1. Brindis.El triunfo del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) en las elecciones en El Salvador, es una de esas noticias que muestran que, en ocasiones, la historia puede tener desenlaces venturosos. La pacífica victoria en las urnas de Mauricio Funes, periodista, postulado por un partido político surgido de la guerrilla, frente al conservador partido ARENA, vinculado con sectores responsables de abusos militares y graves violaciones a los derechos humanos, era impensable hace apenas unos años. Para quienes se refieren con desprecio a “la democracia electoral” (¿hay o puede haber de otra en las complejas sociedades contemporáneas?), lo ocurrido en El Salvador demuestra la importancia de que existan cauces institucionales, abiertos, civilizados, para procesar las diferencias políticas y dirimir la llegada y la salida del poder político por parte de los distintos actores, cancelando o alejando la violencia y sus dolorosas secuelas.La alternancia, como prueba del ácido de un sistema democrático, que ahora ocurre en El Salvador, no borra la cruenta guerra civil que en los años ochenta dejó tras de sí 75 mil muertos, pero precisamente por ello da al país un horizonte distinto, donde la violencia puede ser conjurada por la política, por el reconocimiento del “otro” y su derecho a existir. Ese parece ser el talante del candidato ganador, cuando refiere que encabezará un cambio pacífico y cuando identifica su proyecto con el de Lula da Silva, con sus importantes programas sociales y su manejo responsable de la economía, y no con Hugo Chávez como siempre alertó la derecha salvadoreña.Sin duda, el nuevo gobierno enfrentará arduos desafíos, que con la crisis económica no harán sino crecer. De los ocho millones de salvadoreños, dos millones y medio viven en Estados Unidos y sus remesas representaron el 17% del ingreso en 2008, se ven menguadas por la recesión. El Salvador es un territorio de pobreza extrema extendida y riqueza concentrada: el 0.3% de la población tiene el 37% del ingreso nacional. Pero sobre esa frágil estructura social, que la política ofrezca opciones de cambio y alternativas reales es una señal que conviene apreciar y valorar en su justa dimensión.2. Lamento A. Lamentable la decisión del Consejo General del IFE el viernes 13 de marzo, cuando a través de una decisión dividida de cinco a tres consejeros electorales, decidió que no había violación a la norma electoral en la conducta de Televisa el 31 de enero y el primero de febrero. Aquel fin de semana, cuando dio inicio el llamado periodo de precampañas, los anuncios de los partidos políticos y de la propia autoridad electoral se presentaron, como se recordará, antecedidos por una cortinilla que sin mandato alguno introdujo la televisora, interrumpiendo eventos deportivos en vez de programarse en los intermedios junto a los espacios destinados a publicidad, y los spots se agruparon en bloques de tres minutos en vez de presentarse aislados como es habitual.Para la mayoría de los consejeros, esa conducta no implicó manipulación alguna a las pautas presentadas por el IFE y, ergo, la televisora cumplió la ley a pie juntillas. Según los consejeros, a lo largo de las campañas por venir, será válido que antes de cada anuncio de un partido o del IFE, la televisora introduzca una cortinilla predisponiendo a la audiencia frente a los mensajes que corresponden al Estado; también podrá insertarlos en pleno partido de futbol para causar la indignación del respetable, así como agruparlos en bloques de hasta seis minutos —tres al final de una hora, tres al principio de la siguiente—. Esas conductas, que no irían sino a romper el sentido de la transmisión de anuncios de los partidos que la Constitución y la ley prevén, tendrían el aval de esa mayoría de consejeros. Una vez más, una impugnación a tal resolución del IFE, y una sentencia del Tribunal Electoral dando cordura a la actuación de la autoridad administrativa, podrían enmendar el desaguisado.3. Lamento B. El gran acierto arquitectónico y como proyecto cultural que representa el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), se ven empañados sin sentido por la inclusión, en la exposición inaugural del museo, de la ¿obra? “Cantos cívicos”, del ¿creador? Miguel Ventura. En tal instalación se ofrece la reproducción de un conjunto de letras de cantos cívicos nazis, fotografías de Hitler, oficiales del ejército y soldados del nacionalsocialismo alemán, así como reproducciones de textos con apologías al nazismo y al mismo Hitler (buena parte auspiciados por el viejo José Vasconcelos, como se sabe, admirador del nazismo en su senectud). Todo ello rodeado de suásticas y signos de dinero, como si el problema del nazismo hubiese sido el afán de lucro o la avaricia. Pero nada, ni una imagen ni una palabra del Holocausto ni de los crímenes nazis.Las protestas que tal instalación generó, dieron lugar a que en el suelo, a la entrada a la misma, se pusiera una leyenda explicando que la intención no es exaltar al nazismo sino criticarlo. ¿De cuándo acá una obra de arte necesita explicación para no confundir?Hagamos un ejercicio de imaginación para identificar el sinsentido de la instalación comentada. Qué diríamos si nos encontrásemos en un museo universitario una instalación con fotos de Pinochet o Videla, y de sus oficiales que formaron parte de los Escuadrones de la muerte. Imágenes de ellos en días de campo, con sus familias, felices, y textos de revistas de la ultraderecha exaltando su valor para poner fin a la plaga del comunismo en América Latina. Y, claro, sin hacer una sola referencia a los detenidos ilegalmente, a los desaparecidos, a los torturados, a los niños arrancados a sus padres y regalados a familias leales a las dictaduras. Sería ¿sólo arte?Por favor, una universidad como la UNAM, que alberga el memorial del 68, precisamente para no olvidar, no puede dar cobijo a apologetas de Hitler —así lo sean por imperdonable ignorancia o por maldad supina.
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