JULIO JUÁREZ GÁMIZ
Lo que vimos hace unos días en la sesión del consejo general del IFE da un retrato fiel de los daños colaterales de la spotización de las campañas electorales. Concesionarios rebeldes, partidos que se desdicen, autoridades electorales que buscan pavimentar un campo minado y el desperdicio de tiempo aire en moneditas de 30 segundos. Un vochito de 4 cilindros que va por la autopista con su oxidado megáfono. Todos lo quieren rebasar. Tata ta tata.
La creciente presencia de contenidos noticiosos al minuto en las redes da cuenta de un ciclo mediático que no deja de generar contenidos. Las breaking news han adoptado el ciclo vital de las moscas: nacen, se reproducen y mueren en exactamente un día. Cuando un spot entra al ciclo noticioso lo hace en esa lógica. Los medios buscarán las reacciones de manera inmediata. Los equipos de campaña harán lo posible por controlar los daños del ataque inmediatamente, no cuatro días después. Salvo que alguien contrate de nuevo a los estrategas de López Obrador, claro está.
Vea la cobertura noticiosa de un día cualquiera. Una trenza de pipsa diario, señales electromagnéticas y teclados internautas. La prensa nacional, más segmentada en agenda y diversa en contenidos, batea primero un número determinado de hits informativos. Los noticieros de radio matutinos van retomando varias de estas notas y agregan su propia lista de temas. Son el primer giro informativo de las notas abridoras. Buscan reacciones, desmentidos, contrapuntos y al filo del medio día cierran la primera entrada con una definición de los temas y reacciones del día. Mientras tanto las redes sociales generan tráfico sobre estos temas y, a su vez, se transforman en insumo informativo para los portales electrónicos de los principales sitios de noticias en Internet.
Los noticieros de mediodía hacen un seguimiento de los temas fijados en la primera jornada informativa y van conformando una segunda partida de temas y actores. Redes sociales y portales electrónicos harán lo propio y, empujarán las notas que eventualmente encontrarán un espacio en el peleado tiempo de los noticieros estelares de las cadenas televisivas.
Cuando estemos en campaña los spots de los partidos comenzarán a transmitirse desde las seis de la mañana de manera escalonada hasta la media noche. Para que los spots encuentren un espacio en los medios tendrán que competir con otros acontecimientos ‘noticiosos’. Son realmente muy pocos los que pasan el filtro y serán, precisamente, los más controversiales los que lo hagan. Aparte del ‘cállate chachalaca” y el “manos sucias” cuántos spots fijaron la agenda de los medios en 2006. Persuasivamente hablando, los spots que hacen nota pesan mucho más que la gran mayoría de ellos que se diluyen en la pauta publicitaria de cada medio.
Lo he expresado desde la publicación de la reforma electoral 2007-2008, el modelo de comunicación política, definido por los partidos políticos no por el IFE, le quitó al spot la capacidad de interactuar con los contenidos de los medios caracterizados por ciclos noticiosos cada vez más cortos. Buscó meter en cintura a los concesionarios de la radio y la televisión para demostrarles que el Estado mexicano tenía aún el control del espectro radioeléctrico, al menos de 48 minutos diarios por estación radiofónica y canal de televisión. Intentó construir un modelo de comunicación basado en la repetición de mensajes de 30 segundos a costa de un modelo de negocio que depende enteramente de la venta de publicidad. Una medida más política que comunicativa. Todos perdimos un poco y ganamos casi nada.
El electorado ve hoy más spots políticos pero no podemos decir que esté mejor informado. Los medios perdieron por ventas de publicidad política en las elecciones pero siguen ganando por la compra millonaria de espacios de todo tipo para satisfacer la pretendida comunicación ‘social’, ergo política, de todas las oficinas de prensa en el país (sean estas rojas, amarillas o azules). Las autoridades electorales intentan llenar lagunas reglamentarias, en algunos casos haciéndolas más hondas, gracias a la ineficacia de los partidos políticos y el Congreso por redactar leyes secundarias que articulen preceptos constitucionales. De los tres consejeros vacantes mejor ni hablamos.
Los espacios para promocionarse en los medios siguen a la venta, se han incluso diversificado a falta de una regulación transversal en materia de publicidad y productos integrados. Por su parte, gobernantes, congresistas, candidatos, servidores públicos y partidos políticos siguen negociando como sea para asegurar minutos de promoción en la radio y la televisión. Así, la supercarretera de la información política irá atascada de vochitos persuasivos. El coche más lento terminó también siendo el más ruidoso. ¿Podremos escuchar otra cosa en las campañas que no sea su motorcito matraquero?
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