miércoles, 11 de marzo de 2009

FIERAS

JORGE ALCOCER
Mañana concluirá el periodo de precampañas para la selección de candidatos a diputados federales, pero no dejaremos de ver y oír los mensajes partidistas en TV y radio, pues el Comité del IFE en esa materia decidió que la difusión continúe en las entidades federativas en que siguen en curso precampañas locales; es el caso del Distrito Federal y el estado de México, donde proseguirán hasta el 21 y 31 de marzo, respectivamente.El citado Comité determinó utilizar los canales 2 y 5 de Televisa, y -al parecer- 13 de TV Azteca, para la difusión de mensajes de precampaña local en el Distrito Federal y el estado de México, motivo por el cual en todo el país se verán spots que sólo interesan -es un supuesto- a los ciudadanos de la capital y del estado vecino. Por razones técnicas, es casi imposible que las televisoras interrumpan la señal de esos canales, para que los mensajes de partidos y precandidatos locales sólo se vean en las entidades correspondientes. Por tanto, de Sonora a Yucatán habrán de enterarse de los aspirantes a candidatos para delegado en Milpa Alta, o a presidente municipal de Tejupilco, así como de los llamados de los respectivos institutos locales para promover la participación de los chilangos y los mexiquenses. Tal situación no es culpa del Cofipe, sino de los acuerdos del mencionado Comité del IFE, con el respaldo de todos los partidos.En el balance preliminar de las nuevas reglas aplicables a las precampañas federales cabe apuntar que las decisiones partidistas dejaron sin sustento las intenciones de los legisladores. La hipótesis que impulsó la reforma en esta materia no se cumplió, pues los partidos decidieron utilizar métodos de selección interna que entregan la facultad decisoria a sus órganos dirigentes, o a convenciones de delegados, controlados por los gobernadores o por la dirigencia nacional. Los precandidatos de unidad (eufemismo para denominar el dedazo, individual o colegiado) son mayoría en todos los partidos, y en los casos en donde hay más de un precandidato, lo que no hay es precampaña, pues el reto es ganar el favor de los dirigentes, o del gobernador.Lo rescatable de esta primera experiencia es que los plazos de precampaña fueron, en general, acatados por partidos y aspirantes, ante el riesgo de hacerse acreedores a las duras sanciones que dispone la ley. La propaganda en TV y radio ha consistido en mensajes genéricos de cada partido, sin que -salvo excepciones- mencionen su propósito originario. En tales medios no hemos visto ni oído a ningún precandidato a diputado federal y para colmo, por otro exceso reglamentario, se prohibió a los partidos hacer referencia a la jornada electoral del 5 de julio.Tirios y troyanos privilegiaron la paz interna. Alertados por la experiencia reciente, optaron por lavar y planchar la ropa en casa, dejando con un palmo de narices a los afiliados y simpatizantes, a los que habían acostumbrado a participar en elecciones internas. No es la ley lo que motivó precampañas sin precandidatos, sino la situación interna de cada partido; los tres más grandes por el riesgo de canibalismo, los cinco pequeños por su debilidad estructural.El riesgo se comprueba en el caso del PRD capitalino, enfrascado en renovada guerra florida, con 153 planillas y 600 precandidatos en batalla por 56 candidaturas (16 para delegado y 40 para diputado local). Las facciones que se aglomeran bajo el membrete Izquierda Unida (sic) no pudieron alcanzar acuerdos para lanzar precandidatos comunes, lo que explica la proliferación de aspirantes.Por el PRD, para candidato a delegado en Xochimilco, compiten 11 aspirantes; en Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc y Azcapotzalco, 10 por delegación. Solamente en Benito Juárez y Miguel Hidalgo, bastiones panistas, se alcanzó el alineamiento en torno a los precandidatos apoyados por el jefe de Gobierno. En Coyoacán, el candidato de unidad se enfermó y declinó; se rumora que la enfermedad se la provocó el pliego de compromisos que una de las tribus le pidió firmar para el reparto futuro de cargos, plazas y presupuestos.En Iztapalapa los tambores de guerra suenan con estruendo. Uno de los grupos de la tribu Nueva Izquierda, encabezado por el diputado local Víctor Hugo Círigo, tronó en contra de Marcelo Ebrard, del secretario de Gobierno y hasta del procurador capitalino, a quienes responsabilizaron por "al menos siete incidentes de robo, secuestro e intimidación".Círigo, quien aún coordina la bancada perredista en la Asamblea Legislativa, declaró: "Existe una evidente estrategia de intimidación contra los que enfrentamos a la planilla oficial del Gobierno de la Ciudad (...) nos damos cuenta que hemos regresado a los tiempos en los que enfrentábamos al Salinismo en el DF" (nota de Jorge Pérez, Reforma.com, 26/02/09).Es explicable que ante el riesgo de que las fieras se salieran de control, los domadores de cada circo hayan optado -cuando pudieron- por mantenerlas enjauladas; sueltas causan destrozos y provocan heridos. Así están los partidos políticos; así concluyen, por ahora, las precampañas federales.

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