra esperanza, nuestra ilusión, incluso nuestro moderado optimismo? Ayer fue 18 de marzo. Y qué, dirán algunos. Pero lo intolerable es que se oigan tantas cosas nefastas y nos guardemos el comentario o la crítica para la mesa de café. Por eso la rueda del mal sigue girando. Es una rueda pesada cuyos goznes están hechos de resignación. Nos vamos acostumbrando, y es terrible, a que se burle la letra de la ley, a que se esquive con engaños y sofismas el valor de la honorabilidad, a que los cargos públicos sean prebendas escandalosas y a que la política, la acción política, vaya cayendo en la simulación y en el discurso antiretórico (ya que la retórica auténtica no admite el sentido despectivo). Y de pronto aparece en la prensa una noticia que enfurece con su descarga de oprobio, y la dejamos pasar. ¿Será verdad, será mentira? ¡Para qué averiguar! ¡México es así! Y en la maraña de los intereses creados, de los convencionalismos, nos vamos enredando todos. Es lo que ya no hay que permitir. Por eso la sombra de la duda produce un malestar que deprime.¡Fuera la duda! ¡Fuera la sospecha! ¡Que se aclare! Lo menos, lo menos a lo que tiene derecho el pueblo en estas horas aciagas es a que se sepa la verdad sin tapujos ni desviaciones.

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