RAÚL CARRANCÁY RIVAS
Los gritos de los comentaristas, el júbilo desbordado del público, el estallido de entusiasmo en el Estadio Azteca. México 2 - Uruguay 0. Por unos momentos eternos no hay más en el país. La guerra despiadada sin cuartel o, mejor dicho, con cuartel, las víctimas caídas en uno y otro bando, la zozobra nacional, todo, absolutamente todo, pasa a un segundo plano. ¡México 2 - Uruguay 0! ¡Cuántos políticos habrán soñado con esto! Unas horas de tregua, un suspenso en medio de la tragedia nacional. ¡Al diablo los políticos, proyectos escuálidos y macilentos de héroes! Durante unos minutos eternos, los del partido, la República entera estuvo en vilo. Se hizo en un balón de futbol la luz que deslumbra. Sin embargo horas antes el Presidente de la República recibió en su despacho a la Alta Comisionada para Derechos Humanos de las Naciones Unidas, quien le solicitó que el Ejército* debe retirarse de la lucha contra el crimen organizado, a lo que el Presidente Calderón respondió que por el momento no puede regresarlo a los cuarteles debido a la magnitud de los delitos y a la corrupción en la policía. En ese contexto la Alta Comisionada sostuvo que el crimen organizado es una "amenaza" al Estado y a la democracia, debido a los altos índices de actos violentos y cada vez más brutales.
Ahora bien, el Presidente tiene un respiro en la victoria de México sobre Uruguay y en los subsiguientes días de euforia. Y mal haría el político, siempre político, en desaprovechar la oportunidad. No discuto ni un segundo las bondades del futbol y los méritos deportivos de los jóvenes futbolistas. Al margen de la pasión natural el pueblo necesita en qué y en quién creer. Ese es el mensaje. Ojalá el estallido de júbilo del Estadio Azteca se repitiera ante un candidato presidencial en 2012, lo que parece muy difícil. Lúdicamente hablando, y la psicología abunda en ejemplos, el juego es una válvula de escape de insatisfacciones y descontentos. Alejandro Poiré confirma que no se está ganando la guerra contra la delincuencia organizada, y expresa: "No habrá seguridad auténtica y verdadera mientras se carezca de corporaciones que pongan un freno efectivo a la delincuencia". ¿Y por qué no lo hizo el gobierno desde el primer minuto del mandato del Presidente Calderón? En cuatro años y medio se pudo lograr algo. ¿Hasta ahora detectan la carencia? ¡Es increíble! ¡Por allí se debió empezar, con la medicina efectiva! En cambio con una medicina deficiente, a medias, se ha querido resolver el problema, aparte de reformas constitucionales contradictorias y absurdas. En suma, el Presidente se entusiasma con el triunfo de México sobre Uruguay, manosea un poco o un mucho las palabras, y dice: "Si cada uno de los jóvenes mexicanos pudiera jugar futbol, o basquetbol, o tocar el violín (sic), México sería distinto hoy y espero que lo sea en el futuro". La expresión es noble en el fondo, pero contrasta con la invitación que les formuló a los jóvenes hace unos días para que fueran parte de la Policía Federal Preventiva, un verdadero "sacerdocio cívico". Lo que a mí me sorprende es que al recibir en Los Pinos a los jóvenes de la selección "Sub 17", el Presidente Felipe Calderón les dijera que:"México no va a ser el mismo de antes después de este campeonato del mundo". ¡Ah, caramba, qué cambio histórico, como si se trata del "grito de Dolores!".
*La Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó este martes 12 que el fuero militar ya no operará para procesar a militares responsables de violaciones a los derechos humanos, y deberán ser juzgados por tribunales civiles (del fuero común). En rigor la Corte no descubrió el hilo negro, despejó nubarrones de ignorancia al "leer en voz alta", simplemente, el artículo 13 constitucional que a la letra dice: "Subsiste el fuero de guerra para los delitos y faltas contra la disciplina militar; pero los tribunales militares en ningún caso y por ningún motivo, podrán extender su jurisdicción sobre personas que no pertenezcan al Ejército. Cuando en un delito o falta del orden militar estuviese complicado un paisano, conocerá del caso la autoridad civil que corresponda". ¡Más claro ni el agua!
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