jueves, 7 de mayo de 2009

¡QUE BUENA SUERTE TIENE EL PAN!

RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS

Si la suerte es un factor importante en la política, ¡qué buena suerte tiene el PAN! Un canto popular español dice: "Fortuna te dé Dios, hijo, /Que el saber poco te basta; /¿De qué te sirve el saber, /Si la fortuna te falta?". De acuerdo con algunas fuentes de información la credibilidad en el gobierno ha repuntado un 75 % a partir del manejo que le ha venido dando a la epidemia de influenza humana. Y el Presidente, claro, no ha dejado pasar de largo la oportunidad de aprovecharlo políticamente pues en la conmemoración de la batalla del 5 de mayo, por ejemplo, dijo que "México ha defendido a la Humanidad". ¿De ese tamaño? El perfil público de Calderón queda muy bien delineado, con motivaciones evidentes de carácter y temperamento, si hacemos una analogía entre las medidas extremas que implementó en la guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada y las que tomó en la también guerra contra el peligro de la influenza. Acerca de ello la opinión pública está dividida. Pero al margen de las opiniones encontradas o coincidentes hay algunos hechos concretos que, como se dice, no cuadran. Se prohíbe el uso de las corbatas por ser potenciales medios de contaminación. ¿Y no lo es la ropa, o sea, cualquier prenda? Y si la corbata es susceptible de meterse en el plato en que está la comida, igualmente lo son otras cosas: una servilleta, un pañuelo que se tenga en la mano, etcétera. Yo veo una contradicción enorme en que se haya ordenado guardar una determinada distancia entre quienes asisten a un restorán, a un cine o a otro sitio público, en que las personas no puedan hablar unas con otras a menos de 2.25 metros, ni tampoco comunicarse nada al oído, pero que en cambio regresen cientos de miles de jóvenes y miles de profesores a enseñar y estudiar en la Universidad, sentados los alumnos en pupitres individuales y sin espacio intermedio con el vecino. Y así mismo hay contradicción en que en los días de crisis se suspendiera lo concerniente a la educación, se paralizara el sector restorantero y el de los servicios culturales, se impidiera la actividad judicial y gran parte de la gubernamental, pero no se modificara ni un solo día el calendario electoral. Y en el olvido han quedado, sin llamar la atención, las cuentas de Fox y de su familia política, la lucha contra la delincuencia organizada y el narcotráfico, los llamados "levantamientos", los secuestros, los homicidios constantes y muchas iniciativas de ley. Cientos de mexicanos estamos confundidos, sin negar la influenza humana y sus posibles efectos, ni tampoco la buena voluntad del gobierno, ante las versiones contradictorias sobre la enfermedad o epidemia. El miedo, el temor, el ofuscamiento y hasta la paranoia, si cabe el término, provocada por una información masiva sofocante y alarmista, junto con una vaga sensación de que "no era para tanto", se han apoderado del votante del próximo 5 de julio. Qué buena suerte para algunos y que mala para otros. La coincidencia en esto es muy grande, como coincidencia fue que se desatara la influenza horas después de la influyente visita que hizo a México el Presidente Obama. Las noticias provenientes del gobierno, reiterativas en materia de salud, prevención, etcétera, son constantes en la televisión y en diversos medios de comunicación. Es evidente que se manejan como un punto a su favor. Pero hay gente pensante, cientos de mexicanos, que seguimos en la confusión. ¿Habrá sido para tanto? La gran alarma que causamos, ¿era necesaria?, impactó al mundo y en especial a ciertos países, con la consecuencia de que tomaron medidas extremas para evitar que les sucediera lo mismo. He allí el caso de China. Los invadió el terror, igual que a nosotros. ¿Los podemos culpar? ¿Les podemos o debemos exigir algo? Sería estúpido, por decir lo menos, afirmar que la influenza fue inventada. No obstante a falta de invento se adulteró el suceso. En efecto, se vició su importancia. No digo que no la haya tenido, pero las múltiples contradicciones a las que me vengo refiriendo prueban tal adulteración. Salvo que se crea ciegamente en los mensajes del gobierno y de los medios, no sabe uno a qué atenerse; sobre todo por las disposiciones que he citado líneas atrás. Lo de la corbata, por ejemplo, casi da risa. Y no es que reírse sea malo sino que en la especie es absolutamente ridículo, lo cual se presta a malentendidos.En suma, es de esperar que el voto del 5 de julio sea un voto pensado, razonado, consciente y no "suertudo".

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