jueves, 13 de enero de 2011

VIOLENCIA Y ELECCIONES

RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS

No me refiero tanto a la terrible situación que se vive en Guerrero, concretamente en el puerto de Acapulco, y que a pocos días de las elecciones locales pone en jaque la estabilidad política de ese Estado. Desde luego es de tomar en cuenta lo que pasa allí y que sin duda alguna incidirá en el panorama electoral de 2012. Aludo en especial al llamado "Barómetro de Conflictos 2010", presentado por la Universidad alemana de Heildelberg para medir la inseguridad y la violencia en el mundo y de acuerdo con el cual tenemos niveles de inseguridad como los de Somalia, Sudán, Irak, Afganistán y Pakistan. Según ese "Barómetro" hay en México "un conflicto en el que la fuerza violenta se usa de manera organizada y sistemática, en el que las partes involucradas emprenden medidas amplias y en el que la destrucción es masiva y de larga duración". Además se prognostica que el derramamiento de sangre y las muertes seguirán creciendo durante años. Al respecto lo menos que se puede decir es que es espantoso. No obstante lo más importante de ese estudio es a mi juicio el señalamiento de que "las partes involucradas emprenden medidas amplias". ¿Que partes? Los cárteles que se atacan mutuamente y por supuesto el gobierno. Es una verdadera guerra aunque el gobierno no lo quiera admitir.
Ahora bien, habría que ser irresponsable o insensible para no ver que el país se desgarra. Lo evidente es que una de las partes involucradas, es decir, el gobierno, ha recurrido a la fuerza violenta y a la destrucción masiva, igual que los cárteles en pugna. En su alta y supuesta responsabilidad, si le damos correcta lectura al análisis de Heildelberg, ha incurrido exactamente en lo mismo que sus enemigos. Coloquialmente hablando diríamos que se ha puesto con ellos al tú por tú al manejar una fuerza violenta de tipo militar y otra de tipo legal por medio de leyes duras, durísimas, anticonstitucionales (o llegado el caso "reformando" la Constitución para que no lo sean...), y que corresponden a un Derecho Penal que se ha dado en llamar "del enemigo" no reconociéndole a éste el menor derecho o garantía. Hay pues dos frentes, uno el del combate militar y otro el del combate legal que presuntuosamente llaman "reforma" (concretamente la de 2008). Lo absurdo de esto es que en nuestra democracia tan "sui géneris" el gobierno en turno no representa la voluntad mayoritaria del pueblo, persistiendo en su empecinamiento de seguir con la misma estrategia nefasta. Por eso es tan importante que en un año anterior al de las elecciones federales para elegir nuevo gobierno tomemos conciencia exacta de lo que sucede. Hoy como nunca antes el pueblo tiene la posibilidad y oportunidad de intervenir directamente en un cambio radical de estrategia y rumbo, a pesar de las cortinas oficiales de humo con las que se pretende disminuir la relevancia de la tragedia. En tal virtud yo sostengo que los partidos políticos que buscan llegar a la Presidencia de la República en el 2012, deberían en primer lugar hacer un estudio serio de la actual estrategia gubernamental en sus dos vertientes ya señaladas, la militar y la legal, para proponerle al pueblo un cambio de fondo y no de mera apariencia o "maquillaje político". Lo cierto es que abundan las críticas a la política equivocada, desastrosa, que lleva a cabo el gobierno en su guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada. Críticas sólo formales, de palabrería solemne, pero no de substancia y propuestas serias en lo que atañe al mayor problema que padece México, que es el de la inseguridad y la violencia. Ya me imagino la respuesta oficial al "Barómetro de Conflictos 2010". "No conocen la realidad mexicana", "hay intereses de por medio", "no tienen por qué criticarnos desde afuera", "son visiones exageradas", etcétera, etcétera, mientras en la residencia presidencial de Los Pinos se defiende y se seguirá defendiendo, "hasta el último minuto de mi mandato", lo indefendible y equivocado.
Pero estamos en el 2011 y ya se empieza a buscar a los electores en el "rito" confuso de cada tres o seis años. Sin embargo la potencialidad de nuestro voto ha crecido, los ojos se han abierto y la conciencia ciudadana despertado. Es necesario que los partidos políticos, insisto, hagan un esfuerzo para coincidir en lo esencial sin perjuicio de sus respectivos criterios, proyectos o planes. Y lo esencial es evitar que nos ahoguemos en un derramamiento espantoso de sangre, en una guerra que nos pone al nivel de Somalia, Sudán, Irák, Afganistán y Pakistán. ¿Por qué a ese nivel? Porque nos hallamos en "un conflicto en el que la fuerza violenta se usa de manera organizada y sistemática, en el que las partes involucradas emprenden medidas amplias y en el que la destrucción es masiva y de larga duración". Guerra que no se gana y que por lo mismo se pierde o se va perdiendo. Es indiscutible que "no podemos permitir que los criminales se apoderen del país", propósito loable al que se aferra el gobierno como única tabla salvadora. Pero la cuestión es de método, no de fin u objetivo. Y lo terrible sería, exagerando, que concluida una guerra devastadora no quedara nada, absolutamente nada, porque "no podemos permitir que los criminales se apoderen del país". ¿Entonces se apoderarán del país el caos, la anarquía y la violencia incontrolable?
¿Hasta cuándo? ¿Hasta el 6 de julio de 2012?

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