
martes, 31 de marzo de 2009
JUSTICIA: EL MUNDO AL REVÉS

CALDERÓN VOLTEA HACIA LA TELEVISIÓN PÚBLICA

Al cancelar el timbre postal por el 50 aniversario del Canal Once y participar en la presentación de la nueva programación e imagen de Once TV México, el Presidente Felipe Calderón ponderó la televisión pública e instruyó a los secretarios de Educación, Gobernación y Comunicaciones y Transportes "a que se pongan de acuerdo y a ver a qué piedra se suben, pero que ojalá Canal 11 pueda verse en todo el territorio nacional como una señal abierta". Por primera ocasión, desde que Carlos Salinas de Gortari decidió privatizar Imevisión, dos cadenas nacionales: canal 13 con 90 canales de televisión en todo el país; y el 7, con 78 el 18 de julio de 1993, hace casi 16 años, un Presidente de la República piensa en la posibilidad de construir una televisión pública nacional. Y hay que empezar por dejar claro el término: pública, no del gobierno o, todavía peor, del partido en el gobierno. Pero televisión, o medios de comunicación, pública tampoco implica únicamente la difusión de contenidos educativos y culturales, éstos pueden formar parte e incluso pueden ser el único objetivo de alguno o algunos de los medios, pero éstos no pueden serlo de un sistema de medios públicos. Un medio público o un sistema de medios públicos debe contemplar desde luego los contenidos educativos y culturales, pero también la construcción de un espacio público: incluyente, transparente y común, es decir, recrear el ágora de las sociedades griegas, pero en el Siglo 21. Un espacio abierto a todo el que quiera participar y donde se discuta el futuro de la comunidad, es decir, convertir a los medios públicos en el centro de la vida social, cultural y política de la comunidad. En las ciudades griegas, particularmente el más famoso de todos el de Atenas, el ágora era la plaza que se ubicaba en el corazón de la ciudad, donde se realizaban las asambleas ciudadanas y se reunía la población; todos podían asistir, la agenda se determinaba de común acuerdo y las decisiones se tomaban a la vista de todos. Hoy este encuentro será virtual, a través de los medios de comunicación, pero igualmente tiene que ser un espacio común, es decir, no determinado por las agendas particulares o grupales de unos cuantos; incluyente, es decir, debe estar abierto a todos, nadie debe ser excluido a priori o por profesar ideas diversas a las de los coordinadores del espacio; y, desde luego, transparente, es decir, el proceso decisional, el manejo de los recursos, la determinación de la agenda, todo debe ser escrutable, verificable. En su intervención Calderón señalo "...la importancia de Once TV México es que es televisión pública. Y estoy convencido de que la televisión pública debe seguir siendo eso, televisión de todos, televisión y política de Estado. Por eso tiene que fortalecerse, por eso tiene que ampliarse, por eso tiene que difundirse, constantemente renovarse y enriquecerse." Añadió: "...hoy Once TV México es referencia obligada en la historia de la cultura contemporánea del país, y líder indiscutible en la producción de contenidos educativos y culturales de habla hispana... Desde sus inicios, el Once orientó su esfuerzo hacia la educación y el desarrollo cultural; cumple así una función de servicio público muy clara en la formación cívica, social y cultural del México de aquella época. Este modelo de televisión pública ha venido transformándose conforme a los cambios sociales y políticos que hemos vivido los mexicanos. No obstante, Canal Once ha logrado conservar en esencia su misión de servicio y compromiso con la calidad y la difusión de contenidos que enriquezcan nuestra mexicanidad desde una perspectiva plural y universalista." Por su parte, el director general del Canal Once, Fernando Sariñana Márquez, afirmó en su intervención: "La televisión pública desempeña un papel relevante en el fortalecimiento de los valores democráticos, en el respeto a la libertad de expresión, en la garantía al derecho de la información, en la divulgación de las ideas, en la reflexión conjunta sobre el México que somos y, sobre todo, sobre el México al que aspiramos a ser." A su vez, el director del Instituto Politécnico Nacional, José Enrique Villa Rivera, indicó: "En 50 años, el Canal del Politécnico ha mostrado que los procesos educativos no están reñidos con el entretenimiento, ni con la difusión cultural ni con la información sería, al contrario, son parte de un todo." Y sin menospreciar los logros del Canal 11 ni dejar de reconocer la apertura de espacios alternativos al duopolio televisivo, también éste dista mucho de ser "televisión pública... televisión de todos". Aunque existen programas educativos y formativos de gran calidad que de ninguna manera puede dejar de reconocerse su valor; aunque sus barras de noticias, opiniones y discusión son más ponderadas y menos excluyentes que las de las televisoras privadas; aunque su programación no se decide exclusivamente bajo el criterio del rating ni los mueve el afán de lucro, lo cierto es que la lógica que priva sigue siendo la misma: son el resultado de las decisiones que toman exclusivamente las altas autoridades, titulares de la SEP, IPN y Canal 11, sin tomar en cuenta a la audiencia, informar de sus procesos decisionales o hacerlos participar en ellos. Quizá por ello el impulso sigue dándose al Canal 11, integrada a la estructura formal de la administración pública federal y, por lo mismo, sujeto directo de las decisiones presidenciales, desde la designación de su dirección hasta la posibilidad de incluir o excluir voces y temas en su programación; y no a los medios de la UNAM, institución autónoma, no sujeta a la intervención gubernamental. En cuanto a los contenidos, ni siquiera en los conceptos se incluyó en algún momento la idea de ampliarlo a otros ámbitos de la vida nacional, particularmente el político o el incorporar nuevas formas de participación ciudadana en el ejercicio periodístico, que sin duda también es una de las vocaciones centrales de los medios públicos, como el periodismo público, o cívico como es conocido en los Estados Unidos, o el periodismo ciudadano, emergente a partir del surgimiento y generalización de las nuevas tecnologías de la comunicación e información. Así bienvenida la idea de construir una televisión pública nacional en señal abierta, sin duda ésta la pública debe priorizarse sobre la posibilidad de la llamada tercera cadena de televisión comercial, pues efectivamente permitirá transmitir "aquellos contenidos que difícilmente serían exhibidos en otras partes"; pero en paralelo a la solución de los problemas técnico-legales, para encontrar la forma de ampliar la señal abierta a todo el territorio, hay que discutir el modelo de televisión pública que deseamos y eso implica el modelo integral: pertenencia o no a la administración pública federal, forma de determinación del presupuesto, integración de su órgano de gobierno, formas de definición de su programación, entre otros de los aspectos centrales.
PALABRAS CORRECTAS, ACCIONES IMPRECISAS

“Puedes acariciar a la gente con palabras”, escribió F. Scott Fitzgerald. Y eso es lo que hace Hillary Clinton durante su visita a México: acariciar, seducir, calmar, apaciguar. En lugar de críticas unilaterales, la secretaria de Estado ofrece entendimientos bilaterales. En lugar de colocar todas las culpas de la criminalidad sobre los hombros de nuestro país, ofrece pararse a su lado. Después de meses en los cuales México es colocado en el banquillo de los acusados, ella decide sentarse allí. Su discurso es uno de compromiso y corresponsabilidad y por ello se refiere a “la demanda insaciable de drogas en los Estados Unidos”. Por ello reconoce la “incapacidad para prevenir el contrabando a través de la frontera para armar a los criminales que asesinan oficiales, soldados y civiles”. Al hablar así, Hillary contribuye a destensar una relación bilateral que se había vuelto conflictiva; al expresarse de ese modo ayuda a cambiar la psicología tradicional de víctima-victimario prevaleciente. Pero en el futuro, México tendrá que sopesar el impacto real de lo que la secretaria Clinton ha dicho e ir más allá de alabarla por ello. Si no, sus palabras serán sólo eso. Sin duda muchos mexicanos cuestionan el repentino interés de Estados Unidos por México. De pronto, México salta a las primas planas de los periódicos y es noticia principal de los noticiarios estadunidenses. De pronto el vecino ignorado –según algunos– está a punto de convertirse en un “Estado fallido”. Así inicia la espiral que motiva el viaje de Hillary Clinton a México: la violencia aquí comienza a crecer y los medios empiezan a prestarle atención; en la medida en que los medios posan los reflectores sobre nuestro país, el Congreso estadunidense voltea la mirada allí; al celebrarse las audiencias en el Capitolio, cada partido y cada político tiene su propia agenda y la promueve, usando a México como vehículo. Una mañana Barack Obama se despierta y descubre que tiene un nuevo frente abierto al sur de la frontera, mientras pelea por cerrar tantos otros en su propio país. Descubre que la violencia mexicana se desborda hacia ciudades como Phoenix y El Paso. Comprende que si no hace algo al respecto, sus enemigos en el Partido Republicano se lo cobrarán.Mientras tanto, las notas periodísticas y los reportajes y los pronunciamientos críticos encienden focos rojos en México. Algunos hablan del complot que se está fraguando en Estados Unidos; otros subrayan la hipocresía de un país que avienta piedras cuando vive en una casa de cristal. Felipe Calderón desenvaina la espada y se lanza contra el enemigo, porque no entiende qué está haciendo ni qué quiere hacer. En los últimos meses, diversas personas e instituciones en Estados Unidos han enviado mensajes contradictorios sobre México. Y por ello, México no sabe si debe prestar mayor atención a quienes promueven la militarización de la frontera, o a aquellos que se han opuesto a ello, incluyendo al presidente Obama. México no sabe si Estados Unidos hará un esfuerzo real por controlar el tráfico de armas en su propio territorio, o si esa agenda acabará archivada por quienes defienden “el derecho a portar armas”. México no sabe si está siendo criticado para que el Congreso se apreste a ofrecer más ayuda, o si la andanada de reclamos es parte de una estrategia para fomentar la construcción de un muro mayor entre los dos países. Por una parte, miembros del gobierno estadunidense hablan de un “nuevo paradigma” en la relación México-Estados Unidos, pero por otra el Congreso recorta 150 millones de dólares a la Iniciativa Mérida. Miembros del equipo de Obama enfatizan el imperativo de una “relación estratégica”, pero después el Congreso pone fin a un programa piloto que le permite a los camiones mexicanos transitar por las carreteras estadunidenses. En represalia, México coloca tarifas sobre 90 productos, afectando así a 2.4 mil millones de dólares de comercio entre los dos socios. Ante imperativos políticos aquí, Felipe Calderón adopta una posición defensiva y nacionalista, porque pocas cosas unen más a los mexicanos que una buena dosis de antiamericanismo. Y en Estados Unidos, el mensaje vis a vis con México comienza a ser dominado por Republicanos conservadores, encantados con la idea de mandar tropas a la frontera y/o cerrarla.Ese es el contexto que antecede a la visita de Hillary Clinton y explica por qué –sorpresivamente– México asciende en la lista de prioridades. Las tensiones bilaterales crecientes complicaban la posibilidad de enfrentar una situación crítica de forma conjunta. Por primera vez, el gobierno estadunidense lo reconoce y empieza a actuar en consecuencia. La administración Obama anuncia un incremento en el financiamiento para la seguridad fronteriza y un esfuerzo por desmantelar a los cárteles que operan en territorio estadunidense y el envío de más helicópteros y la asignación de más agentes de la DEA. Más aún, manda a la diplomática estelar que desempaca un nuevo lenguaje a lo largo de su visita. Hillary Clinton parece haber entendido lo que Carlos Fuentes sugirió: México no tiene el monopolio de las drogas, el crimen o la corrupción. A la luz de ese reconocimiento inusual, la secretaria Clinton carga consigo palabras que sugieren un compromiso para combatir los flujos ilegales de dinero que explican la presencia de El Chapo Guzmán en la lista Forbes; arriba con una promesa para limitar el contrabando de armas a lo largo de la frontera; muestra una disposición a pensar de otra manera. Aún más importante, Hillary intenta demostrar no sólo buena voluntad sino un mensaje consistente. Busca promover lo que ha faltado hasta el momento en la problemática bilateral: un mensaje claro, unificado, sobre lo que Estados Unidos está dispuesto a hacer en cuanto a su relación con México. En ese sentido, el viaje de la secretaria Clinton es un buen primer paso. Pero falta mucho por hacer. El corazón del problema reside en dos terrenos clave: el consumo de drogas en Estados Unidos y la venta irrestricta de armas de alto calibre a casi cualquiera que las quiera comprar. En esos dos ámbitos, las palabras de Hillary son vagas, imprecisas. Ella hace un diagnóstico correcto, pero las medidas anunciadas hasta el momento resultan insuficientes para atacar el problema de raíz. Ella dice: “claramente lo que hemos estado haciendo no ha funcionado” y tiene razón. Para que eso cambie, sus palabras tendrán que traducirse en acciones más amplias, focalizadas más en la demanda y menos en la interdicción. Porque el objetivo final de las palabras de Hillary Clinton no debería ser complacer, sino solucionar.
SOPA DE LODO

TELEVISIÓN PÚBLICA: UNA EXCELENTE BROMA

El Presidente instruyó a sus secretarios de Gobernación, de Comunicaciones y Transportes, y a la de Educación, a poner en marcha una tercera cadena nacional de televisión, a partir de la señal que Canal 11 transmite en la banda VHF en el Distrito Federal y el estado de México, y que retransmite en distintos canales en la banda UHF en otras 14 plazas en el país: Cancún, Acapulco, Culiacán, Chetumal, Chihuahua, Ciudad Delicias, Cuauhtémoc, estado de Morelos, Playa del Carmen, Saltillo, San Luis Potosí, Tepic, Tijuana y Valle de Bravo.
En el 50 aniversario de Canal 11, presumiblemente bajo la tutela del Instituto Politécnico Nacional, el Presidente dijo: “Voy a aprovechar que están aquí algunos de mis colaboradores, el secretario de Gobernación, que es el dueño de las señales.. ah, no, el de comunicaciones y Transportes… ya no sé cuál, pero alguno de los dos o la secretaria de Educación Pública, les voy a pedir, les voy a instruir a que se pongan de acuerdo y a ver a qué piedra se suben, pero ojalá Canal 11 pueda verse en todo el territorio nacional como una señal abierta”.
Calderón agregó: “Se que tomará tiempo y, por supuesto, habrá que ver en las propias frecuencias disponibles del gobierno federal, en fin, algo se les va a ocurrir, yo creo que… estoy seguro de eso”.
Digo que, en realidad lo que el presidente Calderón instruyó, fue instalar una tercera cadena nacional de televisión. En ocho años de gobierno federal panista, el tema de crear una alternativa distinta al duopolio Televisa-Azteca ha sido tema recurrente, y ha dividido a los funcionarios al interior del gabinete en ambas administraciones, además de tensar las relaciones partido y gobierno. La forma en que, tanto el gobierno del presidente Fox, como el de Calderón, han sucumbido a la presión de las televisoras ha reforzado el poder fáctico con que la televisión actúa sobre y en contra de la política. A los dos gobiernos la televisión les atoró sus intenciones de licitación de espectro para un nuevo operador.
Por ello que el Presidente anuncie tal propósito, y que además la alternativa sea una red nacional en manos del Estado, constituye una esperanza y un reforzamiento al proceso democratizador del país, y en especial del régimen jurídico de los medios electrónicos, pues resulta que las instituciones gubernamentales se quedaron mudas, incapaces de responder a las mismas ofensivas de los intereses particulares de los concesionarios, como es el caso del linchamiento que hasta la fecha realizan de la reforma constitucional y legal en materia electoral.
Una cadena pública con cobertura nacional, que asegure la mayor extensión en el territorio nacional y en términos de población, sería un instrumento valiosísimo frente a la distorsión y la manipulación informativa.
La disponibilidad de espectro está documentada. Antes de concluir su desempeño como subsecretario de Comunicaciones en la Administración de Vicente Fox, Jorge Álvarez Hott dejó un estudio de frecuencias disponibles para instalar no sólo una tercera, sino una cuarta y quinta cadenas con alcance de 85%, 70% y 50%, respectivamente, sobre el territorio nacional, combinando canales de las dos bandas en transmisión analógica.
Recursos hay suficientes para tal proyecto, no se requiere más que una reorientación de gasto y se convertiría en una inversión estratégica: sólo con la tercera parte de lo que el gobierno federal gasta en comunicación social y publicidad durante un año, se podrían instalar 70 repetidoras con las que la cobertura geográfica alcanzaría a 98% de la población del país. Otra cantidad similar de recursos podría aplicarse a extender la señal a lo largo y ancho del país que asegurara el vínculo entre la diversidad de regiones y culturas que conforman la identidad nacional. Sería un enorme paso en materia de derecho a la información.
Sí, es la primera vez que se expresa públicamente una instrucción así. Es deseable que se cumpla, y que cuanto antes, se liberen los permisos bajo la coordinación de las dos secretarías que en efecto concurren a otorgarlos, la de Gobernación y Comunicaciones, según la ley; pero más deseable es que en realidad la de Educación Pública —vía el IPN —, la doten de un estatuto jurídico que convierta a Canal 11 en emisora cultural y educativa para todos los mexicanos, y que ahí asiente su operación, no sólo de membrete. Como en ningún otro momento, ese canal cuenta con recursos suficientes para producir y ampliar su cobertura; no obstante que atraviesa por la peor época de dirección, aún sus contenidos se mantienen y pueden ser mejorados considerablemente.
Ojalá, repitiendo al presidente Calderón, que este anuncio no sea sólo un calambre que se le lanza a la televisión privada, sino una voluntad política real de restituirle a la sociedad, a través del derecho que el Estado tiene en esta materia, una auténtica televisión de servicio público y no sólo de carácter gubernamental. Un equilibrio y contrapeso a los excesos y abusos del duopolio.
JUSTICIA PARA ADOLESCENTES, ¿PROYECTO POSTERGADO?

Si antes de la crisis económica, el costo de tal proyecto era tan alto que su realización se volvía remota, ahora lo es más. Por desgracia, la crisis ha comenzado a afectar otros proyectos judiciales de menos relumbrón mediático, pero mucho más necesarios y asequibles, como instrumentar un nuevo sistema de justicia penal para adolescentes, entre cuyas características se propuso un límite mínimo de 12 años de edad y máximo de 18 para su aplicación.
Un sistema de esa naturaleza, debe hacer posible atender, desde el derecho, sin simulaciones ni lagunas judiciales ni “tanteómetros”, esa realidad tan lamentable de que cada vez más se cometen delitos federales que involucran a menores de 18 años. A la vez, debe garantizar el reconocimiento y observancia de los derechos fundamentales de los adolescentes y ser ejecutado por las instituciones, tribunales y autoridades especializadas en todo el país.
Desde el 12 de diciembre de 2005, fue publicado en el Diario Oficial de la Federación, el decreto por el cual se reformó el párrafo cuarto y se adicionaron los párrafos quinto y sexto del artículo 18 constitucional, para establecer la obligación de la Federación y de cada entidad federativa de contar con un sistema de justicia penal para adolescentes.
Una de las principales características que lo hacen —y lo siguen haciendo— necesario es lograr que las medidas impuestas a los jóvenes infractores sean proporcionales a la gravedad de la conducta realizada, pero teniendo siempre como finalidad la reintegración social y familiar de los infractores, especificando que el internamiento —la privación de la libertad— podrá aplicarse como medida extrema, por el tiempo más breve posible y sólo a mayores de 14 años que hayan cometido conductas graves.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos impulsó y apoyo dicha reforma para el mejor cuidado de los derechos de ese segmento juvenil y para el mejor funcionamiento de la justicia para adolescentes, por considerar que entre otros aciertos, esa nueva normatividad cumple con los compromisos internacionales suscritos por nuestro país en la materia. En ese sentido, el ombudsman nacional, tal como se acredita en el informe especial sobre el cumplimiento de dicha reforma, rendido el 12 de septiembre de 2006, y en cada uno de los informes anuales emitidos después, ha dado seguimiento puntual a las medidas de las entidades federativas para la creación de leyes, instituciones y órganos necesarios para la exacta aplicación del nuevo sistema integral de justicia para adolescentes.
Especial dificultad en el cumplimiento del decreto de referencia, se ha presentado en los plazos para su puesta en marcha. El artículo segundo transitorio estableció un plazo para que las entidades federativas cumplieran con su instrumentación; ese plazo feneció el 12 de septiembre de 2006. Sobre el particular, cabe destacar el caso del estado de Guerrero, mismo que a la fecha —es decir, a 29 meses de estar obligado a contar con un sistema integral de justicia para adolescentes— carece de la legislación y de los órganos para ejecutarla, lo cual también es una franca violación a la Constitución.
En el caso de la Federación, debido a que el decreto de referencia no establece plazo alguno para su instrumentación, aún no se expide la ley federal en la materia. Este hecho tiene consecuencias diversas, una de ellas es abrir una puerta de práctica impunidad para conductas delictivas del ámbito federal en las que incurren los adolescentes.
Entre las razones que se esgrimen para explicar la falta de una legislación federal en la materia, está la carencia de recursos económicos para echar a andar el nuevo sistema, ya que se requieren fiscalías, juzgados y centros de internamiento federales específicamente diseñados en toda la República.
El 10 de febrero del año en curso, el Senado aprobó y turnó a la Cámara de Diputados un decreto en el cual, entre otras cosas, se adiciona un párrafo al artículo segundo transitorio antes mencionado, para que la Federación expida, en el plazo de un año, las leyes, las instituciones y los órganos que se requieran en el orden federal para la instrumentación del sistema integral de justicia para adolescentes.
Así, si bien es cierto que dicha reforma es pertinente, en el sentido de que finalmente determina un plazo para que la Federación establezca el sistema integral de justicia para adolescentes, preocupa el hecho de que a más de tres años de publicada la reforma de referencia, no se advierta la instrumentación del sistema a nivel federal. Es aún más preocupante el hecho de que uno de los motivos que se argumentan sea la carencia de recursos económicos, pues en las condiciones actuales eso equivale a una velada posposición del proyecto.
Si nos enfrentamos a una crisis económica mundial de inmensas consecuencias, aparejada de una drástica disminución en los precios del petróleo y una inevitable reducción en los ingresos petroleros, que constituyen la base del gasto público, parece inevitable que seguirán siendo cada vez más limitados los recursos para hacer realidad el nuevo sistema penal para adolescentes. No se diga para poner en práctica otras ambiciosas reformas.
Una vez más, la distancia entre lo que se planea y lo que finalmente se puede realizar, ha de pesar en contra de las posibilidades de un mejor funcionamiento del sistema judicial.
LOS FERROCARRILEROS DE HACE MEDIO SIGLO

La represión que el gobierno del presidente Adolfo López Mateos emprendió contra los ferrocarrileros desbarató la experiencia democrática que desde varios meses antes había logrado colocar al frente de aquel sindicato a un dirigente respaldado por los trabajadores. Desde entonces, parecía claro que los intentos por la democracia sindical solamente podrían prosperar si tenían la aquiescencia del poder político -el cual, desde aquellos años, se encadenaba cada vez más a los intereses de los líderes charros-.
Aquella represión se tradujo, además, en enormes injusticias. Demetrio Vallejo y algunos de sus compañeros, entre ellos Valentín Campa, permanecieron encarcelados durante 11 años.
El encono presidencial contra Vallejo y los ferrocarrileros de ánimo independiente había comenzado en 1958, cuando ese dirigente ganó de manera arrasadora las elecciones para el comité ejecutivo del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana. Posiblemente tenga algo de exageración, pero la versión que prevalece sobre aquella elección relata que el cómputo fue suspendido cuando la planilla de Vallejo llevaba 59 mil votos y sus contrincantes solamente nueve.
Meses más tarde, la nueva dirección sindical tuvo que ocuparse de las revisiones salarial y del contrato colectivo que vencían en febrero para los trabajadores de los Ferrocarriles Nacionales y varias semanas después en los Ferrocarriles del Pacífico y Mexicano. Las movilizaciones del sindicato para difundir sus reivindicaciones fueron enfrentadas con una intensa campaña macartista. “Conjura roja”, exclamaban personeros del gobierno y numerosas voces en la adocenada prensa de aquel último trecho de los años 50. Cuando el sindicato anunció que realizaría una manifestación el 22 de febrero, el gobierno la prohibió y únicamente autorizó un mitin. El 25 de febrero los trabajadores estallaron la huelga, pero unos minutos más tarde la Junta Federal de Conciliación la declaraba inexistente. Ante la posibilidad de mayores represalias, la dirección sindical aceptó las propuestas de la empresa y levantó la huelga.
Aún estaban por resolverse las peticiones de los trabajadores en las otras dos empresas ferroviarias. El 25 de marzo el sindicato estalló sendas huelgas en los ferrocarriles Mexicano y del Pacífico. La pretensión salarial era idéntica a la que habían conseguido los trabajadores de Ferrocarriles Nacionales -16 por ciento- además de algunas prestaciones. Pero no era económico el significado principal de aquellas huelgas, que además ponían a prueba la capacidad de un sindicato apartado de la órbita de influencia oficialista para defender los intereses de sus agremiados.
Aquel 25 de marzo era miércoles de Semana Santa. La coincidencia de la huelga con la afluencia de vacacionistas en todo el país fue aprovechada por los medios de comunicación que enderezaron una cruzada contra el sindicato ferrocarrilero acusándolo de trastornar el asueto de la sociedad mexicana. Junto con esa campaña, menudean los amagos. Horas antes de que la huelga estallase, fueron despedidos los trabajadores más activos por su militancia sindical. Igual que la anterior, la nueva huelga fue declarada inexistente pero el sindicato obtuvo un amparo que le permitía mantenerla.
En todo el país, las secciones del sindicato estallan paros en solidaridad con sus compañeros en huelga. Esas acciones, y la huelga misma, propician el despido de centenares de ferrocarrileros y la detención de docenas de ellos. El 27 de marzo los dirigentes nacionales, encabezados por Demetrio Vallejo, visitan al secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, para explicarle que ahora la huelga exige la reinstalación de los despedidos, además del aumento salarial y reparación a diversas violaciones contractuales.
La espiral del enfrentamiento era irrefrenable. A cada muestra de fortaleza del sindicato, cuya huelga concitaba enorme interés y solidaridad en otros gremios, se enardecía la respuesta del gobierno. A cada medida autoritaria, el sindicato no podía responder sino manteniendo su huelga. El 28 de marzo Vallejo y los dirigentes Hugo Ponce de León y Alejandro Pérez Enríquez fueron detenidos en un restaurante contiguo al edificio sindical. El procurador de la República, Fernando López Arias, aseguró que los detenidos “desarrollaban un plan de agitación y de graves daños a la economía del país, guiados por comunistas”.
Detenidos sus principales dirigentes, la huelga se mantuvo unos días. En su libro Mi testimonio, Valentín Campa relata: “Todo el ejército fue movilizado. Se estableció el estado de sitio en los barrios en donde vivían los ferrocarrileros. En las colonias Guerrero y Vallejo, del Distrito Federal, se prohibía reunirse en la calle a más de tres personas. Sin embargo, las divisiones del sureste no pudieron ser controladas por el ejército. En ellas las pequeñas guarniciones no eran capaces de evitar el movimiento, por lo que la huelga general continuó hasta el 12 de abril”.
Miles de trabajadores fueron despedidos. El sindicato fue entregado a una dirigencia espuria. Vallejo y Campa fueron presos políticos hasta 1970. Su liberación fue una de las banderas del movimiento estudiantil del 68.
Absurda y emblemática, la represión contra el movimiento ferrocarrilero expresó límites y obcecaciones del Estado mexicano. Si algo han cambiado desde entonces las cosas en este país, se debe en buena medida al empeño de mexicanos como aquellos trabajadores que a pesar de la intolerancia gubernamental se empeñaron en defender derechos gremiales y ciudadanos que resultan fundamentales. Aquellos ferrocarrileros de 1959 se encuentran entre nuestros héroes cívicos.
POR UN MÉXICO SOCIAL

Los datos duros y suaves que perfilan los panoramas y escenarios de nuestra economía política son contundentes: la actividad económica se desploma en todos sus frentes y los servicios y el comercio, proverbiales zonas de refugio para los no incluidos en las formas dinámicas de la producción, caen como la industria y las manufacturas, las finanzas y los escondrijos del empleo ilegal que llamamos outsourcings. Para enero se ha estimado una caída anualizada en el Indicador Global de la Actividad Económica de 9.48 por ciento, de 11.1 por ciento en la industria y de 9.1 por ciento en el sector terciario, lo que confirma el pronóstico del Banco de México sobre una contracción del producto interno bruto superior a uno por ciento y lleva a otros especialistas a prever caídas cercanas a 5 por ciento en 2009.
El tobogán productivo ratifica el escenario laboral del que la prensa dio cuenta unos días antes. El desempleo abierto supera 5 por ciento de la población económicamente activa, que sumado al mal empleo, formado por personas que quisieran trabajar más horas y que obtienen ingresos ínfimos, nos ofrece un escenario de empleo indecente e indigno que supera los 4 millones de trabajadores urbanos, pero que no deja a nadie inmune, porque los superricos no pueden olvidar que sus protectores tienen familias y parentelas que a diario sufren y viven esta y otras calamidades.
Proponer como salida a esta circunstancia la creación o ampliación de una economía de libre mercado es un mal chiste analfabeta, aunque se asuma que la nostalgia por el régimen económico anterior, el del presidencialismo económico, no lleve a ningún lado. En la encrucijada puede apelarse a la desmemoria, pero falsear la historia hasta negarla, como lo han propuesto el PAN y sus corifeos desde que se volvió (mal) gobierno, es querer condenar al país a unas jornadas de irracionalidad que no pueden sino anunciar el arribo de nuevos brotes autoritarios, como los que se anuncian con las regresiones en materia de derechos humanos y los incumplimientos persistentes en materia de derechos económicos y sociales de que nos diera cuenta hace unos días la “activista cívica” Clara Jusidman.
La necesidad de plantearse la construcción de un “México social” desde las honduras de la crisis y los hoyos negros de unos rezagos productivos, de empleo y bienestar, seculares pero exacerbados en estos lustros de revolución neoliberal, fue la convocatoria del Seminario Universitario de la Cuestión Social que entre el 25 y el 27 de este mes reunió a un distinguido y plural grupo de investigadores en el paraninfo de la Antigua Escuela de Medicina.
Basados en sus hallazgos y conocimientos, estos estudiosos del CIDE, el Colmex, el Coneval, la Ibero, el ITAM, la UAM, la UDG y la UNAM, junto con investigadoras y consultoras de organizaciones de la sociedad civil, desplegaron el diagnóstico de nuestras desolaciones, examinaron instituciones y relaciones políticas, dieron cuenta de debilidades y fracturas portentosas. Sin embargo, trataron de dirigir mirada y angustia a las condiciones sociales y políticas, institucionales, necesarias para usar lo que se tiene en la producción material y en capacidades de protección y promoción social, para capear una crisis abrumadora y al mismo tiempo abrir brecha para un curso distinto por promisorio, no de la abundancia de un primer mundo que se adentra en la penuria máxima, pero sí de una seguridad digna basada en el empleo protegido y el derecho universal garantizado a la salud, así como en una educación capaz de abandonar pronto la situación vergonzosa a que la ha condenado desde hace décadas la irresponsabilidad oficial y la codicia insaciable del corporativismo.
De esto y mucho más pudimos hablar en los días señalados. La paradoja más cruel: que con libertad política, democracia y sin presidencialismo autoritario y mandón, lo que priva es la falta de voz para la mayoría, un ruidero insufrible en las alturas y una ceguera social, aquí sí que un blindaje infernal, en los que mandan frente al reclamo y el llanto que inunda el llano y lo lleva de la desesperanza a la desesperación.
Hay que empezar por algún lado y desde el seminario decidimos convocar a los estudiosos sociales a manifestar y enriquecer un llamado urgente, lo mejor sustentado que se pueda, por un México social aquí y ahora (véase: http://www.cuestionsocial.unam.mx/).
INFORMACIÓN Y BUEN GOBIERNO

Ello resultaría no sólo en el cumplimiento de un deber que deriva en el control de los ciudadanos por su conocimiento de los actos de gobierno, sino también en un autocontrol del propio Estado: informar para gobernar mejor. Parecerían meras ocurrencias si no constatáramos, día con día, que la falta de información en ambos sentidos, simple y sencillamente, está dando lugar a una creciente e imparable deformación de las funciones del Estado y a una atrofia de la democracia que tenemos. Informar por deber y por convicción desde el Estado nos llevaría a un fortalecimiento de la función pública y de la misma democracia.
No gobernar informando da lugar a las peores prácticas de gobierno, aun cuando se trate de un gobierno democrático que no ha acabado de conformarse como el nuestro. Simulación, opacidad, engaño y mentira, ocultamiento, cinismo, prepotencia, corrupción hasta la comisión de auténticos delitos como el tráfico de influencias, la compra de decisiones burocráticas y políticas, el robo y el saqueo y, en todos los casos, la violación flagrante de la ley son los resultados inevitables de la sucia práctica de gobernar sin informar. Para demostrarlo no hace falta escarbar mucho. Tenemos a la vista casos que lo muestran con toda claridad.
Arturo González de Aragón, al informar de la cuenta pública de 2007, nos abrumó con las monstruosas irregularidades que detectó en el gasto público de ese año (ya con Calderón) y que se tradujeron en un gasto del que no se sabe en qué fue, por 60 mil 723.6 millones de pesos (el último año del gobierno foxista el reporte fue de 33 mil millones de pesos). El auditor superior de la Federación no sabe a dónde fue a parar ese dinero, vale decir, que no encontró información al respecto. Leer el detallado relato que hace de las tropelías en el ejercicio del gasto, no sólo en lo referente al gobierno federal, sino en lo que toca a las asignaciones a los estados y los municipios deja los pelos parados de punta.
No hay más que ver cada uno de los departamentos del Estado y las decisiones que toman sus funcionarios para darse cuenta de que todo comienza, precisamente, en la falta de información o en una desvergonzada desinformación. Ya Gershenson, en su artículo del domingo pasado, denunciaba cómo en las concesiones a privados en la zona de Chicontepec, Tabasco y otras, lo que priva es la desinformación, cuando no la manipulación de la información que se puede constatar en las mismas cifras oficiales. Si se trata de la lucha contra la delincuencia organizada es lo mismo. Y, así, en todo lo demás.
Llama la atención el caso de Banamex-CitiGroup. Como es bien sabido, el reciente rescate bancario del presidente Obama deja en manos del gobierno estadunidense poco más de la tercera parte de los activos de ese grupo. Nuestras leyes dictan que eso no es permitido en nuestro país. El secretario que padecemos en Hacienda, el más inepto e ignorante de cuantos se puedan recordar, salió con la peregrina idea de que, visto que se trata de un “rescate” y éste no está previsto en las leyes, se le daría a la situación un plazo inicial (¡para aplicar la ley!) de tres años y, si se necesita, de otros tres años. ¿Quién le ha dicho a Carstens que puede hacer a menos de la ley de esa manera? ¿Es que no tiene juristas y abogados en su equipo?
Habría que enseñarle a Carstens que la función del Ejecutivo consiste, justo, en “ejecutar” las leyes que dicta el Legislativo y que no está autorizado, salvo en los casos que prevé el artículo 29 (“invasión, perturbación grave de la paz pública o de cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto”), a anular, abrogar o poner entre paréntesis ninguna ley que le concierne cumplir sin condiciones. Veamos: el artículo 13 de la Ley de Instituciones de Crédito establece que, en tratándose de acciones “O” y “L”, consideradas estratégicas en la jerga bursátil, “no podrán participar en forma alguna en el capital social de las instituciones de banca múltiple personas morales extranjeras que ejerzan funciones de autoridad” (es el caso del gobierno de Estados Unidos).
El artículo 18 de la Ley para Regular las Agrupaciones Financieras dice, en su artículo 18, lo mismo: “no podrán participar en forma alguna en el capital social de la controladora personas morales extranjeras que ejerzan funciones de autoridad”. El secretario de Hacienda alegó en su descargo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, diciendo que lo que disponía justificaba su proceder. Alguno de sus asesores debería dedicarse a estudiar el texto del tratado, pues encontraría que, en su anexo VII a las reservas, impone que “los gobiernos extranjeros y las empresas estatales extranjeras no pueden invertir, directa o indirectamente en sociedades controladoras…” y viene una retahíla de especificaciones.
Los gobernantes priístas de antaño no fueron ningún modelo para nadie, pero sabían cubrir sus actos con el cumplimiento (muchas veces sólo en apariencia) de las leyes que ellos mismos aprobaban. Los panistas de hoy piensan, evidentemente, que las leyes son sólo un adorno inútil y que se las puede usar como se quiera, tergiversar, ignorar o, incluso, anularlas cuando no dicen lo que les conviene. Los priístas jamás informaban gobernando; los panistas no gobiernan y menos informan.
El gobierno legítimo de López Obrador les está poniendo una muestra a todos ellos de lo que es hacer política informando. Por supuesto que no puede gobernar, pues no tiene el poder del Estado, pero todas sus tareas desembocan en un continuo y permanente esfuerzo por informar a sus millones de seguidores de todos los pasos que está dando y, sobre todo, de los que están dando sus adversarios, los cuales no hacen más que revolcarse en el lodazal de la arbitrariedad, la impunidad y la desinformación.
ESTADO LAICO

Hace 10 años el Estado laico era un término en desuso. No había necesidad de mencionarlo por ser una realidad histórica. Al llegar la derecha al poder en el 2000, la expresión Estado laico volvió a oírse por necesidad. Fox dijo descuidadamente: “¿El Estado laico, y eso con qué se come?”, o algo semejante, aunque lo común no era ni es discutir el término sino redefinirlo. Tanto los jerarcas católicos como los funcionarios del gobierno federal y alcaldes, diputados, senadores y gobernadores del PAN insisten en hacer del laicismo una mala palabra, una antigualla antirreligiosa, la intrusión del Estado en los derechos de los padres de familia.
La confusión se intensifica tratándose de los creyentes y evangelizadores que, por casualidad, son funcionarios. Tomo un ejemplo extremo, el de Ana Teresa Aranda, subsecretaria de Gobernación, encargada de Asuntos Religiosos; al celebrar su cumpleaños 55 (Milenio de Puebla, febrero de 2009), lanzó un sentido fervorín, algo de su estricto derecho de no estar acompañada de sus colaboradores, de no estar presentes los medios y de no ser ella, perdón por la repetición, subsecretaria de Gobernación encargada de Asuntos Religiosos.
Doña Ana Teresa afirmó su causa primordial y su criterio primordial: “Que Dios de verdad se compadezca y apoye nuestras solicitudes y también pedirle al Todopoderoso por nuestra patria, por nuestro México, porque creo que es un momento en el que debemos ser humildes para poner la rodilla en el suelo y decirle: Señor, estamos a tus órdenes y seguimos chambeando”.
¿Una subsecretaria de Gobernación puede olvidarse de esa condición en un acto tan público como lo indica la comparecencia de sus colaboradores? Ella, por lo pronto, es imperturbable: “Cuando yo digo gracias, estoy haciendo también una solicitud al cielo, le estoy pidiendo a Dios gracias, gracias, bendiciones para ustedes, para sus familias, muchas bendiciones, que Dios de verdad se compadezca y apoye nuestras solicitudes y también pedirle al Todopoderoso por nuestra patria, por nuestro México”.
No se discuten ni la sinceridad ni los derechos religiosos de doña Ana Teresa. Lo muy debatible es su desdén por el carácter laico del Estado que obliga a sus funcionarios a respetar todas las creencias (o ausencia de ellas) y a ser neutrales en asuntos religiosos. En el diario Intolerancia de Puebla, de la misma fecha, el periodista Mario Martell describe la reunión: “Fue como una tardeada sabatina de colegio de monjas.”, y transcribe el final del sermón: “Es el momento, Señor, estamos a tus órdenes, somos muy pocos los obreros de la mies, queremos tener una muy buena cosecha”.
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¿Qué es hoy el Estado laico? Algo que el 4 de diciembre de 2008 despreció el Congreso de Baja California de mayoría panista, al reformar con el decreto 175 el artículo séptimo de la Constitución Política del estado, para considerar el derecho a la vida desde el momento de la concepción y derogar todas las leyes que contradijesen tal dogma. Esto implica la prohibición del aborto aun en situaciones que antes permitía la ley: en casos de violación, malformación del producto y/o incluso cuando la vida de la madre esté en riesgo.
Con esta reforma en vigencia:
—Una mujer que lleve en su vientre un feto anencefálico deberá finalizar su embarazo con un parto, aun si el producto está destinado a morir, con todas las implicaciones económicas y sicológicas que ello tiene sobre la madre y su familia.
—A una joven víctima de violación se le negará el uso de la pastilla de emergencia y se le obligará a terminar su embarazo con el parto, sin considerar lo que afecte este embarazo a su salud física y sicológica y a sus relaciones personales y familiares.
—Una señora mayor que resulte embarazada y a la que el parto ponga en riesgo su vida se le prohibirá el aborto, obligándola a morir.
—Quedan prohibidos la inseminación artificial, la fecundación in vitro y los métodos anticonceptivos como el DIU y la pastilla del día siguiente.
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“Esto no se puede resolver con la distribución de preservativos. Al contrario, incrementa el problema. La única solución es doble: la primera es una humanización de la sexualidad, una renovación humana y espiritual que traiga una nueva forma de comportamiento entre la gente; y en segundo lugar, una amistad sincera, especialmente hacia aquellos que están sufriendo”. Esto declaró al iniciar su viaje por África el papa Benedicto XVI, y esto acató la Secretaría de Educación del gobierno panista de Querétaro —Jacobo Pichardo Otero, Tribuna de Querétaro, 16 de febrero de 2009— al enviar al basurero de la historia la efectividad del condón. La secretaría sostiene en su página de internet, y sin aportar prueba científica alguna, que el condón falla entre 3% y 15%, lo que sería “igual de riesgoso a tomar un vaso de agua con un 3% de posibilidades de que (éste) contenga cianuro”.
La analogía es impresionante: usar el condón, y repito la tesis para convencerme de que sí la emitieron, es “igual de riesgoso a tomar un vaso de agua con un 3% de posibilidades de que (éste) contenga cianuro”. Ni siquiera vale argumentar que no usar condón podría equivaler a tomar un vaso de cianuro con la posibilidad de que contenga algo de agua. Esta afirmación es parte de los textos de la capacitación impartida al personal de la Unidad de Servicios para la Educación Básica en el Estado de Querétaro (Usebeq) en materia de educación afectiva y sexual, parte del programa “Cultivando valores”.
Además, la Usebeq considera que la educación sexual de los niños no debe ser una asignatura que “se vacía de contenido ético, se pone a la altura de las matemáticas, se llena de conocimientos anatómicos dirigidos al control de la natalidad, la prevención de infecciones y a matar el pudor natural”. Según tal capacitación, el sexo y la sexualidad no se refieren tan sólo al aspecto físico y biológico, sino a la persona como unidad y totalidad. Se recomienda a los maestros fomentar “la educación del pudor”, sin definir en qué consiste, “ya que es indispensable aprender el pudor desde pequeños; de igual forma, se recomienda no dar más datos de los necesarios a los niños, no tener espontaneidad ni descaro”, y atender sus dudas “a solas” ya que “todos los niños son diferentes”.
LAS COSTUMBRES DEL PODER

CALIFICAR AL PRESIDENTE

15 AÑOS SIN COLOSIO

El México que veía Luis Donaldo Colosio quedó consignado en su discurso pronunciado en el Monumento a la Revolución el 6 de marzo de 1994. En aquella ocasión el ex candidato presidencial, quien sería brutalmente asesinado 17 días después, expresó: “Yo veo un México de comunidades indígenas que no pueden esperar más a las exigencias de la justicia, de dignidad y de progreso… Yo veo un México de campesinos que aún no tienen las respuestas que merecen… Un México de trabajadores que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan… Un México de jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo y que no siempre tienen a su alcance las oportunidades de educación ni de preparación. Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia, a la drogadicción… Un México de mujeres que aún no cuentan con las oportunidades que les pertenecen… Un México de empresarios de la pequeña y mediana empresa desalentados por el burocratismo, por el mar de trámites, por la discrecionalidad en las autoridades… Un México de profesionistas que no encuentran empleos... Un México de maestras y maestros, de universitarios, de investigadores que piden reconocimiento a su vida profesional, elevación de sus ingresos y condiciones más favorables para el rendimiento de sus frutos académicos… Yo veo un México con hambre y con sed de justicia… Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla… Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan… Un México convencido de que esta es la hora de la respuesta, un México que exige soluciones…
“¡Es la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad!”
Las valientes y certeras palabras de Luis Donaldo, sin embargo, deben ser analizadas no sólo con la perspectiva de 15 años de su asesinato, sino a la luz de los festejos del Bicentenario del estallido de la Independencia y del inicio del Movimiento Armado de 1910. ¿Los mexicanos tenemos algo que festejar en dicho sentido o tal vez deberíamos ser mucho más modestos y utilizar el término conmemorar, tal vez el vocablo apropiado? ¿Qué vamos a festejar..?
Ya en septiembre de 1821, hace casi 200 años, exigían justicia, dignidad y progreso, miles de comunidades indígenas. Los campesinos carecían de respuestas que sin duda se merecían. Existían trabajadores que no encontraban los empleos y los salarios que demandaban. Era evidente la existencia de un México de mujeres que no contaban con las oportunidades que merecían. Desde hace dos siglos ya estaba ahí, a la vista de quien quisiera verlo, un México con hambre y con sed de justicia, así como un México de gente agraviada por las distorsiones que imponían a la ley quienes deberían servirla. ¡Horror! ¿Qué hemos hecho con nuestro país..? ¡Claro que las mujeres y los hombres ya desde hace dos centurias se mostraron afligidos por el abuso y por la arrogancia de las autoridades! ¡Claro que los ciudadanos vivían angustiados por la falta de seguridad, frustrados por los servicios públicos y desesperados por los incumplimientos de los gobiernos!
La comparación viene al caso después de tratar de demostrar la escasa capacidad de transformación de nuestro país, con lo cual se distingue como una sociedad mayoritariamente conservadora y reaccionaria. Resulta prácticamente imposible cambiar la legislación laboral, la fiscal, la petrolera, la eléctrica, la educativa, así como ejecutar a fondo una auténtica reforma del Estado. Sin embargo, para los mexicanos, sociedad y gobierno, no existen las culpas absolutas, permanecemos inmóviles. Todo tiempo pasado fue mejor. Nos convertimos en el país de lo irreversible e irreversiblemente nos estamos hundiendo, día con día, de tal manera que México, un país vivo y juvenil, está dejando de ser un país viable.
¿Por qué razón un país que requiere de manera perentoria la práctica de cambios revolucionarios no los ejecuta? ¿Por qué la escasa o nula capacidad de transformación, más aún ante una problemática tan severa?
Luis Donaldo Colosio advertía la presencia de un México empantanado que contaba con enormes recursos para ser rescatado. Las herramientas para lograrlo están ahí, de la misma manera en que se identifica la imposibilidad de utilizarlas en beneficio de todos nosotros.
Siempre existirá un pretexto para evitar la transformación. Han existido afortunados intentos para lograrlo. Sólo que hoy en día, requerimos mecanismos ágiles, de audacia, de temperamento emprendedor, de coraje, de visión de futuro, de romper con patrones conservadores, de superar la postración retardataria, de modificar velozmente la realidad imperante, de alterar las condiciones reinantes, de luchar ferozmente en contra de la adversidad, de sumar esfuerzos, de tomarnos de la mano, de dar un rudo golpe de timón en el puente de mando para dirigirnos hacia otros horizontes. ¿Por qué no alteramos la ruta de colisión?
fmartinmoreno@yahoo.com
Nos convertimos en el país de lo irreversible e irreversiblemente nos estamos hundiendo, día con día, de tal manera que México, un país vivo y juvenil, está dejando de ser un país viable.
MEMORIA Y DEMOCRACIA

El proyecto comenzó con la incorporación de la memoria fotográfica de la revista Tiempo y los 3 millones de fichas que Jaime González Graf elaboró para el Instituto de Estudios Políticos. La ceremonia fue un llamado abierto para que otras personalidades e instituciones contribuyan a poblar con testimonios plurales la futura sede del archivo.
Se acogió además la decisión de trasladar los documentos de Adolfo Aguilar Zinzer, hasta ahora depositados en El Colegio de México. Su clasificación y estudio permitirá, entre otros fines, la edición de una obra incluyente sobre nuestra presencia en el Consejo de Seguridad de la ONU.
A ese propósito están hace tiempo preparados los textos relativos al periodo en que me correspondió (1980-1981), y la Cancillería se ha allegado los del pasaje de Luis Padilla Nervo (1946). Si no se vencen a tiempo las resistencias oficiales, originadas en el temor comparativo con el presente, habrá de ser empresa enteramente académica. Ese programa podría ser el eje de discusiones articuladas sobre el México actual. Un seminario permanente en torno al entramado cultural, político, económico y social que da cuenta del presente. Una ocasión para reunir las voces de los actores relevantes, generar aportaciones a nuestra historia oral y nutrir tanto la discusión política como la toma de grandes decisiones nacionales.
Estos empeños son coincidentes con los cánones de la transparencia, tanto en su sentido ético como en sus implicaciones prácticas. Se inscribe en la necesidad de fomentar una cultura ciudadana y de exigir responsabilidad cabal de sus actos a los detentadores de poderes públicos. Estoy convencido de que sin conciencia compartida no hay nación y sin memoria no hay democracia.
En palabras de Maurice Duverger: “Un obstáculo infranqueable para los investigadores son las cajas fuertes de los políticos”. Los de México no fueron proclives a ofrecernos revelaciones escritas ni biografías verosímiles. Hay excepciones notables de luchadores de oposición y altos funcionarios. Abundan libelos justificativos y pendencieros de actuales militantes; pocos son esclarecedores y de los secretos de Estado no existe rastro.
Los testimonios documentales de las tareas públicas no han corrido mejor suerte. La mayor parte, dispersos o desaparecidos; otros en domicilios privados o fundaciones, expuestos al olvido, la rapiña y la incuria. Los de mandatarios mayores, inhumados en extravagantes mausoleos, repletos de obsequios, diplomas, retratos y libros encuadernados, donde los documentos no aparecen.
El camino elegido por el archivo es promisorio: contribuir a la nacionalización del saber o, al menos, a la preservación y socialización de objetos de conocimiento irremplazables. Aligerar a los descendientes de una carga de manutención delicada y restringida consulta y fortalecer la dimensión educativa de las instituciones encargadas de custodiar nuestro patrimonio.
Estimo un singular honor ser el primer mexicano vivo cuyos testimonios han sido acogidos por el archivo. Jamás tuve afición por el coleccionismo, pero una formación rigurosa me indujo al trato cuidadoso con los objetos y respetuoso con aquellos producto del quehacer y del espíritu humano. A partir de mis primeras encomiendas como funcionario el gusto por preservar documentos se volvió responsabilidad en el ejercicio del cargo.
El acervo se multiplicó a la medida de puestos y encomiendas progresivamente relevantes o complejas. En las tareas diplomáticas es más preciso, por su propia naturaleza; en las funciones partidarias más difícil, ya que fue menester remontar la cultura del sigilo. La documentación parlamentaria resulta abrumadora, por el caudal de intervenciones a que me obligó una feroz oposición.
Los interesados hallarán fragmentos numerosos de arquitecturas inconclusas y algunos de faenas consumadas. Planes e iniciativas al lado de pesquisas intelectuales, debates políticos e informes de ejercicios cumplidos. No encontrarán “bazar de asombros” ni piedra de escándalos, pero tal vez sí una alacena de sueños. Ahí yacen trozos de vida disecados que cuentan una terca esperanza; piezas sueltas de un edificio por levantar y vislumbres entretejidos de nuestro proyecto esencial: la instauración de una nueva República.
jueves, 26 de marzo de 2009
15 AÑOS: VIOLENCIA Y POLÍTICA

BUENA VISITA, MALAS RAZONES
