PALENQUE, MARAVILLOSO. PERO ¿EN CHIAPAS QUÉ PASA? (I)

HERMILIO-LÓPEZ BASSOLS

Tengo el hábito de utilizar estos días pasados para visitar un rincón especial de la República, esta vez fue Chiapas. No sólo porque me ligan afinidades familiares sino porque se han destacado las obras de ingeniería que permiten trasladarse a la capital, Tuxtla, en 10 horas.En efecto, por la autopista a Puebla y Orizaba y a menos de 100 kilómetros de Veracruz, se sigue por la costera de Golfo que no toca ciudad pero permite ver uno de los puentes más impresionantes del país, sobre el río Coatzacoalcos. Pronto está la desviación hacia el sur (Chiapas) y hacia el este, Villahermosa. A mitad del recorrido se cruza una de las grandes presas de México: Netzahualcóyotl con más de una centena de kilómetros de extensión y capacidad de almacenaje de 13 millones de metros cúbicos, del río Grijalva y otros. La vista es maravillosa, un inmenso lago rodeado de selva tropical, es la naturaleza plena. Pronto se desciende por una carretera que difícilmente se puede llamar autopista hasta la ciudad de Tuxtla. Todo lo que avanzamos se recorta, cruzar la ciudad lleva más de media hora en un tránsito desorganizado. Una magnífica autopista de 56 kilómetros nos lleva a la antigua Ciudad Real, hoy San Cristóbal de las Casas cuyos cambios como en la capital son profundos, desde hace 58 años la he visitado, primero por razones personales y diplomáticas (Cumbre de Tuxtla, Encuentro de Intelectuales Mesoamericanos). Un gobernador a fines del siglo XIX dispuso trasladar la capital al horno de los "conejos" y en verdad le hizo un favor, aunque ahora ya se eleva en las faldas de las montañas del valle que le circunda. Las visitas a Catedral; Chamula donde se muestran los mismos contrastes de hace 60 años, los indígenas en la pobreza y un edificio contiguo al Palacio municipal del Comité Ejecutivo Municipal del PRI (Qué no entienden, ese lugar debería ser una escuela). Zinacantán, donde mora otro grupo maya; Na-Bolom, donde hay un museo que muestra piezas lacandonas; el monumento a Fray Bartolomé de la Casas, en donde un día observé estupefacto que el secretario general del estado hacía una apología de los avances en infraestructura en las zonas indígenas, ante cientos de tzotziles y tzeltales "acarreados" los que no entendieron nada... pero era antes de 1994 y heroico levantamiento zapatista.Mas quizá lo más interesante es advertir que ciertas poblaciones del país siguen todavía sumidas en el sincretismo, baste visitar la iglesia de Chamula. En los días santos hay procesiones, tumultuosas visitas a las 7 casas, quema de Judas. Por allí durante la semana se oía en el quiosco central una marimba que a veces recogía las canciones que interpretaban los hermanos Domínguez. Conociendo Oaxaca, es difícil hacer una comparación con los templos dominicos. En lo que sí se ha avanzado impresionantemente es en la variedad de hermosos textiles que identifican los pueblos indígenas. En la calle se obtiene objetos bellos pero de mala calidad, visitar el Instituto de la Artesanías es una necesidad como el museo (privado) del ámbar y otro de jade.Pero el punto obligado de visita en el estado es la zona arqueológica de Palenque, allí se evidencia la INEPTITUD de las autoridades en todo nivel. Se pueden contratar camionetas colectivas que salen de SCLC a las 6.30 a.m., al acercarse a Ocosingo, casi a la mitad del camino, extremadamente sinuoso y plagado de infinidad de topes y de mecates que cruzan la carretera y que los indígenas levantan cuando se aproxima un auto o camión para detenerlo y ofrecer sus productos: maíz o plátanos, lo que hace poner en riesgo su vida. Se pasa por las cascadas de Agua Azul donde hay un doble pago y luego las cascadas de Misol-Ha, y, finalmente, Palenque luego de extenuantes ocho horas. Con un tórrido calor de 45 llegamos a la zona arqueológica; allí a los incautos se les dice: en una y cuarenta minutos, volveremos. Tiempo para comer beber, baño y además la zona de más de 300 edificios. Continuaré. ¡Esto es Chiapas!