Operador central en la parte final de la Licitación 21, pues entró en acción cuando ya se habían tomado las principales decisiones que condujeron al brutal desaseo en que se convirtió la asignación de la banda 1.7 al consorcio Televisa-Nextel, parece que resurge en Mony De Swan —presidente de la Cofetel— la idea de convertirse en regulador. Sea para salvarse del desprestigio en que lo hundió esa ganga de espectro, o sea por un acto de liberación personal que le genera la renuncia de Juan Molinar Horcasitas a la SCT, lo cierto es que las declaraciones de De Swan, la semana pasada, no tienen desperdicio. Si se llevaran acabo los planes anunciados, otro gallo le cantaría a la competencia en el sector de las Telecomunicaciones y la radiodifusión en México. El presidente de la Cofetel dijo que están listos para licitar dos cadenas nacionales de Televisión; que es hora de abrir el título de concesión de Teléfonos de México para que pueda dar servicios de Televisión a través de su red, y desplegar una nueva red de Banda Ancha en México para servicios de internet. Dijo, incluso, que se acercan a una negociación con el principal concesionario de la banda 2.5, la empresa MVS, en la que idealmente se puede realizar ese despliegue, como lo ha recomendado la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Si las palabras de Mony De Swan son realmente rectificadoras de la actitud que hasta ahora ha tenido ese órgano regulador, de absoluta parcialidad hacia la empresa Televisa, y las acciones siguientes son consecuentes con ellas, es probable entonces que esa autoridad logre realmente un mayor equilibrio en el mercado de las telecomunicaciones, y una mayor pluralidad de contenidos en la oferta comunicacional del país. Y sería la reinvención de la Cofetel. A las tres cosas anunciadas por De Swan se opone militantemente la televisora de Emilio Azcarraga que, con diferentes presiones y estrategias, ha frenado la posibilidad de estos proyectos. En el caso de Telmex, lo ha hecho no obstante que desde 1997 la autoridad expresamente reconoció la posibilidad de este dominante para dar TV restringida bajo las mismas cláusulas de su título de concesión, pues entonces autorizó su fusión con Cablevisión. Nada le impediría a Telmex ofrecer este servicio, mucho menos después de la resolución de la Comisión Federal de Competencia en materia de convergencia. Sí, bajo la misma presidencia de Eduardo Pérez Motta, el mismo que contribuyó en la Licitación 21 a hacerle un traje a la medida a Televisa, para oponérsela a Telmex. De ahí, por ejemplo, el desplegado que Televisa hizo publicar ayer en éste y otros periódicos condenando las declaraciones de Mony De Swan, aunque presumiblemente lo firma “Canitec”. Aprovechar la banda 2.5 Ghz para desplegar una red para ofrecer servicios de datos, sin duda aceleraría el desarrollo y penetración de la banda ancha, en particular, en poblaciones de entre 500 y 30 mil habitantes. No tiene que ir muy lejos la Cofetel en la búsqueda de la mejor alternativa; la tiene en sus propias manos. Rafael del Villar, el comisionado experto en economía, ha formulado quizá el planteamiento más estructurado y justo, tanto para el interés del Estado, como para el de los particulares: otorgar a un consorcio privado una concesión en la banda 2.5 GHz con obligaciones de cobertura específicas a cambio de facilitar el espectro y otro recursos del Estado (infraestructura CFE, derechos de vía, fibra óptica, etc… ), con participación accionaria del gobierno. El financiamiento requerido para el proyecto se reduciría entre un 13 y 43%, dependiendo del valor que se le asigne al espectro. Al considerar que tanto WiMAX como LTE permiten el acceso abierto (equipos, aplicaciones y contenidos), el despliegue de la red podría empezar de forma inmediata —así lo ve el propio De Swan — en un periodo de seis meses, y con alcance de cobertura nacional, la red WiMAX se alcanzaría en 3 años del 89% de la población en el país, esto es, 95 millones de habitantes, de los cuales, 21 millones habitan en zonas rurales. El acceso a banda ancha le otorga a la población la posibilidad de utilizar servicios de salud, educación, comercio, trabajo, acceso a nuevos mercados a menor costo que el actual. Echar a andar dos nuevas cadenas de televisión se lleva un poco más de tiempo, tomando en cuenta los plazos legales, incluso las impugnaciones que pueda promover el duopolio para retrasar la decisión, pero de convocarlo en los próximos meses, esa adjudicación se realizaría bajo la actual administración del presidente Calderón. Existen las condiciones técnicas para que haya, al menos, dos nuevos operadores nacionales de televisión abierta en nuestro país. Pero a diferencia de lo que el propio De Swan declara, creo que debe buscarse un esquema para que las licitaciones sean de canales analógicos y, excepcionalmente, digitales, en ciudades de alta saturación como el Distrito Federal o las zonas fronterizas, así como asegurar el derecho de los ciudadanos a la retransmisión de esas señales abiertas en sistemas digitales o restringidos (must carry), porque, de otra manera, se condena a que el nuevo competidor comience operaciones en un escenario muy adverso, y de vulnerabilidad ante la escasa penetración de receptores digitales o de los decodificadores. Después de todo, las frecuencias analógicas se devolverán, y la operación, una vez decretado el apagon analógico, será toda digital.
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