sábado, 4 de abril de 2009

VERDAD HOSTÓRICA (II)

HERMILIO LOPEZ-BASSOLS

Al embajador Sergio González Gálvez*Se abasteció de víveres a la Embajada de México (10-11-89) ante la ofensiva e inmediatamente pidieron ingresar numerosos políticos y sindicalistas, varios fueron asilados. Nuestro agregado militar llegó de Guatemala. El FMLN atacó la casa presidencial, el Estado Mayor y varias colonias y pueblos aledaños a la capital. El Gobierno decretó estado de sitio y prohibió transmitir a ciertos canales de televisión. El día16, efectivos de las fuerzas armadas ingresaron a la residencia de los jesuitas y asesinaron a Ignacio Ellacuría y a cinco jesuitas más. En el amanecer, los jesuitas, la jerarquía religiosa, el embajador de Francia y yo, recogimos los cuerpos cuyos cráneos habían sido destrozados por las balas del ejército. Trasladé a dos jesuitas a la embajada (años después, presencié con el embajador de España el juicio donde se castigaron a los autores materiales, pero no a la cúpula militar responsable). En la misa de cuerpo presente, el provincial de los Jesuitas, José Tojeira, pronunció un discurso impactante ante la presencia del embajador de Estados Unidos, del Presidente y de Rubén Zamora que reaparecía; se inició una enorme ovación, todos de pie. Informé a la cancillería diariamente y con amplio detalle de estos hechos, y fue así que se convocó, - y ante la cobertura mundial de lo acontecido en la UCA- a una reunión de emergencia del Consejo Permanente de la OEA, donde el gobierno presentó un presunto informe de hechos, mientras nuestro representante pudo relatar con precisión lo acontecido. La OEA resolvió enviar a su Secretario General, quien voló en un avión mexicano, se instaló en el hotel Sheraton, se entrevistó con el Presidente y los militares, con algunos embajadores y con la Iglesia, mas no se le permitió hablar con el FMLN, el que envió un comando que llegó al hotel. (Dolosamente se dijo que Facundo quería asesinar a Baena Soares.) Vi al día siguiente el cuarto del hotel y los únicos impactos venían de arriba hacia abajo, es decir, eran disparos de la aviación militar. Llegaron asesores militares de Estados Unidos y Baena partió hacia el aeropuerto sin poder constatar todos los hechos. El General Ponce pidió que llevara a la tripulación al aeropuerto y fui por ella solo al hotel con la bandera mexicana en el cofre del auto diplomático, como les consta a varios periodistas mexicanos.El FMLN se retiró a sus posiciones y meses después se reanudaron negociaciones en México, Caracas, San José y San Miguel Allende hasta que llegó el momento culminante: decidir sobre las tierras y el destino de las fuerzas armadas. Convencimos varios embajadores a Cristiani de que viajara a Nueva York y minutos antes del fin del año 1991, se concluyeron los acuerdos. El 16 de enero ante el Secretario General de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, el de la OEA y nueve jefes de Estado, en el Alcázar de Chapultepec, se firmaron solemnemente los Acuerdos de Paz. Omití señalar, además, que fue México el garante de la entrega de proyectiles tierra-aire del FMLN a Nicaragua y que al suspender relaciones El Salvador con Nicaragua, fungí como Encargado de Negocios de este país por espacio de ocho meses. Concluí la misión con un muy largo testimonio a la Comisión de la Verdad. Llegó un contingente de 150 policías de caminos -no soldados- que se puso a disposición de ONUSAL.Con la máxima condecoración del Gobierno y la primera que otorgaba el FMLN, se dio por terminada la misión y pedí al Presidente mi traslado en 1992: primer embajador de México en Irlanda.Desde donde estés Schafik, gozas de la victoria de tu pueblo, y ahora vigilarás que el próximo gobierno ayude a los más necesitados -por los que tú infatigable, luchaste- y que haga de El Salvador, a pesar de su breve geografía, una fortaleza de luz y justicia para quienes creemos en el triunfo de la izquierda latinoamericana.*Artífice en la Cancillería de esta negociación, orgullo de la diplomacia mexicana.

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