Ni la sociedad ni los ex presidentes hemos sido capaces de establecer una relación madura después de que dejaron el poder (la posible excepción es Ernesto Zedillo). Para variar, el costo mayor lo paga el país.El poder en México distorsiona a casi tod@s. Quienes entran a la política sacrifican tiempo, familia y se les cuatrapea la autoestima porque, cuando llegan al poder, los marean las turbas cortesanas que cantan sus virtudes. Dejan el cargo confundidos y, al no haber reglas claras, buscan preservar su influencia o se justifican por lo que no quisieron o pudieron hacer. Rara vez entienden que al perder la jerarquía su autoridad depende de lo que la sociedad piensa de ellos. El resultado es lamentable.El 10 de mayo la Universidad Emory de Atlanta otorgó a Vicente Fox un doctorado honorífico. La prensa mexicana informó que fue por su "liderazgo internacional en temas de democracia", una frase tomada de un boletín del Centro Fox. Al ex Presidente se le puede premiar por haber logrado la alternancia pero, después de su papel en las elecciones del 2006, ninguna universidad seria se arriesgaría a reconocerle sus aportes a la democracia mexicana.La imagen de "un gran demócrata" es una invención de los Fox. Ni en el diploma ni en los discursos se le califica de esa manera. Le reconocen, entre otras cosas, su exitoso paso por la Coca-Cola (gran benefactora de la universidad) o sus promesas de abatir la corrupción. En los discursos pronunciados por los anfitriones lo califican de "carismático", "diplomático", visionario y "orador agudo". Lástima que el discurso de Fox (en inglés) lo contradiga e incluya la acostumbrada frivolidad lingüística. Para acercarse a la audiencia, supongo, rebautizó a su sucesor como "Phillipe Calderon". Si su mensaje inspirara podríamos llamarlos "Vincent Zorro" y "Phillipe Very Big Boiler" o "Vincent and Phillipe" o "V&P".De lo jocoso pasamos al siniestro espectáculo ofrecido por Miguel de la Madrid y Carlos Salinas. Es innecesario repetir lo difundido por Carmen Aristegui en MVS Noticias. Lo novedoso fue que Salinas se estrenara como galeno porque, desde Londres, refrendó el diagnóstico que califica a De la Madrid de anciano demenciado. El drama de ese hombre sin personalidad me hizo evocar un verso del poeta jalisciense Enrique González Martínez que bien podría ser su epitafio político. El condenado (1935) increpa con un terrible lamento: "Me erijo en propio juez, y me sentencio, / réprobo y solo, a la mayor tortura: / a no pedir perdón de mi locura / y a morir en mazmorras de silencio".Triste espectáculo el brindado por los ex presidentes. Fox maquilando la realidad por esa obsesión que le ha dado de ser reconocido como demócrata. Salinas intentando convencer de que la partida secreta fue legal, sin decir en qué se gastó los 850 millones de dólares ni aceptar que está en tela de juicio su ética como gobernante. De la Madrid diciendo lo que piensa sobre los Salinas para regresar, horas después, a sus mazmorras de mediocridad. Echeverría parapetado tras los abogados que lo salvaron de las deficientes acusaciones de Fox. Ninguno dispuesto a reconocer sus excesos y errores. El único que se salva, por el momento, es Zedillo, y por su papel de puente en la transición del autoritarismo a la intrascendencia. Entretanto, el gobierno de Calderón guarda un espeso silencio mientras sigue recorriendo la vereda abierta por sus predecesores.La quinteta de ex presidentes nos cuesta, según el reportaje citado al final de este texto, 52 millones de pesos al año porque les pagamos un salario de secretarios de Estado, les ponemos 103 personas para que los sirvan y protejan y, para que sientan cuánto los respetan quienes hacen el presupuesto, también les sufragamos predial, gas, despensa, teléfonos ilimitados, viajes por México y el mundo, etcétera (Zedillo y Salinas renunciaron a sus salarios en el 2002 y el 2006, respectivamente).Salinas tiene la desvergüenza de declararse indignado por la entrevista difundida por Carmen. La califica de "sensacionalismo", "abuso de confianza" y "falta de respeto". Nos piden respeto quienes sólo saben conjugar el verbo respetar en primera persona; una y otra vez nos demuestran el desprecio que nos tienen. Nos engañaron y los seguimos manteniendo para que nos agredan con esos desatinos, frivolidades y excesos que son la cotidiana constatación de la corrupción e impunidad que nos ahoga. No se van porque no saben cómo, porque son nuestro presente y porque, reconozcámoslo, tampoco nosotros hemos sabido romper esas relaciones enfermas.Esta columna se complementa con el diploma de doctor Honoris Causa que la Universidad Emory (Atlanta, Georgia) le concediera a Vicente Fox y el reportaje "¿Cuánto cuestan los cinco ex presidentes vivos?" de Selene Ávila, aparecido en El Universal, el 27 de agosto del 2007, los cuales se pueden consultar en www.sergioaguayo.orgColaboraron con ideas e información Diana Rubli, Alberto Serdán Rosales y Rubén Alexis Guillén Monterroso.
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