miércoles, 13 de mayo de 2009

EL MEJOR MULETERO DEL MUNDO

HERMILIO LÓPEZ-BASSOLS

Dicen que el joven Capetillo, nacido en la Hacienda de Buenavista, a unos kilómetros de Guadalajara cogió oficio lidiando toros criollos en los novenarios pero se encasquetó su primer traje de luces, que era de un puntillero, actuando como sobresaliente en Guadalajara un 12 de noviembre de 1947. Por un quite, caso casi insólito, salió en hombros. Era Manuel un hombre muy alto y, por tanto, largo de piernas y brazos, "explosivo de simpatía, pero muy peculiar, melancólico, bravío, desigual e imaginativo" y como el orfebre tapatío, Pepe Ortiz, "prolífero, apasionado y romántico, bronco, tormentoso, enamorado, báquico, machista, profundo y turbulento". Formó el grupo llamado Los Tres Mosqueteros con Jesús Córdoba y Rafael Rodríguez. Debutó en la México con reses de Matancillas en agosto de 1948 y al año siguiente tomó la alternativa en Querétaro de manos del Berrendito de San Juan y en presencia del Volcán de Aguascalientes, siendo cornado en el segundo toro de La Punta. Llegó a la México a confirmar su alternativa de las manos de su gran maestro Luis Castro "El Soldado" con toros de San Mateo y siendo testigo el mismo mosquetero. Cortó rabo al sexto de nombre "Avellano". Pero los toros lo comenzaron a castigar, no tenía la maestría de Córdoba ni la angustia permanente de Rodríguez, no banderilleaba ni tampoco era un torero de grandes recursos pero era vertical y originalmente fue exquisito con el capote, como en el quite en Guadalajara, pero Capetillo conocía a las reses rápidamente y buscó darle longitud al muletazo, llevando muy lentamente a los suaves toros mexicanos. Eso le dio una gran hondura. Marchó a España, la que nunca se le dio triunfalmente. En su primera temporada toreó 13 corridas, de Barcelona a San Sebastián y a Córdoba -donde toreó en un homenaje a Manolete organizado por Arruza. Volvió al año siguiente a su confirmación de alternativa en Madrid de manos del torero de ensueño, Antonio Ordóñez, quién triunfó, pero también Capetillo dio muestras de su toreo recio que remató con una gran estocada. Volvería a España y solamente alguna vez en Santander reverdeció laureles. Toreó con los grandes de la época como Diego Puerta, Paco Camino y también con Joaquín Bernardo. Ya le pesaba sin duda allá el mote de "El Mejor Muletero del Mundo" que le dieron sus propagandistas.Capetillo tuvo grandes tardes en la México y en Guadalajara -que yo presencié con el hoy empresario de esa plaza- y también una tarde de dolor, aquella en que Camisero de La Laguna le infirió una cornada en la que la punta del asta le llegó a milímetros del corazón. Testigos de esa tarde, su padrino y Jorge Aguilar, "El Ranchero". Dice Pepe Alameda: "Capetillo le había perdido el miedo a los toros y a los toros no se les puede perder el respeto".Algunos críticos llamaron a los muletazos de Capetillo "tridimensionales". En efecto, su cuerpo le permitía llevar al toro más lejos y arqueando el cuerpo le daba dimensión al muletazo. Por ello fue sin duda, el torero mexicano en el período que va de la muerte de Manolete a la retirada de Arruza y Silverio, que le dio contenido al nuevo toreo mexicano que con Silverio alcanzó su mejor expresión. Decía Capetillo que para enlazar y ligar los pases había que citar con la pierna contraria algo retrasada, lo que a su vez facilita el giro y la colocación para dar el siguiente paso. Esta técnica de torear era opuesta a la escuela rondeña, en la que se carga la suerte echando la pierna contraria hacia delante. Pero creo que Capetillo era tan personal que creó su propia escuela. Hasta su retirada, tras el triunfo con "Pies de Plata" de Cuaxamalucan y la inmortal a "Tabachín" de Valparaíso en la México. Se despidió en 1969, primero en México y luego en Guadalajara. Quede este recuerdo, que proviene de los eruditos de la pluma. El adiós se lo dimos hace poco más de un año en la Plaza de Guadalajara, como también años antes a Joselito Huerta y a David Silveti. Prometo ya no saludar toreros.

No hay comentarios: