lunes, 13 de abril de 2009

LA PAUSA LEGISLATIVA

MIGUEL CARBONELL

El tiempo sigue corriendo para nuestros legisladores. Todo indica que no podrán sacar adelante las muchas leyes importantes que siguen teniendo en la “congeladora” legislativa. Pongo algunos ejemplos:
a) No se ha visto todavía una respuesta legislativa robusta para hacer frente a la profunda crisis económica por la que estamos atravesando; los congresos de otros países tomaron las medidas oportunas hace meses. En México nuestros legisladores organizaron un pequeño foro, cuyas conclusiones siguen estando en el cajón de algún asesor parlamentario.
b) No parece correrles prisa a los representantes populares para aprobar una profunda reforma laboral que haga más competitivo el mercado de trabajo y proteja con seriedad y rigor los derechos de los trabajadores; desde hace años tienen varias propuestas que se han presentado en forma de iniciativas de reforma: no han tenido la voluntad para aprobar ninguna de ellas, pero tampoco han explicado qué es lo que no les gusta de cada una.
c) No se les ve preocupados por violar día tras día la Constitución al no haber aprobado una nueva Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública, como lo tenían que haber hecho desde julio del año pasado por mandato de nuestra Carta Magna, según lo dispone una reforma que ellos mismos aprobaron.
d) Nadie se ha hecho cargo de diseñar las muchas modificaciones legales que se deben desprender de la reforma penal a la Constitución, la que introdujo los juicios orales, la presunción de inocencia y otros avances importantes para el sistema jurídico mexicano; el país está bajo asedio de la criminalidad organizada, pero los legisladores no avanzan en las propuestas que hagan más ágil y mejor nuestro sistema penal.
Por si fuera poco, el escenario político actual, el inminente arranque de las campañas electorales, la definición de los candidatos, los denuestos entre los partidos y el acalorado clima político son elementos poco propicios para llegar a acuerdos. El tortuoso trámite de la ley federal sobre la extinción de dominio ilustra muy bien que los ánimos en las cámaras no están nada serenos. Algunos legisladores estuvieron a punto de cerrar una discusión a puñetazos cuando se les acabaron los argumentos. Una vergüenza más en la historia de nuestra denostada clase política.
Quizá sea ingenuo suponer que el breve periodo vacacional de la Semana Santa que inicia en estos días sirva para que nuestros representantes hagan cuentas de los muchos pendientes que les quedan. Sin embargo, el deber de una ciudadanía activa es recordárselos sin pausa.
Deberían considerar que regresando de vacaciones tendrán poco más de dos semanas antes de que se clausure el periodo ordinario de sesiones. Una vez decretado el receso los diputados ya no volverán a sesionar en pleno. Es decir, se trata de la última oportunidad para entregar buenas cuentas a la sociedad que paga su salario y les exige que cumplan con su tarea, y no solamente que vayan a cobrar sus exorbitantes quincenas.
Obviamente, nos van a decir que hicieron cientos de modificaciones y que fueron una Legislatura que se cuenta entre las más productivas de la historia del país. A lo mejor es cierto, pero también lo es que esos cientos de modificaciones y esa productividad no se han reflejado en un cambio real para millones de mexicanos. De hecho, muchas de las iniciativas que la publicidad de una cámara dice que fueron aprobadas se quedan pendientes en la otra cámara, de forma que nunca se llegan a publicar en el Diario Oficial ni mucho menos llegan a entrar en vigor. Tampoco en materia de comunicación social las cámaras han estado a la altura de los tiempos que corren.
Ahora bien, si se observan las listas de candidatos que han sido ya registrados para integrar la siguiente Legislatura el desánimo sube hasta niveles insoportables. Líderes sindicales de dudosa probidad, deportistas retirados, dinosaurios que llevan décadas medrando en el presupuesto público, parientes de políticos retirados y un largo etcétera. Esa es la propuesta que nos ponen en la mesa los partidos. Y luego no quieren que suframos de indigestión.

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