A fines del siglo XIX, las potencias europeas se apropiaron literalmente de todo el continente africano. En Berlín, Londres y París, estadistas y diplomáticos negociaron su esfera de interés donde se establecerían. África era más bien una línea costera que un continente, la que por siglos sirvió para comerciar y expoliar a los pueblos de sus hombres y riquezas. Sólo en Argelia y África del Sur hubo una población europea que se asentó definitivamente. Cuando se inició la demarcación de fronteras al inicio del siglo pasado, se trazaron líneas rectas en el mapa, sin ninguna consideración de las etnias, monarquías, señores y sociedades que evolucionaron desde que el hombre emergió en el planeta, seguramente alrededor de los Grandes Lagos africanos, hasta llegar a 200 grupos culturales diferentes (Rindamos homenaje a uno de los más notables científicos de la humanidad, Carlos Darwin). Los nuevos territorios no tenían ninguna historia, cultura o lenguas comunes, como es el caso de Nigeria y el Congo. Otros reinos permanecieron intactos como Marruecos y Túnez y otros se fusionaron en Ghana y Zambia. Enemigos fueron cercados en el mismo territorio como en Uganda. El Sahel permitió dividir el Sahara y los países mediterráneos, y al sur los pueblos de los bosques, Sudán, Chad y Nigeria donde se ubicaron musulmanes y no musulmanes. Al final de la partición, Gran Bretaña, la potencia del mundo, incorporó dos repúblicas: Transvaal y Orange al imperio, al precio de trasladar medio millón de tropas imperiales.A los Boers se les destruyeron sus granjas, sus poblaciones, su ganado, llevándolos a campos de concentración, generando así un odio al europeo que persistió hasta la independencia de Sudáfrica. Después de la Primera Guerra Mundial, el África del Sudoeste (Namibia) pasó a la administración de Sudáfrica, la que se benefició de sus recursos. En la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia utilizaron tropas africanas. Churchill concebía la autodeterminación sólo para las naciones conquistadas por Europa, pero no para los territorios británicos. Roosevelt se pronunció por la autodeterminación de los pueblos coloniales y así se consagró en la Conferencia de Casablanca (1943). Al concluir la guerra había sólo 4 Estados independientes, Egipto, Etiopía, Liberia y la Unión de Sudáfrica en donde se encontraban los mayores yacimientos de oro en el mundo y era regida por una minoría ligada a los poderes políticos y económicos de Europa.Ellos, impusieron un impresionante sistema de discriminación racial "apartheid" que consagraba la supremacía blanca. Más de tres millones de negros fueron trasladados a los centros industriales y varios millones fueron hechos prisioneros. En 1912 se había creado el partido Congreso Nacional Africano (ANC) sin que lograra avanzar en la lucha de la causa negra más en 1945, un joven estudiante de derecho, alto, atlético, de ojos penetrantes y risa abierta, apasionado y emocional lanzó su grito de guerra "África para los africanos". El gobierno atribuyó la popularidad de Nelson Mandela al Partido Comunista por lo que redobló el férreo control. Mandela fue perseguido y él se pronunció entonces por la violencia para lograr el cambio. Apresado en 1962 se le sentenció a cadena perpetua y fue llevado a Robben Island, allí se le obligó a trabajar en las canteras y tuvo como compañero a Jacob Zuma por 10 años (con veneración en 2003 visitamos sus celdas). Mandela fue liberado en 1991 y se convirtió en el primer presidente negro de su país, iniciando un profundo cambio económico y social que lo convirtió en uno de los hombres más respetados del mundo. Hoy asciende al poder otro ciudadano negro de pasado modesto, carismático y astuto, alguna vez jefe de inteligencia de la guerrilla zulú, con gran suerte en algunos casos ante las Cortes, poco sensible al problema del SIDA en su país. Como sus predecesores, se despojó de todo proyecto socialista. El mayor reto de Zuma estriba en reparar las divisiones de su partido y la implantación de una verdadera vida democrática en el país, además, de continuar con la prosperidad que inició su colega Nelson Mandela que hace de ese país ya un miembro del G-20.
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