RICARDO BECERRA LAGUNA
Se acuerdan -aquellos viejos tiempos de la radio- cuando uno llamaba a la XEW, y el amable y locuaz animador nos complacía con la canción que dedicábamos a nuestra enamorada? Eran los tiempos de la “Hora azul”, hace más de medio siglo.
De acuerdo, no soy tan viejo. Pero los de mi generación también determinábamos la programación en Radio Capital o en Radio 590 “La Pantera”, llamando y votando por nuestra melodía predilecta (mi voto era siempre por Hanky Panky!), allá en los años setenta.
Era un procedimiento archiconocido, sencillo, manual, que no representaba riesgo alguno para la operación y la continuidad de las emisoras. ¿Por cuál votas? Y durante una hora completa se insertaban 6 ó 7 melodías distintas, por puro capricho de la audiencia.
Algo así quiere el IFE, solo que en el año 2011: un sencillo procedimiento para que los programadores inserten los mensajes de los partidos políticos, durante el próximo periplo electoral con una velocidad de… ¡tres días! Leyó usted bien: el IFE no lo pide inmediatamente, tampoco en 12 ni en 24 horas, sino en un plazo muy razonable de 72 horas y además, sólo durante días hábiles.
Ésta es la dimensión real de la solicitud del Instituto; y es la razón por la que se ha montado una frenética campaña que recorre televisoras, radiodifusoras, comentaristas libres (y muchos a sueldo); la actuación de una legión de abogados y que mereció la interposición nada menos que de 300 demandas ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
La situación es hilarante: las televisoras y radiodifusoras tendrán que cumplir, exactamente, con el mismo procedimiento que ya han cumplido en 50 elecciones y que ahora, ellos mismos bien presumen: cumplimiento global del 97 por ciento, probado por el monitoreo del IFE.
Veámoslo de nuevo: a partir del 20 de diciembre y hasta el primer domingo de julio de 2012, cada televisora y cada radiodifusora -permisionarios y concesionarios- deberá transmitir 96 spots diarios a razón de 4 ó 6 cada hora. Eso es todo. Lo nuevo, es que en vez de que transcurra una semana y a veces hasta 10 días, se disminuyen los plazos para sustituir un promocional. El IFE tocará las puertas de las emisoras el martes: ellas deberán poner al aire inclusive el viernes, el spot indicado.
Y más que eso: con 20 días de anticipación, el IFE les entregará la pauta, es decir, la hora y el momento en la que deben reservar 2 ó 3 minutos para los partidos políticos y las autoridades electorales. Con esa antelación, los concesionarios, incluso las más pobres radiodifusoras del país, sabrán como programar y sabrán cuál es el espacio federal, para el proceso electoral hora por hora. Al mismo tiempo, sabrán cuántos spots han sido asignados para el PRI, PAN, PRD, PT, etcétera, conforme a las reglas constitucionales.
En ese tema se ha puesto a circular una de las falacias arrojadizas de la campaña mediática: que la reforma al reglamento volvió inmanejable y caprichoso el modelo de comunicación. La realidad es que siguen contando con 20 días para poder conocer y preparar su programación, para dejar los 96 huecos diarios, que el IFE les indicará cómo llenar. El cambio se traduce, simplemente, en que deberán llenar los mismos huecos de siempre en tres días, ya no en cinco.
¿De verdad este cambio convoca la hecatombe de los procesos electorales, de la industria de la radio y la televisión y de la democracia toda? No es para tanto. Tengo la impresión de que se trata de un escándalo urdido por otras motivaciones… pero no juzguemos intenciones. Veamos a cambio, otro argumento colocado por el IFE en su acuerdo reglamentario: las televisoras, publican normalmente sus reglas de contratación http://www.televisaplancomercialtv.com/ (en el caso de Televisa) y http://ventastva.com/ (para TV Azteca). ¿Y cuáles son sus condiciones típicas? que “El cliente y/o agencia haya entregado el material con el tiempo de anticipación suficiente para su transmisión (72 horas antes para televisoras locales y 24 horas antes para canales nacionales)”. Lo que es más, informan a sus clientes que es posible contratar la difusión de spots el mismo día, mediante la llamada “compra express garantizada”. Y lo mismo pasa con las cadenas más importantes de radiodifusión. En otras palabras: se trata de un procedimiento habitual.
Ante el tamaño, la exageración (y la majadería) de la campaña contra el IFE, merece la pena insistir: ¿Qué hace que consorcios tan desmesuradamente ricos se arriesguen a encabezar una campaña tan falaz?
Se puede entender su desacuerdo con el cambio de reglas; su crítica feroz al Congreso, a la autoridad electoral y su impugnación por todos los medios legales, pero esta jugarreta los está exhibiendo como un poder sedicioso, caprichoso, hasta descabellado. En mi opinión, la maniobra ha ido demasiado lejos y las empresas están poniendo en entredicho su propio prestigio y su propia credibilidad.
Pero además: igual que en 2009, su apuesta ocurre en muy mal momento: en la vuelta de la desaceleración económica (una atonía más) y en pleno boom delincuencial que tiene al país en una crisis de seguridad pública. Apostar al fracaso de la reforma electoral, invocar al fracaso de los comicios de julio en su formato constitucional, es apostar contra la única institución y el único proceso social que puede devolver algo de confianza pública y algo de fe en la convivencia de los mexicanos.
Hay que hacerle la pregunta a Emilio Azcárraga y a Ricardo Salinas Pliego: ¿van a ser las televisoras el principal problema electoral en el año 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario