Después de la decepcionante Cumbre del año pasado celebrada en Washington, dirigida por un presidente en pleno desprestigio, Gordon Brown y el Grupo de los 20 planearon una Cumbre que pudiera examinar todos los problemas económicos que están hundiendo al mundo y a la vez evitar otra crisis de tal magnitud. Con certeza, The Economist le llama "una agenda épica" que estimulará la economía, renunciará al proteccionismo y se reestructurarán los organismos económicos internacionales. Era necesario convocar a dicha Cumbre porque nos adentramos a las profundidades de la crisis, pero era imposible obtener resultados concretos en un día, especialmente porque era la aparición de Obama en Europa y su equipo de trabajo debe coordinarse.Se pronosticaba un choque entre Sarkozy y Merkel, quienes insistían en una nueva regulación al sistema financiero. Ellos mismos insistieron en el fin de los paraísos fiscales, cuya lista la proporcionó la OCDE: Andorra, Gibraltar, Liechtenstein, Barbados, Liberia, Bahamas, Bahrein, Belice, Bermudas, Islas Caimán, Mónaco, Panamá y Holanda. El G-20 sancionará a los países que no reconsideren su conducta y tendrán la obligación de informar las operaciones que realicen a más que en el futuro se aplicarán impuestos para penalizar cualquier tipo de intercambio con estos países. Por su parte, Lula sostuvo el reestablecimiento del crédito en el mundo. A fin de cuentas había que respetar el sistema neoliberal. Dentro de las promesas, sin duda lo más interesante es la inyección de 1.1 billones de dólares para reactivar la economía, especialmente en los países emergentes. Se triplican los recursos del FMI hasta 750 mil millones de dólares, se apoya una nueva partida de 250 millones de dólares de Derechos Especiales de Giro y se aseguran 100 mil millones de dólares en préstamos adicionales por parte de los bancos multilaterales de desarrollo. Este sin duda fue el gran éxito de Obama. Pero en la Declaración de Londres no se logra el paquete de estímulos fiscales que él proponía.La siguiente parte de la Declaración está preñada de intenciones de buena voluntad, como la ampliación fiscal concertada que salvará o creará millones de empleos. Los bancos centrales reducirán sus tasas de interés. Tomando un informe del FMI, se anuncia que se reducirá el crecimiento mundial a más del 2 por ciento a fines del 2010. Reconoce que los grandes fallos en el sector financiero y en la regulación y la supervisión financiera, fueron causa fundamental de la crisis. Por otra parte se establece el Nuevo Consejo de Estabilidad Financiera con mayores competencias, como sucesor del Foro de Estabilidad Financiera, que incluye todos los países del G-20, los miembros del FSF, España y la Comisión Europea. El G-20 acordó reunirse de nuevo antes de finalizar este año.En síntesis, la Declaración es nuevamente una suma de aspiraciones con el propósito de crear un nuevo orden mundial con la incorporación de los países emergentes. El G-20 no descuidó que la crisis financiera se va a extender hacia América Latina y el sudeste asiático. Al parecer, tanto Sarkozy como Merkel y Obama que hacía su presentación en el escenario europeo quedaron satisfechos. Pero los reclamos de los países emergentes y con ellos la expresión de otros numerosos países en desarrollo, no pueden quedarse con una promesa solamente. La estructura de Bretton Woods debe modificarse no solamente en la cuantía de su apoyo a los Estados sino también el manejo del poder que decide los préstamos y que impone condiciones.Quedó un tema para examinarse en Cerdeña, desbloquear las negociaciones sobre una nueva Ronda de liberalización del comercio mundial. La Ronda de Doha, como todos sabemos ha sido un absoluto fracaso. Allí varios países chocan e impiden el avance, tal es el caso de Estados Unidos y la India.
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