martes, 24 de marzo de 2009

¿DE DÓNDE TANTO RUBOR?

JAVIER CORRAL

Quién sabe de dónde tanto rubor, el PRI se rasga las vestiduras. En una especie de papel victimal se tira al suelo, se llama ofendido, agraviado ante el desafío público que le ha lanzado el dirigente nacional del PAN para que defina si concurrirá en el Congreso a aprobar las reformas pendientes en materia penal y de combate al narcotráfico, o con su omisión legislativa le seguirá haciendo el caldo gordo a los narcotraficantes.
Más allá del estilo o lenguaje que el dirigente del PAN utilice, el tema esencial es la negativa a colaborar de los gobiernos locales del PRI en la lucha contra la delincuencia, y la de sus representantes en el Congreso para dotar de mejores instrumentos legales a ese combate frontal.
Pero la polémica se ha ido por el tono y no por el fondo. Sabemos que en México lo anecdótico toma el lugar de lo fundamental, pero hay que advertir que esa orientación no es casual en este tema. El PRI se resiste a blindar en serio a la política electoral del dinero del narco, los gobernadores se esconden en la competencia exclusiva de la Federación para escabullirse de la responsabilidad, y sus diputados y senadores tienen detenidas iniciativas importantes enviadas por el Presidente en dos temas que reconfigurarían la colaboración estados-municipios-Federación, por una parte, y en un mayor aislamiento a la operación de las mafias del narco, por otra.
En el mayor problema que los mexicanos hemos enfrentado en materia de seguridad, el PRI no quiere hacerse cargo de nada, ni siquiera de la responsabilidad histórica de décadas de corrupción e inacción oficiales. Contestan con evasivas, sermones e insultos, incluso por parte de personajes a los que por supuesto la injuria no les queda; me refiero al caso del senador Murillo Karam, de mejor nivel que en el que se colocó.
Siendo el de la inseguridad y la violencia el tema que más preocupa a la población, el PRI quiere confinar toda la responsabilidad a los gobiernos del PAN en una estricta apuesta electoral, pero lo imposibilita su propia historia y la abultada carga de la complicidad de sexenio tras sexenio. A las supuestas víctimas de hoy se les ha olvidado su papel victimario de ayer. Así, con gran descaro y a nombre de “la visión de Estado”.
Un seguimiento riguroso de las declaraciones y los hechos de los dirigentes partidistas en esta materia daría claves más precisas para desentrañar los motivos de la actual confrontación verbal, pero también nos advertiría de una resistencia priísta a entrarle al toro por los cuernos.
Los medios, salvo contadísima excepción, no dieron puntual seguimiento a la postura del PRI frente a la propuesta del PAN de blindar las campañas, pero que fue delatora de su miedo a la inspección. Se dijeron espiados y perseguidos.
El narcomenudeo es la principal base de sustento y operación del narco. En la proliferación de lugares que comercian ilícitamente con estupefacientes está el tejido mayor de su “base social”. El Presidente presentó varias reformas a la legislación aplicable para que este delito sea perseguido también por las policías municipales y estatales y, con ello, establecer un frente común con la Federación para combatir eficazmente al narcomenudeo, pero el PRI dice que eso no se puede, aunque sepan que 95% de las policías del país son locales y sólo 5% federales.
Combatir el crimen requiere atacar su financiamiento, para ello se ha propuesto armonizar la legislación federal con las directrices internacionales en combate al lavado de dinero, estableciendo medidas para la adecuada coordinación entre autoridades fiscales y financieras y órganos de justicia estatales y federales, pero esto también duerme el sueño de los justos en el Congreso.
Lo más grotesco es que la iniciativa, también del Presidente, para aprobar la extinción de dominio de todos los bienes relacionados con los delincuentes, sus prestanombres y aquellos provenientes de la comisión de delitos está detenida, y oficialmente la representación priísta en el Senado ha dicho que no están de acuerdo con ella y la mantendrán detenida. Los delincuentes no sólo siguen operando desde dentro de las prisiones, sino que cuando logran sali, también recuperan los bienes asegurados.
Por supuesto que la pregunta es totalmente pertinente: ¿de qué lado está el PRI en la batalla contra el narcotráfico?

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