sábado, 4 de abril de 2009

TRANSPARENCIA CATÓLICA

FRANCISCO MARTÍN MORENO

No es posible ignorar que la Iglesia se opuso a las constituciones de 1824, de 1857 y de 1917, además de haber financiado la Guerra de Reforma y la rebelión cristera, como tampoco que en el siglo XIX contaba con una capacidad presupuestaria seis veces mayor a la del gobierno.
La semana en curso apareció en la prensa nacional la fotografía de un “príncipe” de la iglesia, en este caso, monseñor Carlos Aguiar, cuando arribaba a su nueva casa pastoral, la Catedral de Tlalnepantla, a bordo de un BMW convertible. Monseñor Aguiar —quien curiosamente lleva el mismo apellido de Francisco Aguiar y Seixas, precisamente el arzobispo de México, el cavernícola que acabara con la obra y en buena parte con la vida de la Décima Musa, nuestra inolvidable sor Juana Inés de la Cruz en 1695— no tuvo empacho alguno en llegar a la nueva arquidiócesis en un ostentoso automóvil de manufactura europea con el que se podrían haber construido por lo menos 10 escuelas rurales. Es obvio que el alto prelado cumple con los votos de pobreza predicados por Jesús…
En este orden de ideas y sobre el entendido de que ya deberíamos estar festejando los 150 años de la promulgación de las Leyes de Reforma en Veracruz en 1859, sería conveniente que la mayoría del Congreso de la Unión legislara en torno a la transparencia financiera de la Iglesia católica mexicana, de tal manera que la nación conociera el origen y la aplicación de los recursos que dicha institución obtiene de todas sus actividades comerciales y lucrativas disimuladas por medio de limosnas y donativos entregados por la feligresía.
No es posible ignorar que la Iglesia católica se opuso a las constituciones de 1824, de 1857 y de 1917, además de haber financiado la Guerra de Reforma y la rebelión cristera, como tampoco se debe pasar por alto que en el siglo XIX contaba con una capacidad presupuestaria seis veces mayor a la del gobierno federal y que operaba bancos e hipotecarias conocidos como Juzgados de Capellanías y Obras Pías, en realidad financieras que prestaban las mismas limosnas recaudadas de los feligreses a tasas de interés agiotistas que ya hubieran envidiado los judíos usureros de los barrios bajos de Londres en los siglos XVIII y XIX. Sí, en efecto, se trataba de un Estado dentro de otro Estado. Si Juárez decidió promover la educación laica es porque entendió que con la impartición de la educación religiosa comenzaba el ciclo económico e inmensamente lucrativo de la Iglesia. Los servicios no eran gratuitos, se prestaban a cambio de dinero en efectivo y al riguroso contado. El niño que caiga en manos clericales enriquecerá a la Iglesia católica cuando sus padres o él mismo paguen los aranceles impuestos por dicha Iglesia para ser bautizado, cumplir con la primera comunión, la confirmación, el enlace matrimonial, las bodas de papel, de plata, de oro hasta llegar a la extremaunción.
El nuevo católico incrementará el patrimonio clerical los días en que escuche las homilías o asista a las misas de muertos o a las celebraciones de los santos, vírgenes y beatos o compre la indulgencia eterna y un lugar en el paraíso a cambio de un cheque de siete o más dígitos... La Iglesia católica no le rinde cuentas al fisco ni a la sociedad ni tal vez al propio Papa, a quien seguramente le escamotearán una buena parte de sus limosnas, las necesarias para no perder el sueño sin pensar en el No Robarás…
¡Claro que Juárez salvaguardó a la niñez evitando que ideas abstractas que no resisten el menor análisis racional pudieran envenenar la mente de los menores! Sabía que las religiones estaban corrompidas y se habían convertido en una trama de cuentos y de leyendas, de absurdos, aberraciones y confusiones con las que se intentaba envolver la inteligencia y el corazón de los niños para poder manejarlos a su antojo invariablemente con fines bastardos. ¡Claro que Juárez suprimió el monopolio de las creencias católicas! ¡Claro que Juárez atacó la raíz del dogma para que éste fuera sometido a crítica con ideas filosóficas y científicas apartándose de la exégesis de lo revelado! ¡Claro que Juárez canceló las celebraciones religiosas pueblerinas porque los municipios se gastaban hasta 90% de su presupuesto en fiestas orientadas a festejar a los santos que cada día la Iglesia católica inventaba con mayor éxito para lucrar con la estupidez, la ignorancia y el miedo de los feligreses!
El gobierno debe obligar a la Iglesia católica a declarar todos sus ingresos. La transparencia debe alcanzar a la Iglesia católica para que la nación conozca el origen y el destino de sus recursos y efectivamente todos seamos iguales ante la ley y nadie escape a la obligación de pagar impuestos para ayudar al financiamiento del gasto público. Cómo olvidar cuando un arzobispo del Bajío declaró: “En esta santa casa, la casa de Dios, se purifican las limosnas pagadas por los narcotraficantes…” ¿Si en la actualidad los narcos le piden a Dios que los ayude a introducir toneladas de cocaína en Estados Unidos, por qué razón algunos templos, inexpugnables al fisco, no podían haberse convertido en eficientes centros de lavado de dinero negro?
¿Por qué Jesús habrá expulsado a los fariseos del templo llamándolos “raza de víboras”..?
fmartinmoreno@yahoo.com
La transparencia debe alcanzar a la Iglesia católica para que la nación conozca el origen y el destino de sus recursos y efectivamente todos seamos iguales ante la ley y nadie escape a la obligación de pagar impuestos para ayudar al financiameineto del gasto público.

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