Los dos instrumentos claves de intervención del Estado en la economía, la política fiscal y la monetaria, son revisados a fondo en el orbe entero para contener los devastadores efectos de la crisis.
Cómo apuntalar la drástica expansión del gasto público y si serán suficientes las reducciones de los tipos de interés para reanimar al crédito y al consumo son los acertijos que incluso las administraciones de las economías más poderosas tienen ante sí.
El consenso general, aun en el desorden de medidas aplicadas, parece ser: 1) gasta mucho —que aun será poco—, por lo que debes recaudar más y olvidarte de las épocas de devolver impuestos —como ya asumieron Barack Obama y, al otro lado del Atlántico, José Luis Rodríguez Zapatero—; y 2) es la hora de la política monetaria expansiva, comprometida con el crecimiento y el empleo.
Eso, afuera. En México, en este año electoral los partidos han entregado sus plataformas electorales al IFE. ¿Qué dicen en materia de políticas fiscal y monetaria?
Sobre recaudación y, en especial, en lo que hace a los impuestos directos, las definiciones partidistas son tan variadas que unas bien pueden identificarse con las propuestas de Obama y otras incluso con las de su antecesor Bush Jr. Veamos.
En un espectro que vaya de “izquierda” —más impuestos— a “derecha” —menores gravámenes— se encuentra primero el PRD que propone “fortalecer la capacidad redistributiva del Impuesto Sobre la Renta por medio de una diferenciación mayor de las tarifas según los niveles de ingreso”. En esa coordenada se ubican el PT, que sugiere además crear un nuevo impuesto al patrimonio, y el PSD.
Vienen luego los partidos que eluden la definición de si hay que subir o bajar los impuestos. El PAN se limita a sugerir una reducción en “el número de regímenes tributarios discriminatorios con el objeto de fortalecer las finanzas públicas”, al tiempo que prefiere no retomar la iniciativa de incluir el IVA a alimentos y medicinas. En la misma indefinición se ubica el Panal.
El PRI en este terreno propone “tasas uniformes que coadyuven a elevar la recaudación, la competitividad y permitan combatir la evasión y elusión fiscal y hagan fácil su observancia”. Es decir, el tricolor se adhiere a la tesis de la eficiencia recaudatoria, aunque en ello se sacrifique la equidad.
Convergencia, a pesar de tener una coalición total con el PT, defiende una tesis económica encontrada con éste, pues se plantea reducir en 20% el ISR. Así, aunque defiende la progresividad, sus propuestas se encaminan en dirección contraria. ¿Incongruencia política o mera incomprensión de la materia?
Finalmente el PVEM con franqueza va por la reducción del ISR para las empresas y también por la disminución de la tasa más alta de gravamen a las personas físicas de mayores ingresos. En una palabra: republicanos a la Bush.
En política monetaria, como se sabe, el Banco de México tiene la misión constitucional de velar por la estabilidad de precios pero no por el crecimiento y el empleo —como ocurre con el “doble mandato” de la Reserva Federal en Estados Unidos—. Los partidos políticos empiezan a incorporar a sus agendas la necesidad de tener una política monetaria comprometida con el impulso de la actividad económica. Así lo defienden en sus plataformas, aunque con distintos énfasis y diferente claridad expositiva, el PRI, el PRD, el PT, Convergencia y el PSD.
Aunque ningún partido defiende anclar el mandato del Banco de México sólo al control inflacionario, los silencios son elocuentes: el PAN y el Panal ni siquiera mencionan a la banca central en sus plataformas; para el PVEM, el Banco existe para evitar abusos de la banca comercial, pero no más.
Aunque el hartazgo político haga que todos los gatos parezcan pardos, la revisión de las definiciones programáticas de los partidos revela que, como insistía Bobbio, la diferenciación clásica entre izquierdas y derechas sigue siendo pertinente. También en México y, sobre todo, en economía.
Cómo apuntalar la drástica expansión del gasto público y si serán suficientes las reducciones de los tipos de interés para reanimar al crédito y al consumo son los acertijos que incluso las administraciones de las economías más poderosas tienen ante sí.
El consenso general, aun en el desorden de medidas aplicadas, parece ser: 1) gasta mucho —que aun será poco—, por lo que debes recaudar más y olvidarte de las épocas de devolver impuestos —como ya asumieron Barack Obama y, al otro lado del Atlántico, José Luis Rodríguez Zapatero—; y 2) es la hora de la política monetaria expansiva, comprometida con el crecimiento y el empleo.
Eso, afuera. En México, en este año electoral los partidos han entregado sus plataformas electorales al IFE. ¿Qué dicen en materia de políticas fiscal y monetaria?
Sobre recaudación y, en especial, en lo que hace a los impuestos directos, las definiciones partidistas son tan variadas que unas bien pueden identificarse con las propuestas de Obama y otras incluso con las de su antecesor Bush Jr. Veamos.
En un espectro que vaya de “izquierda” —más impuestos— a “derecha” —menores gravámenes— se encuentra primero el PRD que propone “fortalecer la capacidad redistributiva del Impuesto Sobre la Renta por medio de una diferenciación mayor de las tarifas según los niveles de ingreso”. En esa coordenada se ubican el PT, que sugiere además crear un nuevo impuesto al patrimonio, y el PSD.
Vienen luego los partidos que eluden la definición de si hay que subir o bajar los impuestos. El PAN se limita a sugerir una reducción en “el número de regímenes tributarios discriminatorios con el objeto de fortalecer las finanzas públicas”, al tiempo que prefiere no retomar la iniciativa de incluir el IVA a alimentos y medicinas. En la misma indefinición se ubica el Panal.
El PRI en este terreno propone “tasas uniformes que coadyuven a elevar la recaudación, la competitividad y permitan combatir la evasión y elusión fiscal y hagan fácil su observancia”. Es decir, el tricolor se adhiere a la tesis de la eficiencia recaudatoria, aunque en ello se sacrifique la equidad.
Convergencia, a pesar de tener una coalición total con el PT, defiende una tesis económica encontrada con éste, pues se plantea reducir en 20% el ISR. Así, aunque defiende la progresividad, sus propuestas se encaminan en dirección contraria. ¿Incongruencia política o mera incomprensión de la materia?
Finalmente el PVEM con franqueza va por la reducción del ISR para las empresas y también por la disminución de la tasa más alta de gravamen a las personas físicas de mayores ingresos. En una palabra: republicanos a la Bush.
En política monetaria, como se sabe, el Banco de México tiene la misión constitucional de velar por la estabilidad de precios pero no por el crecimiento y el empleo —como ocurre con el “doble mandato” de la Reserva Federal en Estados Unidos—. Los partidos políticos empiezan a incorporar a sus agendas la necesidad de tener una política monetaria comprometida con el impulso de la actividad económica. Así lo defienden en sus plataformas, aunque con distintos énfasis y diferente claridad expositiva, el PRI, el PRD, el PT, Convergencia y el PSD.
Aunque ningún partido defiende anclar el mandato del Banco de México sólo al control inflacionario, los silencios son elocuentes: el PAN y el Panal ni siquiera mencionan a la banca central en sus plataformas; para el PVEM, el Banco existe para evitar abusos de la banca comercial, pero no más.
Aunque el hartazgo político haga que todos los gatos parezcan pardos, la revisión de las definiciones programáticas de los partidos revela que, como insistía Bobbio, la diferenciación clásica entre izquierdas y derechas sigue siendo pertinente. También en México y, sobre todo, en economía.
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