sábado, 18 de abril de 2009

EL CAMBIO EN EL GABINETE SE APEGA FIELMENTE AL GUIÓN

JESÚS CANTÚ

Calderón no se arredra ante las dificultades; enfrenta los problemas y toma decisiones, contrario a lo que sucedía con su antecesor
El Presidente Felipe Calderón repitió la dosis: sacó del gabinete a quien le reportaba magros resultados; le tendió un puente de plata y lo sustituyó con un amigo personal. Esa ha sido la historia del gabinete presidencial y el cambio en la Secretaría de Educación Pública, siguió fielmente ese patrón. Al margen de las limitaciones y simulaciones de la Alianza por la Calidad Educativa, que los expertos en el tema ya han revisado profusamente, su implementación naufragaba, entre otras razones, por las diferencias personales entre la ex titular Josefina Vázquez Mota y la lideresa magisterial, Elba Esther Gordillo, además de la falta de previsión de ambas para atajar las resistencias que la implementación de la misma enfrentaría en las dos estructuras: la burocrática de la SEP y la clientelar del sindicato. A pesar de las críticas y las dificultades, Calderón se empeña en sacarla adelante y en el discurso que dirigió durante la toma de posesión del nuevo titular, Alonso Lujambio, lo reiteró en dos ocasiones: primero cuando lo instruyó a dar continuidad a la agenda educativa del gobierno federal "para transformar a México y cuyo eje es el mejoramiento de la calidad de la educación en todas las regiones del país y, particularmente, la Alianza por la Calidad Educativa." Y, posteriormente, cuando también lo instruye a "dar cumplimiento puntual a los compromisos establecidos en la Alianza por la Calidad de la Educación, a fin de mejorar la capacitación, la formación y las condiciones de trabajo de las maestras y los maestros de México." En la SEP sucedió lo mismo que en los casos de Beatriz Zavala, en la Secretaría de Desarrollo Social; Francisco Ramírez Acuña, en la de Gobernación; Eduardo Sojo, en Economía; y Luis Téllez, en Comunicaciones y Transportes, cuando su permanencia no garantizaba el cumplimiento de los objetivos, optó por el cambio. También como en todos los casos precedentes, la única excepción fue la de Ramírez Acuña, su salida de la Secretaría siempre se complementó con el encargo de otra encomienda. En el caso de Zavala, regreso a su curul en el Senado y además le asignaron un puesto en el Comité Ejecutivo Nacional del PAN, que de hecho fue el pretexto para renunciar a la Sedesol; en el de Sojo, su designación al frente del órgano de Gobierno del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática); en el de Téllez, primero como su asesor personal en materia económica y unos días después, como presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, pues nadie puede creer el gobierno fue ajeno a dicha elección. Ramírez Acuña fue el único que tuvo que construir su propio camino, pues en su relevo no hubo encargo ulterior, sin embargo, el 29 de marzo ganó la contienda interna y será el candidato panista en el Distrito 10 de Jalisco, con cabecera en Zapopan, uno de los que tradicionalmente gana el blanquiazul. Su experiencia como legislador, tanto local como federal, como ex Gobernador y ex titular de Gobernación, lo hace de inmediato un fuerte candidato a coordinar la bancada de su partido. La salida de Vázquez Mota se da con el pretexto, y de hecho hasta formalmente le agradeció a Calderón, que le haya permitido hacerlo, de que aceptaba una candidatura plurinominal para integrar la próxima Cámara de Diputados y, también en su caso, de inmediato se especuló con la posibilidad de que sea la próxima coordinadora. Sin embargo, ya son tres los candidatos a serlo: César Nava, Francisco Ramírez Acuña y Vázquez Mota y, aunque hay lugar para dos, uno, coordinador; y otro, vicepresidente y presidente, alternadamente, de la Cámara, como resolvieron en el Senado, con Ricardo García Cervantes, no hay para tres, así que uno de los tres tendrá que conformarse con una vice coordinación o, simplemente, la presidencia de una comisión importante. Y en el relevo tampoco hay sorpresas, Calderón constituyó desde el inicio de su mandato un gabinete fundamentalmente calderonista más que panista, es decir, con colaboradores allegados a él personalmente y sin dejarle posiciones al partido. Pero en cada relevo esto se acentúa más, nuevamente con una única excepción, la designación de Fernando Gómez-Mont, tras el deceso de Juan Camilo Mouriño. Así, en la Secretaría de la Función Pública, único cambio en el gabinete que no se realizó por estas razones, cuando Germán Martínez renunció a la misma el 27 de septiembre del 2007, para buscar la presidencia del PAN, designó a Salvador Vega, subsecretario de la misma dependencia y michoacano, al igual que Martínez y Calderón. En Sedesol, en la segunda designación, recurrió a Ernesto Cordero, que ha estado cerca de Calderón desde que éste coordinó a los diputados federales blanquiazules en el período 2000-2003 y a quién en una primera instancia había designado en la Sub secretaría de Egresos de Hacienda; y en Gobernación, a su fiel operador político desde la misma época, Mouriño. Posteriormente, con la salida de Sojo, recurrió a Gerardo Ruiz Mateos, quien se encontraba en la Oficina de la Presidencia; con la obligada renuncia de Téllez, tras los escándalos en la SCT, echó mano de Juan Molinar Horcasitas, amigo de toda la vida de Calderón e integrante del cuarto de guerra durante la campaña presidencial del 2006; y, ahora, con la salida de Vázquez Mota, volteó los ojos hacia Alonso Lujambio, quien se desempeñaba como Comisionado Presidente del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública Gubernamental, pero también amigo cercano de hace muchos años del Presidente, pues aunque él nunca ha militado en el PAN, su padre como el de Calderón fueron de los fundadores del blanquiazul. El caso de Gómez Mont, como segundo relevo en Gobernación, no se apega totalmente a la misma lógica, sin embargo, tampoco es del todo sorprendente, pues aunque nunca fue tan cercano a Calderón como el resto de los relevistas, también fue su contemporáneo en la Escuela Libre de Derecho y es miembro de una familia de prominentes panistas. Cuando todavía no cubre la mitad de su sexenio, Calderón ya tuvo que cambiar casi a la tercera parte de los secretarios de Estado, 19, considerando al Procurador General de la República, en las dependencias que más presupuesto ejercen, SEP, Sedesol y SCT, y de mayor importancia política (Gobernación); para los relevos recurrió principalmente a los integrantes del cuarto de guerra de su campaña electoral, pues allí estuvieron: Vega, Mouriño, Cordero, Ruiz Mateos y Molinar Horcasitas. Así en el relevo no hay ninguna sorpresa, se apega fielmente al guión: Calderón no se arredra ante las dificultades; enfrenta los problemas y toma decisiones, contrario a lo que sucedía con su antecesor; y, nuevamente recurre a sus amigos para tratar de superar las obstáculos.

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