sábado, 4 de abril de 2009

LOS INTOCABLES

RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS

Es un poco de risa la reacción de la mayoría de los políticos nacionales ante la comparación que con Elliot Ness hizo el presidente Barack Obama del Presidente Calderón, misma que yo tomo como una especie de símbolo de lo que el norteamericano cree que es el mexicano. Cada quien tiene su manera de decir las cosas y suele ser saludable, sobre todo tratándose de políticos, fijarse más en el sentido de las palabras que en las palabras mismas. Para mí que Obama elogió a Calderón cuya imagen en el exterior, desde luego impulsada o promovida por la propaganda diplomática, es la de un gobernante decidido, valiente, dispuesto a todo trance a terminar con el flagelo de la delincuencia organizada y del narcotráfico. Por supuesto no se fijan en el exterior si los métodos, la logística o el procedimiento son los adecuados y los convenientes. Lo que importa son los resultados.¿Pero por qué cree el Presidente Obama, y muchos lo mismo que él, que Calderón es un prototipo de lo que fue Eliot Ness? El mexicano tiene de suyo, antes de las películas de Infante y de Negrete, fama de valiente, aguerrido, impetuoso. En una palabra, de "macho". Esto muy aparte de una posible convicción política y de un compromiso también político en Calderón. A Obama no le conviene disentir en términos generales, y por razones de sobra conocidas, de la política de aquél en materia de narcotráfico y delincuencia organizada. Y las particularidades, repito, se las deja a los mexicanos y en su extremo a los especialistas. Lo que cuenta a nivel de resonancia internacional es la noticia (siempre la noticia) de que Calderón se ha atrevido a lo que ningún antecesor suyo se atrevió. Claro que decirlo así es muy objetivo, muy descriptivo, sin juicio de valor alguno. Sin embargo es suficiente en el protocolo internacional, en las visitas diplomáticas. Tal parece que Calderón se ha vuelto intocable junto con su equipo más próximo. Ya se sabe que los norteamericanos tienen sus símbolos de valentía, decisión y coraje. Superman es el modelo perfecto, igual que Batman y Robin aunque en menor escala. Y naturalmente Eliot Ness. Estoy seguro de que para el consumo interno de los Estados Unidos la comparación del Presidente Obama es más que satisfactoria. A mayor abundamiento el perfil de Ness no es el de un intelectual, ni el de un estadista de altos vuelos, ni el de un conocedor de las complejidades de la inseguridad pública y la violencia, sino el de un hombre batallador, empecinado con una idea y con la estrategia elegida para llevarla a cabo. Y esto lo vuelve intocable.La comparación corresponde a lo que desde mi unto de vista el Presidente Calderón ha resuelto ser. Calderón es un pragmático a lo Ness, lo cual encaja muy bien en la psicología norteamericana; particularmente en la de sus gobernantes. La reforma que en materia penal propulsó a la Constitución es pragmática en un elevado índice. Las cuestiones técnico jurídicas no tuvieron cabida allí, ni tampoco parecieron importar. Así era Ness y es Calderón, impulsivo, apasionado en la toma de decisiones. En suma intocable, que en el caso significa inconmovible ante la posibilidad de cambiar de método. Yo no sé por qué les ha ofendido la comparación del Presidente Obama. No es irrespetuosa. El camino que en la especie sigue Calderón, apoyado por sus más cercanos colaboradores, se asemeja al de los golpes en seco que daba Eliot Ness quien libró una batalla sin tregua ni cuartel. También tuvo bajas. Pero las bajas no importan tanto cuando la mira está puesta en los resultados inmediatos. Ness se caracterizaba por dar golpe tras golpe, demostrando o queriendo demostrar que lo importante es que el enemigo caiga, aunque igualmente caigan o cayeran sus aguerridos policías. Y la imagen de Ness, guste o no, es la de un intocable. El pueblo no gusta de pensar demasiado. Prefiere analizar quedándose un poco en lo que ve o distingue a simple vista. Yo recuerdo cuando vino a México Kevin Costner, el actor que interpretó el papel de Eliot Ness en la televisión. El show en que participó en un centro nocturno fue todo un éxito. Enfundaba y desenfundaba la pistola en medio de atronadores aplausos. Con qué habilidad, con qué gracia. Era la viva imagen de un campeón. ¿Por qué, pues, tanta susceptibilidad? A pulso se ha ganado ese papel el Presidente de México.

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