El escenario de la contienda política en México hacia el 2012 está, a lo que parece, ya montado y las fuerzas políticas prevalecientes en el país parecen haber ya definido sus posiciones. El PRI es, ni duda cabe, el que más ha avanzado y consolidado su estrategia: tiene ya a su virtual candidato a la Presidencia de la República y éste no tiene oponente de cuidado al frente; ha logrado un acuerdo interno que le da una nueva dirección nacional y, por supuesto, ha consolidado un consenso de unidad que parece funcionar bien. El PRD tiene dos cartas fuertes para la contienda electoral con muy altas posibilidades de competitividad. Sólo tiene que finiquitar sus problemas internos que son muchos y difíciles pero no insuperables. El PAN es el partido en el poder que debería estar en las mejores posiciones para competir y avanzar. No lo es en realidad y muy difícilmente podrá resolver los enormes problemas que tiene que enfrentar. Su gobierno de la nación es de verdad nulo y a nadie satisface. El 16 de diciembre pasado los organismos cúpula del sector patronal denunciaron su política, haciéndole notar todos sus atrasos y despropósitos. Las oposiciones le han perdido el respeto, sobre todo, porque no atiende a los acuerdos y siempre trata de hacer lo que a nadie satisface, saliendo luego con la tontería de afirmar que todo marcha sobre ruedas y no hay nada que lamentar. En el PAN se está como si las elecciones estuvieran a la vuelta de diez años y no de apenas un año y medio. No se ven candidatos fuertes en sus filas para la Presidencia de la República y sus saldos electorales son deplorables. A pesar de las victorias electorales en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, en alianza con el PRD, nadie puede saber cómo las mismas han fortalecido al PAN (y menos se sabe cómo han favorecido al PRD). Se está viendo con la integración de los equipos de gobierno de esos estados. Fueron priístas reciclados los gobernadores electos y están actuando como tales. Incluso, como en Sinaloa, hay gallos que se supone ligados al narcotráfico y nadie puede dar la más mínima explicación. Esas victorias electorales locales no significaron nada para los partidos que las escenificaron. En el PRI lo inexplicable también se da en abundancia. Resulta inexplicable, desde luego, cómo es que los priístas eligieron como dirigente nacional de su partido a un bicho bailador y cantador como Humberto Moreira. ¿Por qué los priístas, en lugar, por ejemplo, de un Gamboa Pascoe o algún otro con mayor historial en el partido, eligieron a un Moreira, un descerebrado que no es capaz de sostener un mínimo discurso racional? Son las tradicionales afecciones priístas por los prospectos populistas y vacuos, brabucones que pueden hacer demagogia fácil y atrayente para lo que consideran sus masas. Moreira, ligado a la Gordillo, tiene como carta fuerte haber gobernado Coahuila con mano de hierro. Controló todo y todo lo dejó controlado. Quisiera insistir, ¿de quién habrá sido la idea de Moreira? Me supongo que de los priístas norteños. Manlio Fabio Beltrones, en primer lugar. Luego los otros gobernadores y ex gobernadores del PRI. Beltrones está interesado en hacer volver a los rediles del PRI a la Gordillo y los arreglos se ven a la luz del día. La lideresa magisterial, astuta como es, no suelta lo que ha cosechado y con el PAN lo ha hecho de manera excepcional. Ella también quiere volver a hacer amarres con su viejo partido. Muy lista: actuará en varios frentes: su partidito magisterial con su sindicato, sus posiciones de gobierno (SEP, Lotería Nacional, sus gubernaturas) y, ahora de nuevo, con su antiguo partido. Su ahora ya candidato natural a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, cada vez se muestra como lo que realmente es, una fabricación artificial del grupo de poder del estado de México. Un chico que no sabe articular sino obviedades y que comete desatinos que casi nunca sabe a dónde lo pueden llevar. De verbo fácil y vacío, no es capaz de una sola idea que verdaderamente implique un proyecto político. Quién sabe quién lo habrá guiado en su aventura, pero es evidente que no trae nada en la cabeza. Nunca lo he visto en un debate a fondo con nadie. Creo que, en cuanto lo enfrente, lo van a hacer pedazos. Pobre PRI que depende de una figurita que ha construido la televisión y que no se sabe a dónde podrá ir con su pobre bagaje intelectual. El PRD siempre resulta en una idea patética y dramática. Está hecho para ello y no hay modo de remediarlo. Lo que está ya siendo un hecho es que la política de alianzas con la derecha, ideadas por Manuel Camacho (es su religión) y muy degustadas por los Chuchos, se están yendo al barranco, incluso en el estado de México. Me encantó el artículo que Fito Sánchez Rebolledo publicó el pasado jueves. Hace un planteamiento estratégico que sólo una mente estratégica puede hacer. La precandidatura de Alejandro Encinas a la gubernatura del Edomex abre un prospecto de política partidista que puede cuajar en un relanzamiento de la izquierda a escala nacional. Fito se indigna, con razón, de que algunos traten a Encinas como un individuo de muy poco firmes convicciones. Yo conozco a Encinas desde hace treinta años y lo conozco muy bien. Es un político de toda la vida, firme en sus convicciones y honesto a carta cabal. Justo lo que el estado de México necesita. Y aunque Alejandro es un hombre al que hay que darle siempre el empujón final para que tome una determinación, no cabe duda de que él representa, como ningún otro, una perspectiva cierta y segura para la recomposición de la izquierda y no sólo en el Edomex. También ha cambiado sus ideas. No hace mucho expresó su temor de que, si Andrés Manuel López Obrador echaba abajo la alianza con el PAN en el Edomex, el PRD iba a desaparecer, fracturado irremediablemente. Desde luego que esa era la apuesta más fuerte de Ortega y que no parecía haber modo de oponerle nada. Hoy las cosas han cambiado. La imposibilidad de esa alianza antinatural cada vez más evidente, más bien, muestra que Ortega está en la lona. Ahora quiere aprovechar el dominio territorial de sus aliados en el Edomex para, a través de un plebiscito o una encuesta, los perredistas mexiquenses digan si quieren la alianza con el PAN. No pueden ganar. Ahora está presente López Obrador y los perredistas mexiquenses están con él. Ahora, además, está Alejandro Encinas. Yo espero que él pueda resolver sus problemas de residencia. Si lo hace, los Chuchos y sus aliados están perdidos. Su apuesta es de verdad estúpida y no tienen con qué ganar. La presencia de López Obrador, cada vez más fuerte, en el Edomex ha venido a cambiar las cosas. Ahora los perredistas mexiquenses están viendo con toda claridad que sus dirigentes, aliados de los Chuchos, estaban llevando a su organización, que siempre ha sido protagonista en aquel Estado, a un auténtico despeñadero.
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