viernes, 7 de enero de 2011

MOREIRA, ENSAYOS DE IMPUNIDAD

RAÚL TREJO DELARBRE

Encabezado por Humberto Moreira Valdés, el PRI será un partido todavía más autoritario que en el pasado reciente, podrá convertirse en ariete de contrarreformas, dará reversa respecto de su propia historia en temas como las libertades religiosas y los derechos humanos. Sobre todo, se afianzará la subordinación del “Revolucionario Institucional” a los intereses de Televisa. Todo eso ocurrirá si en la presidencia del PRI Humberto Moreira mantiene las posiciones que desplegó como gobernador de Coahuila. Durante los cinco años que ocupó ese cargo –al cual acaba de renunciar para irse a dirigir su partido– y especialmente en los dos años más recientes, Moreira favoreció a Televisa a través de millonarios contratos de publicidad. A cambio, logró el respaldo de ese consorcio que difundió imágenes y declaraciones del gobernador con mucha mayor frecuencia que el interés noticioso que podían tener sus acciones y opiniones. Moreira buscó y mantiene las simpatías de Televisa tanto como el también gobernador Enrique Peña Nieto. No es casual que haya sido impulsado por ese mandatario para encabezar al PRI. Tan solo en los meses reciente, el ahora ex gobernador pareció invertir más atención (y una cantidad aún indeterminada de recursos públicos) para congraciarse con Televisa que en muchas de las áreas sociales prioritarias en Coahuila. En octubre pasado, logró que esa entidad formara parte de las “estrellas del bicentenario” que serían insistentemente mencionadas en spots promocionales en los canales del consorcio. El día que comenzaron a transmitirse esos espacios, Moreira acudió al noticiero de Joaquín López Dóriga y allí, de paso, anunció que buscaría la presidencia del PRI. Los spots del gobierno de Coahuila fueron realizados por un saltillense ahora ilustre, el productor Pedro Torres, a quien el gobernador Moreira le entregó la Presea Saltillo 2009. Una calle de esa ciudad fue bautizada con el nombre de ese productor de Televisa. Generosa con quien, a su vez, ha sido magnánimo con ella, Televisa apadrinó uno de los últimos actos públicos de Moreira como gobernador que, hace un mes, inauguró la Gran Plaza de Piedras Negras. Durante varios días, en esa ciudad fronteriza se realizó un festival con artistas y conductores de Televisa. En esa ocasión el gobernador anticipó su mensaje de navidad, por supuesto videograbado, en donde además de los parabienes consabidos deslizó una infrecuente expresión religiosa: “Se acerca la Navidad, tiempo de estar en familia y de darle gracias a Dios por este tiempo de vida que nos da; desearles, a nombre de mi esposa y de mis hijos y mío propio, desearles la mejor Navidad junto con toda su familia”. Por supuesto el profesor Moreira tiene todo el derecho de profesar la religión que quiera, o ninguna. Pero ese reconocimiento fincado en su fe es más propio de los gobernantes panistas que de los hasta ahora, en asuntos de tal índole, ortodoxos priistas. ¿Qué dirán de esas expresiones de Moreira sus correligionarios de partido que durante décadas han reivindicado al juarismo y al espíritu laico? No es esa la deslealtad más importante de Moreira respecto de las tradiciones políticas o los compromisos programáticos del PRI. Hace apenas dos años propuso establecer la pena de muerte para secuestradores que asesinasen a sus víctimas. Al mismo tiempo la independencia que pese a todo ese partido, al menos hasta hace poco tiempo, había mantenido respecto de los poderes mediáticos, el ahora ex gobernador la considera prescindible. Además de beneficiar financieramente a Televisa, lo hace en el terreno político. Hace algo más de tres años, cuando PRI, PAN y PRD se pusieron de acuerdo para reformar la Constitución y entre otras medidas prohibir la compra de espacios de propaganda electoral en radio y televisión, la clase política cerró filas con una cohesión desusada. Los excesos de las televisoras en las campañas de 2006 propiciaron esa reacción, que a su vez desató la furia del poder mediático. La única fisura en ese frente por la reforma que dificultaba la capacidad de presión política de las televisoras, estuvo a cargo de Humberto Moreira. El gobernador de Coahuila se convirtió en militante contra la reforma constitucional, recuperando los alegatos de Televisa y Televisión Azteca que consideraban lesionada su libertad de expresión y, también, con el pretexto de que esas modificaciones legales perjudicaban la soberanía de los estados porque facultaban al IFE para organizar elecciones locales (Moreira no quería recordar que el organismo federal solamente podría desempeñar ese papel a solicitud del Congreso de cada estado). Con un discurso populista, Moreira intentó en vano convencer a otros gobernadores y a los legisladores de otros estados para que se opusieran a la reforma constitucional. Cuando no tuvo éxito, se parapetó en Coahuila como una isla en donde sí se defendían los privilegios de los consorcios mediáticos y aseguró que prohibiría a los diputados coahuilenses que votaran por esa reforma. El gobernador aseguró, aun antes de que el congreso local tomara una definición al respecto: “simplemente no se aprueba aquí”. El 1 de octubre de 2007, en efecto, la reforma constitucional fue rechazada por la mayoría priista del Congreso de Coahuila, integrada por 21 diputados del PRI. A favor, votaron los 13 diputados de otros partidos (9 del PAN, 2 del PRD, uno del PT y otro más del partido local Unidad Democrática). El Congreso de Coahuila fue el único que votó en contra de la reforma constitucional en aquellos meses finales de 2007. Moreira les hizo a las televisoras un servicio que seguramente no olvidarán. Pocas semanas más tarde, en enero de 2008, el periodista Jorge Zepeda Patterson escribió acerca de los excesos de los gobernadores esta semblanza crítica: “Humberto Moreira, de Coahuila, ciertamente es alguien que ha llevado las mojoneras a límites insospechados. Como bien se sabe ha encontrado a la palabra nepotismo variantes que nadie adivinábamos. Además de colocar a sus hermanos y parientes en posiciones encumbradas con abierto desenfado, ahora se da vuelo inaugurando centros de atención y escuelas con los nombres de su madre, su flamante esposa y su hija. “Ustedes me dirán que impulsar un convenio electoral severo, regalarle a una televisora más de cien millones de pesos o convertir a la familia en monarquía saltillense no son delitos mayores en el código no escrito de la clase política. No es la gravedad (todavía) de los delitos que estos gobernadores están cometiendo, sino el hecho de que lo están haciendo ante los ojos de todos y pese a la indignación y reclamo de la opinión pública. Son pequeños ensayos de impunidad que sólo puede tener un desenlace mayúsculo. No hay nada ni nadie que pueda neutralizarlos, acotarlos, corregirlos. Gozan de fuero y por lo general controlan a su congreso legislativo, única instancia que pudiera hacerles frente”. Zepeda Patterson fue director editorial de El Universal entre diciembre de 2008 y diciembre de 2010. Durante su gestión en ese diario no se advirtió, respecto del gobernador Moreira, el tono crítico que aparecía en aquel texto periodístico. Quizá ocurrió así porque los intereses de Televisa trascienden a otros medios de comunicación, que con frecuencia son especialmente vulnerables a los antojos del consorcio televisivo. También es posible que esa omisión se debiera a que el propietario de El Universal, Juan Francisco Ealy, es originario de Coahuila y es compadre del ahora ex gobernador Moreira.

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