martes, 5 de julio de 2011

ALGUNOS SALDOS DE LA ELECCIÓN

RODRIGO MORALES MANZANARES

Varias son las lecciones de los pasados comicios en cuatro entidades del país. Genéricamente se refrendan dos grandes riesgos en la evolución democrática, y de manera particular, los saldos para los partidos merecen alguna reflexión.
Por lo que hace al desarrollo de las campañas hay que insistir en el riesgo que representa el hecho de que los contendientes se habitúen a jugar en el límite de las reglas. Todos sistemáticamente retaron a la legalidad con sus actos, todos percibieron que sus contendientes violaban normas, todos se quejaron de la actuación de las autoridades. Al final del día parece que el modelo que se ha impuesto en las contiendas es jugar siempre en el límite. Al menos ahí el piso está parejo. Nadie despuntó en los abusos y retos.
Si ese es un escenario o un modelo de competir poco alentador para lo que sigue, es aún menos promisorio el guión desarrollado el día de la jornada electoral. Por la noche, y ya con las evidencias numéricas que confirmaban tendencias, llamó la atención la tentación de prolongar las conjeturas (en algunos casos) y la insistencia en desempolvar las viejas arengas sobre el fraude, la inequidad, la elección de Estado, etcétera. Es decir, los actores políticos no terminan de asumir los más mínimos hábitos democráticos, uno de los cuales, por cierto, es reconocer los resultados de una elección.
Me parece que tenemos motivos para preocuparnos si esas tendencias se consolidan; si los jugadores van a seguir jugando en el límite de las reglas, golpeando al árbitro, y una vez concluida la contienda van a desconocer el resultado de la misma, creo que el 2012 estará lejos de ser una justa ejemplar. Insisto: parece que la única manera de ganar una elección y evitar algún conflicto postelectoral es el KOT. No estamos acotando los riesgos para los comicios del próximo año, los estamos ahondando.
Ahora bien, por lo que hace a los saldos particulares, creo que el PRI aprendió bien la lección del 2010 y pudo procesar sin fisuras la selección interna de sus candidatos. De esa manera complicó que sus adversarios tejieran alianzas sobre la base de figuras priistas desencantadas. Aparentemente, funcionó.
En el caso del PRD, es claro que mientras no resuelva de fondo sus diferendos, mientras siga siendo un espacio en el que sus corrientes conviven por conveniencia o sobrevivencia, y no por convicción, difícilmente recuperará competitividad electoral. Estoy cierto de que el balance de la jornada electoral es distinto para cada una de las corrientes, pero mientras debaten quién ostenta la culpa mayor, ocurren cosas como que en Coahuila apenas lograron el uno por ciento de la votación y perderán el registro como partido local. Cualquier escenario para el 2012 se ve complicado.
Finalmente, en el caso del PAN da la impresión de que deberían hacer un corte de caja más o menos severo. En 2009, en las elecciones legislativas tuvieron un desempeño mediocre; en 2010, mediante coaliciones que encumbraron a figuras del priismo con el cobijo del PRD, sin duda se generó una ilusión óptica que logró ocultar lo que el panismo era capaz de hacer por sí mismo, pero en todo caso postergó cualquier reconsideración. Ahora, sin embargo, parece difícil de eludir el balance.
Reitero: sin coaliciones (como parece será el escenario en 2012), quienes deberán remar contra la corriente son el PRD y el PAN. Queda un año

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